Algunas ideas surgen en los lugares más inesperados. La coincidencia de Lust For Youth y Croatian Amor en el Vivid Live Festival de Sídney no solo supuso un reencuentro sobre el escenario, sino que encendió un proceso creativo que derivaría en ‘All Worlds’. Esta reunión no responde a la nostalgia, ni a la necesidad de recuperar algo perdido; es más bien un punto de fuga, un espacio donde las referencias individuales se disuelven en una propuesta que habita en la indefinición.

Las canciones que conforman el disco no pretenden enmarcarse dentro de un relato cerrado. Más bien se presentan como fragmentos sueltos de un mapa sin fronteras precisas. En su construcción se percibe un eco del concepto detrás del Golden Record, aquel mensaje enviado al espacio en los setenta con la intención de condensar una imagen sonora de la Tierra. Sin embargo, a diferencia de esa cápsula de sonidos cuidadosamente seleccionados, aquí todo se mueve en una dirección más errática, como si cada pista dejara a su paso rastros dispersos de distintas épocas, influencias y estados de ánimo.

El álbum transita por una electrónica que rehúye lo uniforme. ‘Friendzone’ abre con sintetizadores que parecen desintegrarse mientras avanzan, dejando a su paso voces que emergen con una textura distorsionada. ‘Passerine’ se deja llevar por una cadencia envolvente, mientras que ‘Dummy’ introduce una estructura más rítmica, apoyada en patrones de percusión fragmentados. Estos cambios de dirección se suceden sin una lógica evidente, pero encuentran su cohesión en la atmósfera general del disco: una sensación de constante desplazamiento, de no pertenecer a un único lugar.

La producción acentúa esa cualidad evasiva. El uso de reverberaciones, efectos de eco y superposición de capas construye un espacio sonoro en el que todo parece ligeramente distante. No es un sonido hermético, pero tampoco se entrega por completo al oyente. ‘Akkadian’ se sumerge en un tempo más pesado, con un pulso que se desliza hacia el terreno del trip-hop, mientras que ‘Kokiri’ introduce una estructura más accesible, con un ritmo que se acerca a la pista de baile sin perder la sensación de lejanía que atraviesa el álbum.

La relación entre Lust For Youth y Croatian Amor ha pasado por distintas etapas, y ‘All Worlds’ parece recoger elementos de todas ellas sin encasillarse en una sola dirección. No es un regreso al sonido más etéreo de ‘Pomegranate’, ni una prolongación de la faceta más pop de Lust For Youth en discos anteriores. Aquí los límites son menos definidos, lo que otorga a las canciones una cualidad inestable, como si estuvieran en constante reformulación.

En la segunda mitad del disco, la instrumentación se diluye aún más. ‘Velella Velella Wind Sailors’ es un interludio que flota entre el ambient y la música concreta, mientras que ‘Light In The Center’ se construye a partir de elementos mínimos, donde el espacio entre los sonidos es tan importante como los propios arreglos. ‘Still Here’ cierra el álbum sin resolver ninguna de sus tensiones, dejando la impresión de que la búsqueda sigue abierta.

‘All Worlds’ no se adhiere a una única lectura. Su sonido se mueve en un punto intermedio entre la introspección y la necesidad de conexión, entre el hedonismo de la pista de baile y el refugio en paisajes sonoros abstractos. No hay una dirección única ni un mensaje final que sintetice su propósito. En su lugar, el disco se erige como un territorio de exploración, donde cada escucha puede revelar nuevas conexiones entre sus múltiples capas.