Debajo de la aparente calma de la tierra, fuerzas tectónicas se mueven silenciosamente, acumulando tensión durante años hasta que, de repente, todo estalla en una explosión de lava y cenizas. De manera similar, en las familias, los conflictos latentes y las emociones reprimidas pueden permanecer ocultos bajo una fachada de normalidad, hasta que un evento catalítico provoca su liberación catártica. 'La Hojarasca', el primer largometraje de la cineasta canaria Macu Machín, explora precisamente esta dinámica, utilizando el paisaje volcánico de La Palma como telón de fondo y metáfora de las complejidades emocionales que subyacen en las relaciones familiares.
La película nos sumerge en el microcosmos de tres hermanas: Carmen, Elsa y Maura, interpretadas por las tías y la madre de la directora. El pretexto narrativo que las reúne es la necesidad de repartir una herencia familiar, específicamente una huerta abandonada. Este encuentro sirve como catalizador para desenterrar tensiones largamente silenciadas y abordar cuestiones fundamentales sobre el cuidado, la responsabilidad y los lazos que nos unen a nuestros orígenes.
Machín opta por un enfoque híbrido entre documental y ficción, difuminando las líneas entre la realidad y la puesta en escena. Este acercamiento permite capturar momentos de autenticidad en las interacciones entre las hermanas, al tiempo que construye una narrativa que trasciende lo meramente anecdótico. La cámara se mantiene cercana a sus protagonistas, privilegiando los primeros planos que revelan las sutilezas de sus expresiones y los silencios cargados de significado.
El paisaje canario, lejos de ser un mero telón de fondo pintoresco, se erige como un cuarto personaje en la narrativa. Machín subvierte hábilmente la imagen de postal turística de las islas, presentando un entorno brumoso y en ocasiones inhóspito que refleja el estado emocional de sus protagonistas. La naturaleza aquí no es un elemento pasivo, sino una fuerza viva que interactúa con los personajes y sus conflictos.
La erupción del volcán de Tajogaite, que ocurrió durante el rodaje en septiembre de 2021, se integra de manera orgánica en la narrativa, funcionando como una potente metáfora de los conflictos internos de las protagonistas. Este evento natural inesperado añade una capa adicional de urgencia y simbolismo a la historia, subrayando la fragilidad de los lazos humanos frente a las fuerzas de la naturaleza.
La película aborda con sensibilidad temas como el envejecimiento, la responsabilidad del cuidado familiar y la desaparición de formas de vida tradicionales. Carmen, quien ha permanecido en la isla cuidando de la propiedad familiar, encarna la resistencia a abandonar un modo de vida cada vez más anacrónico. Elsa y Maura, por su parte, representan el alejamiento y el posterior retorno, cargado de culpabilidad y nostalgia. La discapacidad de Maura añade una dimensión adicional a la dinámica familiar, planteando preguntas sobre el deber y el sacrificio personal.
El tratamiento del tiempo en 'La Hojarasca' merece especial atención. Machín adopta un ritmo pausado, casi contemplativo, que permite al espectador sumergirse en la cotidianidad de las protagonistas. Esta elección estilística refleja la propia naturaleza del conflicto central: un desacuerdo que se ha prolongado durante años y que no encuentra una resolución fácil o rápida.
La dirección de fotografía, a cargo de José Alayón y Zhana Yordanova, juega un papel crucial en la construcción de la atmósfera del filme. Los encuadres, a menudo estáticos, capturan la inmovilidad emocional de las protagonistas, mientras que el uso de la luz natural subraya la crudeza y autenticidad de las situaciones presentadas. La niebla que envuelve frecuentemente el paisaje funciona como una metáfora visual de la opacidad de los sentimientos y motivaciones de los personajes.
El sonido, elemento a menudo subestimado en el cine, adquiere un protagonismo notable en 'La Hojarasca'. El diseño sonoro de Emilio García construye un paisaje auditivo que va más allá de lo meramente ilustrativo, integrando los sonidos de la naturaleza —el viento, los animales, y finalmente el rugido del volcán— como un contrapunto emocional a los diálogos y silencios de las protagonistas.
Uno de los aspectos más destacables de la película es su honestidad en la representación de las dinámicas familiares. Machín evita caer en dramatismos exagerados o resoluciones fáciles, optando por mostrar la complejidad de las relaciones con todas sus contradicciones y ambigüedades. Los personajes no son héroes ni villanos, sino seres humanos imperfectos lidiando con circunstancias complejas.
La decisión de trabajar con su propia familia como protagonistas añade una capa adicional de intimidad y autenticidad al relato. Sin embargo, Machín logra mantener una distancia crítica que evita que la película caiga en lo autoindulgente o lo excesivamente personal. El resultado es un retrato familiar que, en su especificidad, logra tocar fibras universales sobre el amor, el deber y el paso del tiempo.
'La Hojarasca' no ofrece respuestas fáciles ni resoluciones dramáticas. Al igual que la lava que lentamente remodela el paisaje, los cambios en las dinámicas familiares se producen de manera gradual y a menudo imperceptible. La película nos invita a reflexionar sobre cómo las decisiones del pasado moldean nuestro presente y cómo los lazos familiares, aunque a veces tensados hasta el límite, persisten a pesar de las adversidades.
El filme de Machín se inscribe en una tendencia del cine español contemporáneo que explora las tensiones entre lo rural y lo urbano, lo tradicional y lo moderno. Sin caer en la nostalgia fácil ni en la crítica simplista, la directora presenta un retrato matizado de una forma de vida en declive, planteando preguntas sobre la sostenibilidad de ciertas prácticas y valores tradicionales en un mundo en rápida transformación.
En su conjunto, 'La Hojarasca' se revela como una obra de debut prometedora que demuestra la capacidad de Machín para abordar temas complejos con sutileza y profundidad. La película no busca impresionar con artificios técnicos o giros narrativos sorprendentes, sino que apuesta por una honestidad emocional que resulta tanto más impactante por su aparente simplicidad.
El cierre del filme, que incorpora imágenes de archivo familiares, subraya la naturaleza cíclica de los conflictos y afectos familiares, sugiriendo que, al igual que el paisaje volcánico se regenera tras cada erupción, las relaciones humanas tienen la capacidad de reinventarse y florecer incluso en los terrenos más áridos.
'La Hojarasca' invita a una reflexión pausada sobre los vínculos que nos unen a nuestros orígenes y sobre cómo navegamos las complejidades de las relaciones familiares en un mundo en constante cambio. Machín ha creado una obra que, en su aparente quietud, contiene las semillas de profundas transformaciones emocionales y sociales.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.