Review

Kintsugi

Death Cab For Cutie

2015

5


Por -

A estas alturas, Ben Gibbard ya ha aceptado que el cénit de su carrera pasó hace mucho —‘Plans’ fue el último gran álbum de Death Cab y salió en 2005— y que es inútil intentar volver  diez años atrás. Disco a disco desde Transatlanticism (2003, Barsuk), Death Cab se han vuelto más predecibles y relajados.  Sabes perfectamente lo que vas a tener de ellos y tampoco estás en la posición de pedir más. Por eso, Kintsugi (2015, Atlantic) no es el gran regreso que muchos esperaban, sino un paso más en una discografía que cada vez está más cerca de quedar completada.

Injustamente, la época dorada del grupo se asocia con unos tiempos algo turbulentos para Gibbard, atado en sus inicios al movimiento emo de principios de los 2000. Sus letras eran tomadas erróneamente como autobiográficas, por lo que se creó una especie de aura depresiva en torno a su figura que poco tenía que ver con cómo era en realidad. Por eso, las gentes de internet estallaron de júbilo cuando se anunció que Gibbard se estaba separando de Zooey Deschanel, con la que estuvo casado un par de años.  Todo el mundo sabe que no hay nada mejor para espabilar que divorciarse de una estrella de Hollywood.

Pero la separación más importante que se respira en Kintsugi tiene que ver con el guitarrista y arreglista Chris Walla, que además había producido casi todo el material grabado de Death Cab. Walla anunció a sus compañeros que este sería su último álbum con ellos y creyó que lo mejor era que otro productor se hiciese cargo de la grabación. Aquí es donde entra en escena Rich Costey, famoso por su trabajo con Foster The People, Foo Fighters o Muse. Sí, Foster The People, Foo Fighters y Muse. Afortunadamente, Death Cab aparecen bastante más cohibidos que esos tres grupos y no parece que Costey haya tenido mucho peso en el resultado final más allá de un par de canciones.

En realidad, no hay nada malo sobre el álbum. Escuchado seguido, Kintsugi resulta agradable, no molesta aunque tampoco incita a ser revisado una vez más. Ni hay momentos que te harán fruncir el ceño ni canciones con la carga emocional de sus lanzamientos de principio de la pasada década. ‘You’ve Haunted Me All My Life’ es tan explícita que sí se acerca a la desnudez en la que Gibbard suele dar lo mejor que tiene. Es una canción austera instrumentalmente, con arreglos inmejorables de Walla y un estribillo en el que Ben se muestra rotundo para hablar de su divorcio: I still see you through the eyes of a child / Not even thinking we could tame the wild / You’ve haunted me all my life / You’re the mistress I can’t make a wife. Es una de las pocas interpretaciones vocales conmovedoras de un LP bastante indolente en líneas generales.

Vuelve a haber emoción en las palabras de Gibbard en ‘Black Sun’, pero esta vez donde hace falta es en la música, demasiado plana y repetitiva durante los casi 5 minutos que dura y difícil de relacionar con temas tan crudos como su alcoholismo y divorcio. Las instrumentaciones más distintivas del álbum vienen siempre por parte de Chris Walla, que ofrece por última vez su talento a la hora de decorar las canciones con arpegios de guitarra y efectos electrónicos. ‘No Room In Frame’ y ‘The Ghosts of Beverly Drive’ evocan tiempos mejores para Death Cab, ambas con estribillos pegadizos resaltados por la producción de Costey, que cae constantemente en el recurso de la electrónica como acompañamiento: bien en los beats de ‘Little Wanderer’ y hasta ofensiva en ‘Everything’s A Ceiling’ —que recuerda a los Coldplay más odiosos— y ‘(Good Help) Is So Hard To Find’.

Costey no se entromete en ‘Hold No Guns’, balada que sólo cuenta con la guitarra acústica arpegiada de Gibbard y su voz inerte y pasiva. Y mientras que ‘Ingenue’ y ‘Binary Sea’ cierran el disco de manera totalmente intrascendente, la apropiadamente titulada ‘El Dorado’ supone nuevo terreno para Death Cab en cuanto a sonido y atrapa haciendo referencia a los sentimientos de Gibbard cuando se enteró de que Deschanel iba a ser protagonista de una sitcom de éxito: Seems you finally found, finally found El Dorado / Over in Culver City, shining bright, name in lights / And I tried to be hyped for you / (…) So why does it feel underwhelming, barely real?

Aunque Kintsugi recupera la sinceridad en las letras que se lleva echando en falta desde Plans, no da ninguna indicación de que Death Cab estén yendo en la dirección adecuada para salir del bache. De hecho, el bache se ha convertido en su nueva zona de confort. Como bien indica el título del álbum —kintsugi es un arte japonés en el cual figuras de cerámica quebradas son reparadas remarcando especialmente las grietas, manteniendo que esas cicatrices son parte de todo ente y no deben ser ocultadas—, son un grupo cómodo en su situación actual que ni se plantea retroceder una casilla para luego avanzar dos.

deathcab

Nota Usuarios (3 votos)

vota:

5

Álbum

Kintsugi

Artista

Death Cab For Cutie

Año

2015

Discográfica

Atlantic

Madrid, '94. En contra de muchas cosas y a favor de unas cuantas.

Deja una respuesta