El tercer álbum de estudio de la banda de Austin Sun June lleva por título Bad Dream Jaguar y supone una mirada introspectiva a esos momentos de la vida en los que no sabemos muy bien qué etapa estamos atravesando. Grabado en un contexto de separación geográfica entre los cofundadores del grupo, Laura Colwell y Stephen Salisbury, las doce canciones del disco destilan una sensación agridulce de distancia y añoranza, tanto en la letra como en los delicados arreglos musicales.

A lo largo de sus estrofas, Bad Dream Jaguar suena como la banda sonora perfecta para acompañar a las situaciones donde nos replanteamos nuestro propio rumbo, nada se parece a lo que anteriormente habíamos imaginado en nuestra cabeza y tenemos que lidiar con la autopresión. Sun June parecen cartografiar esa incertidumbre a través de evocadoras letras que rememoran viejas escenas y a través de suaves melodías envolventes que se asemejan al adormecimiento de los primeros compases del día.

Abundan las referencias a viajes nocturnos en automóvil, reflejo del contexto de creación a distancia. La voz etérea de Colwell se desliza cual pensamiento fugaz sobre los arreglos oníricos, como cuando canta "I'm not messed up, I'm just falling asleep singing John Prine in the car". Un verso sencillo pero que evoca un apego a los recuerdos a través de la música.

No todas las canciones transmiten melancolía. Temas como ‘Get Enough’ incorporan dosis de vitalidad extra con unas guitarras aún más sureñas, aportando asperezas sobre la delicadeza subyacente. Incluso en esos picos de intensidad, la comedida contención con que Sun June despliega los arreglos enfatiza una profundidad emocional susurrante.

En esencia, nos encontramos ante un álbum sobre esas intensas emociones que afloran en los instantes más mundanos. Sun June lo consigue a través de versos que se sienten como viejas fotografías descoloridas de un ayer menos complicado. Y a través de una música que envuelve la letra como una bruma matinal, telón de fondo ideal para una introspección agridulce sobre cómo cambian nuestras vidas.

La influencia texana se intuye en la sensación de largos trajes sin prisas a través de interminables llanuras. Pero el telón de fondo de Texas se sustituye ahora por anhelo, distancia y transitoriedad. Las letras evocan el temor silencioso de hacerse mayor, cuando se está suspendido entre el claro recuerdo de quienes fuimos y la vasta incógnita del futuro. Mientras el fugaz presente se nos escurre irremediablemente entre los dedos.