Cullen Omori despunta en su primer trabajo en solitario al margen de Smith Westerns, comprobando como la disolución del grupo no ha supuesto un gran inconveniente para seguir desarrollando sus temas. Y es que a juzgar por cómo suena este New Misery, todo hace indicar que la banda con la que dio el gran salto estaba comandada casi en su totalidad por él, mostrando todos los giros de guion necesarios para obtener estas nuevas canciones. Merece la pena recordar que el disco homónimo de Smith Westerns, publicado en 2009, estaba impregnado por un garage luminoso, para después ir evolucionando hasta el espíritu puramente pop de Soft Will, trabajo con el que se disolvieron. A lo largo de estas composiciones del músico en solitario, vamos a encontrarnos con la extensión lógica de lo que hubiese sido Soft Will, potenciando aún más todos los elementos enfocados a conseguir el estribillo más perfecto posible. Por todo ello, no nos parece extraño que Max Kakacek y Julian Ehrlich formasen algo totalmente diferente como es Whitney, un proyecto enfocado en la dirección del folk soleado de Woods.
Recorriendo el trabajo entero, nos vamos a dar cuenta de la facilidad que Cullen tiene para conseguir singles potenciales, pudiendo afirmar que más de la mitad de ellos podrían cuadrar como perfecta carta de presentación del trabajo. Un montón de melodías amables, que de haber sido pilladas por grandes de la radio fórmula en otra época (véase los 80 en Estados Unidos), no tenemos la menor duda que las hubiesen sacado el máximo partido comercial. Esta es una de las grandes virtudes del trabajo: estar ante un disco sin ningún tipo de pretensiones en cuanto alcance de público y al mismo tiempo gozar de total libertad para sonar todo lo coreable que estime el músico. Todo lo que nos podemos encontrar a partir de aquí nos resultará bueno si no le sacamos punta al lápiz y estamos dispuestos a escuchar casi 45 minutos de canciones romanticonas y repletas de agudos.
El tracklist del trabajo está estructurado según el propio Cullen Omori compuso los temas. Desde su inicio con ‘No Big Deal’, nos deja bien claro su afición por completar cada uno de los segundos de cada tema, buscando siempre ese punto de efusividad en cada canción, algo que en este tema inicial lo logra a la maravilla. El camino a seguir está más que claro, dejando que las melodías lleven el peso de los temas para construir a su alrededor una estructura de arreglos de guitarras tan volátiles como las que Chris Owens lograba con Girls. Esto es lo que se muestra claramente en ‘Two Kinds’, incesante en ritmo y dejándose llevar por el esplendor amoroso. Con un gran énfasis por conseguir hacer crecer progresivamente los temas, sobrepasando el clímax del estribillo muy al estilo de T. Rex en su etapa más pop, ‘Hey Girl’ se presenta como uno de los temas más poderosos del trabajo. Tampoco se queda atrás en este apartado ‘Lom’, dando rienda suelta a recursos como el falsete, aunque seguramente el tema tiene demasiados giros.
Acercándonos al apartado donde el carácter épico es logrado partiendo prácticamente del reposo, ‘And Yet the World Still Turns’ se muestra como el puente perfecto entre la última etapa de Smith Westerns y todo lo que nos podemos encontrar ahora. Otra canción que se mueve de forma serena, guiada por una luminosidad que se mezcla a la perfección con el apartado nostálgico es ‘Poisson Dart’. Una faceta que no predomina en el trabajo pero que resulta crucial a la hora de seguir trazando esa ruta por los momentos más difíciles del músico después de la disolución de su banda titular. Como confiesa el propio músico, pensó que había alcanzado su cima como músico e individuo cuando se aproximó a sus 20 años, de modo que este trabajo es todo un desafío por controlar el miedo a no poder llegar a algo grande una vez terminaron Smith Westerns.
Algo también destacado y clave para poder entender algunos de los temas de este disco, es el hecho de partir como fuente de inspiración los éxitos que ponían en la radio y que rompían su monotonía mientras trabajaba en una empresa de suministros médicos. Seguramente sea este el motivo por el cual ‘Cinnamon’ adquiere un ambiente tan glam a la par de lograr una estrofa tan identificativa como es All we are, my love, is unremarkable, expresando la naturalidad con la que parte para conseguir el trabajo. Más de este espíritu entregado a lograr lo pegadizo es el que nos encontramos en ‘Sour Silk’, mostrándose mucho más directo que en la mayoría de los temas aunque en esta ocasión borrando todo tipo de felicidad. Cerrando esta especie de trilogía de temas impetuosos podemos incluir ‘Synthetic Romance’, reduciendo al mínimo todos los arreglos para lograr otro de sus mejores temas.


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