Wombo publican ‘Danger In Fives’ como un ejercicio de reorganización del tiempo musical. Procedentes de Louisville, el trío lleva casi una década abriendo grietas dentro de estructuras conocidas, y este tercer largo condensa tanto los desplazamientos de su propio recorrido como la necesidad de expandir sus recursos. Lo que aparece en estas once canciones es una tensión constante entre la linealidad del pulso y el corte abrupto, una dialéctica que puede leerse como metáfora de una realidad marcada por la interrupción, por lo discontinuo.

El disco se gestó en un periodo en el que las giras y los viajes marcaron el proceso creativo, lo que supuso abandonar la dinámica cerrada de ensayo en sótano que caracterizó trabajos anteriores. Esa movilidad imprime al álbum una cualidad más abierta, menos centrada en fórmulas previas, como si las piezas hubiesen sido construidas a partir de accidentes y hallazgos circunstanciales. El resultado es un trabajo que se percibe como un laboratorio sonoro donde cada tema oscila entre la nitidez de un riff y la disolución de cualquier frontera estable.

‘Danger In Fives’ abre el disco con un bajo pulsante y versos repetidos que insisten en un patrón: “See-through mind said to me / the danger comes in fives”. La voz de Sydney Chadwick estira las sílabas hasta borrar su función narrativa, entregando al oyente una melodía que se convierte en textura. La guitarra de Cameron Lowe, cortante y esquiva, se superpone en frases breves que nunca terminan de asentarse, mientras la batería de Joel Taylor intercala pequeños quiebros que desestabilizan la cadencia.

En ‘S.T. Tilted’ el pulso se acelera: la batería se impone con una rigidez nerviosa y las guitarras se enredan en líneas breves que parecen contradecirse entre sí. El corte es breve, pero marca una ruptura dentro del álbum, preparando el terreno para la entrada de ‘Cloud 36’, donde la voz flota sobre una instrumentalización que suena como si se abriera espacio en medio del aire. La frase “I float out through a hole in my living room door” sugiere una deriva entre lo doméstico y lo irreal, reforzada por una instrumentación que se detiene y recomienza como si el tema se edificara a trompicones.

‘Ugly Room’ intensifica esa sensación con imágenes inconexas —“Mountains on the ceiling… whale’s eye on the side”— que refuerzan la ausencia de un relato lineal. Aquí la guitarra es intermitente, a veces seca, a veces dilatada, y el bajo se convierte en sostén de una tensión que no termina de resolverse. El efecto es el de un espacio cerrado, incómodo, que se deforma a cada compás.

En ‘A Dog Says’ el grupo introduce un desarrollo más prolongado, menos agitado, con un bajo que sostiene el tema mientras la guitarra alterna distorsiones que evocan instrumentos ajenos al rock. Esa elasticidad otorga una pausa intermedia al álbum, antes de que ‘Neon Bog’ retome la densidad mediante voces distorsionadas y percusiones que rozan lo mecánico. Ambas canciones se sienten como variaciones sobre la misma idea: el cruce entre lo orgánico y lo artificial, entre el accidente y la planificación.

El tramo final intensifica los contrastes. ‘Reveal Dusty’ apuesta por guitarras afiladas y percusión punzante que parecen funcionar como un esqueleto melódico en lugar de un acompañamiento. ‘Really Melancholy and There are No Words’, con apenas cuarenta segundos, se instala en el zumbido de un murmullo espectral, funcionando como interludio que altera la percepción temporal del disco. Después llega ‘Spyhopping’, que reutiliza frases de temas anteriores, como “whale’s eye on the side”, convirtiendo la repetición en motivo central y transformando lo fragmentado en un estribillo inesperado.

‘Common Things’ rompe con el carácter abstracto del resto, desplegando armonías vocales más cercanas a un formato convencional. Sin embargo, su aparición resalta aún más la voluntad del trío de situarse en un territorio inestable, ya que esta excepción actúa como contraste que subraya el diseño general del disco. ‘Garden Spies’ cierra con un bajo sugerente y guitarras entrecortadas, como si tras un sueño agitado quedara un despertar brusco, marcado por la repetición rítmica.

En su conjunto, ‘Danger In Fives’ se erige como un ejercicio donde la linealidad se erosiona mediante cortes, desvíos y repeticiones. Wombo producen un álbum que exige escucha atenta, pues no hay lugar para distracciones: cada giro, cada detalle de percusión o guitarra forma parte de una estructura que avanza no por acumulación, sino por sucesión de desplazamientos. El resultado no persigue la claridad ni un sentido narrativo, sino la construcción de un entorno sonoro donde lo discontinuo es la norma.