Josephine Foster ha logrado a lo largo de estos años un cancionero muy particular, siguiendo una senda folk muy fuertemente ligada con lo poético y un carácter siempre minimalista pero muy brillante. La norteamericana publicó en 2013 su notable I’m a Dreamer, un disco en el que se apoyó de lleno en su banda, pero que sin embargo esto no era impedimento para ocultar su prodigiosa voz. Ahora en esta nueva entrega que lleva por título No More Lamps In The Morning, la artista cambia completamente de formación, apostando únicamente por su marido Víctor Herrero como único acompañante a la guitarra portuguesa y Gyða Valtýsdóttir de forma puntual al chelo. El resultado es el disco más embriagador de su carrera, dejándonos pasajes vocales repletos de virtuosismo y un ambiente muy cálido en todo momento.

El carácter poético que siempre acompaña a sus composiciones, se ve esta vez más reflejado que nunca en la adaptación de dos poemas de Rudyard Kipling y James Joyce en canciones, surgiendo de este modo ‘Blue Roses’ y ‘My Dove, My Beautiful One’, respectivamente. La primera de ellas es la que abre el trabajo, mostrando el buen feeling existente entre su guitarra y la de Víctor, haciendo que reluzcan unos versos impregnados por el amor y la muerte. Los pasajes sonoros expuestos nos trasladan a un estado contemplativo, una recreación de escenarios apacibles donde las influencias ibéricas están muy presentes a través del carácter acústico del trabajo. Sin embargo, a lo largo del disco también alcanzamos momentos donde el lamento se canaliza a través de la voz de Josephine, dando lugar a temas como ‘The Garden of Earthly Delights’.

‘No More Lamps in the Morning’, el tema que da título al trabajo, concentra en cierta medida el equilibro entre la niebla que se dibuja por los paisajes matinales y el intimismo presente a través de la desnudez de los temas. En él, nos encontramos como una guitarra permanece constante mientras que la otra se encarga de mostrar una melodía huidiza pero arrebatadora. Por su parte, ‘Second Sight’ refleja aún más sobriedad, alejándose de todo retazo del folclore español y adentrándose en terrenos mucho más barrocos, alcanzando momentos donde la voz de Josephine se funde prácticamente con el chelo. Cerrando el trabajo nos encontramos con ‘Magenta’, el tema de mayor duración y en el que nos encontramos una plácida progresión hacia esa época localizada, no sabemos muy bien donde, a la que nos quiere llevar la artista.