Yard, el nuevo álbum de la banda estadounidense Slow Pulp, representa la consolidación de su característico sonido indie rock con reminiscencias de los 90, al tiempo que expande su registro tanto musical como lírico. Originarios de Madison y ahora radicados en Chicago, el cuarteto conformado por Emily Massey (voces y guitarra), Henry Stoehr (guitarra y producción), Teddy Mathews (batería) y Alex Leeds (bajo) se mueve con soltura entre el dream pop, el alt-country e incluso el punk-pop. Tras su aclamado debut Moveys en 2020, giras junto a pesos pesados como Pixies o Death Cab for Cutie, Slow Pulp se afianza como una de las bandas llamadas a liderar la nueva hornada de rock de guitarra introspectivo y enganchador. A nivel sonoro, cortes como ‘Gone 2’ y ‘Doubt’ remiten al slacker rock de los 90 con influencia de Alex G, mientras que temas fuzz rock como ‘Cramps’ y ‘Worm’ recuerdan a clásicos shoegaze como My Bloody Valentine.
El uso de fuzz, distorsión y reverberación es una constante que otorga a las canciones una envolvente sensación ensoñadora. Como contrapunto, surgen piezas de country folk como ‘Broadview’, con slide guitar pedal steel, armonica y banjo. La voz camaleónica de Emily Massey se adapta a todos los registros, desde la dulzura de ‘Slug’ y ‘Carina Phone 1000’ hasta la rabia punk de ‘Cramps’. Sus melódicas líneas vocales son una firma distintiva de la banda. A nivel lírico, la búsqueda de identidad y validación externa marca temas como ‘Doubt’, donde suplica de forma repetitiva “I just wanted your doubt” y “Take me in and size me up”. O cuando en ‘Cramps’ admite “I wanna be like Heather”. Frente a esta inseguridad, surgen instantes de lucidez como en ‘Yard’, donde asume responsabilidad por sus errores: “I'm selfish, I've been selfish”. Y finalmente llega la ansiada autoaceptación en ‘Fishes’: “Maybe I kinda like myself”. Las relaciones de pareja y sus altibajos constituyen otro eje temático. ‘Slug’ rememora un amor idealizado de verano: “You're a summer hit / I'm singing it”. Mientras que ‘MUD’ se debate entre aferrarse a una relación disfuncional – “I don't want this to end”- y asumir las mentiras propias y ajenas.
A nivel musical, destaca el inteligente uso del piano y cuerdas para dotar de profundidad emocional a cortes como ‘Yard’, ‘Carina Phone 1000’ y ‘Fishes’. Los arreglos de guitarra en temas como ‘Gone 2’ y ‘Slug’ también crean evocadoras atmósferas sonoras. La batería, si bien no es exhibicionista, aporta los beats adecuados según cada canción, desde la hipnótica construcción de ‘Slug’ al vigor punk de ‘Cramps’. El talentoso trabajo de producción de Henry Stoehr logra una sonoridad cristalina y equilibrada. En definitiva, con ‘Yard’ Slow Pulp demuestra una notable madurez compositiva e interpretativa sin renunciar a su esencia onírica e introspectiva. Un sólido paso adelante para la banda, que tiene aún mucho que explorar en futuros lanzamientos. Tras la difícil grabación de su debut en aislamiento, Slow Pulp ha demostrado con ‘Yard’ que puede funcionar en equipo sin perder su esencia evocadora e intimista. Un nuevo paso adelante que augura un prometedor futuro para este joven pero sólido grupo, que ya apunta al podio de las bandas de pop de guitarras del momento.


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