¿Qué revela realmente el contacto físico? ¿Puede el roce de la piel ser el lenguaje definitivo de un entendimiento sin palabras? 'Cuando Toco Un Animal' de Ángel Filgueira nos lleva a cuestionar cómo el contacto humano puede ser la forma más cruda de comunicación y cómo, bajo la superficie, esas conexiones se transforman. Este filme no se detiene en responder estas preguntas; más bien, se sumerge en una exploración visual y corporal del deseo y la incertidumbre.
El universo que plantea Filgueira es uno en el que el paso del tiempo se siente de una manera casi tangible. A través de estaciones que cambian, en una secuencia fragmentada de momentos, los personajes se pierden en un espacio donde las emociones fluctuantes encuentran refugio en la ambigüedad. El director dibuja con pulso firme un retrato de relaciones que parecen moverse en un ciclo de renovación constante, mientras los deseos individuales trazan caminos opuestos.
La historia sigue a Mariña y Ada, interpretadas con una profunda naturalidad por Lidia Veiga y Ánxela Ríos. Su relación está marcada por una intimidad que Filgueira capta en primerísimos planos, donde el contacto entre ellas se vuelve casi hipnótico. La llegada de Tomás, un tercer personaje que interfiere en esta conexión, no es la entrada de una amenaza ni de una solución, sino la apertura de nuevas complejidades en sus deseos y la estructura de su relación. Tomás no busca romper la dinámica, pero su presencia invita a que afloren otras facetas de la relación de las protagonistas. En su trato sutil con la poligamia, Filgueira sugiere que las relaciones abiertas son, en última instancia, tan frágiles y complejas como cualquier otra.
El relato avanza sin prisa, con escenas extensas y silenciosas, permitiendo al espectador habitar el tiempo y el espacio de estos personajes. La cámara de Filgueira, a veces inquieta, como si quisiera también tocar la piel de los actores, logra crear un ambiente en el que cada roce y cada mirada dicen más que las palabras. Sin melodrama, el filme logra mantener un equilibrio que resiste la tentación de dramatizar los conflictos internos de sus personajes, dejando que la audiencia interprete las pausas y los gestos.
Uno de los puntos más distintivos de ‘Cuando Toco Un Animal’ es su tratamiento de la intimidad. En lugar de recurrir al clásico lenguaje cinematográfico del romance o el conflicto, Filgueira nos ofrece una serie de momentos viscerales y cargados de simbolismo. La naturaleza, los cuerpos y los espacios abiertos se vuelven extensiones de las emociones de los personajes. La repetición de ciertas imágenes –como el vuelo de las libélulas o la caída de una hoja– parece reflejar la fragilidad del propio deseo, un sentimiento que crece y muere en ciclos que se sienten tan inevitables como las estaciones.
A nivel formal, la decisión de incluir secuencias filmadas con una cámara de mano por los propios personajes añade una dimensión de autenticidad, permitiendo que el espectador experimente la historia como un observador silencioso. Esta técnica, lejos de alienar, acerca la narrativa a la realidad, como si el espectador formara parte de una confesión privada de los protagonistas.
Sin embargo, el filme no es indulgente con sus personajes. Mientras Mariña, por ejemplo, muestra una profundidad introspectiva en su proceso de adaptación a la presencia de Tomás, no se le ofrece un arco redentor ni conclusiones definitivas. Filgueira evita cualquier tipo de juicio moral o conclusión simplista, dejando en claro que, para estos personajes, el amor es un proceso constante de negociación, un intento de mantener el equilibrio en una dinámica que inevitablemente tiende al caos.
Al final, 'Cuando Toco Un Animal' es una película que no busca respuestas sino preguntas, dejando que sus personajes naveguen un camino sin brújula en el que las emociones surgen como pequeñas tormentas, impredecibles y, a menudo, sin resolución. Filgueira consigue una obra que observa la vida con la misma incertidumbre con la que se desarrolla; no hay moralejas aquí, solo el constante roce de la piel y los lazos que pueden romperse o endurecerse con cada nueva interacción.
'Cuando Toco Un Animal' ha sido proyectada en la más reciente edición de Rizoma Festival.