No hace falta que lo desprecintes. El nuevo trabajo de Hot Chip se presenta con una cubierta proteica, cambiante, de muchos colores, única y desigual; perfecta metáfora del grupo londinense que con su sexto trabajo de nuevo vuelven a sonar a ellos y a mil cosas a la vez, como ese algoritmo que crea diferentes combinaciones en cada impresión de la cubierta: igual y distinta a la vez. Treinta y un años después, el quinteto responde a la filmación del concierto de los Talking Heads con una pregunta: Why make sense? (Domino, 2105) y lo hacen con diez argumentos que basculan entre el pesimismo, el miedo y las relaciones personales. Aunque han pasado tres años desde que el último largo asomó el hocico, Alexis Taylor y Joe Goddard no han parado. Aparte del single que sacaron porque sí, ‘Dark & Stormy’, ambos han estado enfrascados en lanzar discos nuevos (el tercero de Taylor) y en sacar adelante su sello, Greco-Roman; y mucho de ello hay en este sexto trabajo, donde está presente el house de Chicago junto al soul y el funk de viejo cuño, próximo a las gargantas de Prince o Stevie Wonder.
El disco se abre con ‘Huarache Lights’, una pequeña oda a una marca de zapatillas que reflexiona sobre salir, crecer y volverse mayor; todo ello armonizado por un ritmo marcial que se te mete en el sentío , un revoltijo de voces, sintes, teclados y, cómo no, algún fraseo en clave vocoder. En él se nos presenta, como siempre, esa disyuntiva entre bailar o apalancarse, invitándonos a su particular discoteca donde mueves las caderas con el rictus serio, donde el ritmo se baila por dentro. Su segundo sencillo, ‘Need You Now’, se construye sobre un sample de Sinnamon del año ochenta y tres y ejemplifica a la perfección ese modelo de balada house que tan buenos frutos ha dado al quinteto, como ‘One Life Stand’, y que nos lleva a recordar al maestro Levan a los platos en el Paradise Garage.
‘Easy Get’ cuela unos pespuntes de guitarra y un bajo para armar un auténtico grower que estalla en un coro que vocifera y repite una y otra vez: “No fear/ fear doesn´t live here anymore”. En ‘Why Make Sense?’ la batería repiquetea y los sintetizadores chirrían mientras la voz de Taylor comienza titubeante para luego dejarse arropar por los demás miembros cantando al unísono, abrazando una suerte de clímax que se traduce en uno de los mejores momentos del plástico.
No busquen ganchos de antaño, aquí no hay ni un ‘Ready for the Flor’” ni un ‘Over and Over’, aquí prima el medio tiempo, la balada, es un álbum más reposado, más maduro, alejado de las radiofórmulas y la pista de baile — de hecho, su lugar natural parece justo detrás del club —. Y no por ello es malo, al contrario, pero quizás hayan perdido la inmediatez de sus anteriores trabajos; por ello, acérquense sin prisas y con mimo a canciones como ‘Dark Night’, ‘So Much Further to Go’ o ‘White Wine and Fried Chicken’ y déjense seducir por su particular visión del r&b y de las producciones de la Motown.
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