Cine y series

Reclutas

Andy Parker

2025



Por -

En el horizonte de las producciones televisivas de Netflix irrumpe ‘Reclutas’, creada por Andy Parker y concebida junto a Jennifer Cecil bajo la producción ejecutiva del desaparecido Norman Lear. La ficción se adentra en el universo del Cuerpo de Marines de Estados Unidos a comienzos de los años noventa, en un tiempo marcado por tensiones sociales y militares que coincidieron con el ocaso de la Guerra Fría y el preludio de la primera guerra del Golfo. A partir del libro autobiográfico The Pink Marine de Greg Cope White, la serie aborda las contradicciones de una institución que exige disciplina absoluta mientras reprime cualquier disenso interior. En ese terreno ambiguo se mueve Cameron Cope, interpretado por Miles Heizer, un joven que se incorpora a la vida castrense acompañado de su mejor amigo, Ray McAffey, interpretado por Liam Oh, buscando en el uniforme una forma de encajar en un mundo que parece exigir uniformidad incluso en lo íntimo.

La puesta en escena refleja un clima de vigilancia constante, donde la masculinidad se define como un ideal inamovible que pesa sobre cada recluta. Parker utiliza el marco del entrenamiento militar como metáfora de la adaptación social, un proceso que convierte la diferencia en algo que debe disimularse para sobrevivir. El protagonista, con un carácter reservado y observador, se enfrenta a una institución que pretende moldear cuerpos y conductas mediante un sistema de jerarquías y rituales. La ambientación reproduce el rigor del adiestramiento con precisión física, pero el interés de la serie se desplaza hacia los silencios, las miradas y las estrategias de camuflaje con las que cada personaje lidia con su identidad. En lugar de glorificar la dureza del entorno, la narración se concentra en las relaciones que surgen entre los soldados, marcadas por el compañerismo, la rivalidad y la necesidad de pertenencia.

El trabajo de Heizer dota a Cameron de una fragilidad sostenida por la determinación. Su interpretación evita los excesos y se apoya en la contradicción: la serenidad aparente que oculta una tensión constante. Frente a él, Liam Oh construye un Ray lleno de lealtad y ambigüedad, un muchacho atrapado entre el legado familiar y el afecto hacia quien encarna lo que el sistema no admite. Entre ambos se desarrolla una amistad que se resiste a las categorías habituales y que se convierte en el eje moral del relato. El resto de los reclutas, interpretados por un elenco diverso que incluye a Angus O’Brien, Rico Paris y Dominic Goodman, contribuyen a mostrar un mosaico de jóvenes que buscan definirse en medio de un orden que castiga la diferencia. Cada uno arrastra su propio secreto, su historia familiar, su deseo de reconocimiento. Esa variedad refuerza la idea de que el cuartel funciona como una miniatura del país, un espacio donde conviven distintas procedencias, creencias y contradicciones.

La serie destaca por la manera en que entrelaza el tono militar con una mirada irónica que evita el dramatismo enfático. Los ejercicios, las marchas y los castigos conviven con momentos de humor cotidiano que rompen la rigidez del ambiente. Parker y Cecil se apoyan en un ritmo narrativo que alterna el entrenamiento físico con secuencias domésticas centradas en la figura de Barbara, la madre del protagonista, interpretada por Vera Farmiga. Su presencia introduce otro tipo de disciplina: la emocional, construida sobre la inestabilidad y la manipulación. Barbara representa un hogar tan imprevisible como el cuartel, un lugar donde Cameron nunca logró sentirse seguro. Esa correspondencia entre lo familiar y lo militar articula una lectura social que va más allá del relato personal.

El guion evita el esquema habitual del drama bélico. La guerra, en sentido estricto, aparece en la distancia, mientras lo que se libra es una batalla interior entre la obediencia y el deseo de autenticarse. Parker plantea la masculinidad como una máscara sostenida por la repetición de gestos, frases y rituales. La cámara observa cómo los jóvenes aprenden a gritar, marchar y saludar de forma idéntica, mientras intentan conservar algo propio debajo de ese uniforme. Los personajes femeninos, aunque secundarios, ofrecen contrapesos simbólicos a esa dinámica. La capitana Fajardo, interpretada por Ana Ayora, se erige como una figura de autoridad distinta, capaz de imponerse sin renunciar a la empatía. A su modo, encarna una forma de liderazgo que contrasta con la dureza masculina que impera en el campo de entrenamiento.

La producción, rodada en una antigua base naval de Nueva Orleans, logra un equilibrio entre lo coral y lo íntimo. Las secuencias de grupo muestran el caos organizado del adiestramiento, mientras los primeros planos recogen las dudas que se instalan en los personajes. La fotografía, bañada por tonos terrosos y una iluminación seca, refuerza la sensación de encierro, mientras la banda sonora recurre a canciones de la época de Wilson Phillips y George Michael para marcar el contraste entre el mundo exterior y el encierro reglamentado de los marines. Ese uso del pop actúa como una ventana hacia la sensibilidad de Cameron, que encuentra en la música una forma de afirmar su individualidad frente al ruido de los fusiles.

Parker demuestra interés por el detalle histórico, aunque lo utiliza como telón de fondo. La serie se sitúa justo antes de la implantación de la política conocida como “Don’t Ask, Don’t Tell”, que institucionalizó el silencio sobre la orientación sexual dentro del ejército. Sin convertir la trama en un alegato, ‘Reclutas’ explora las consecuencias personales de ese contexto. Las reglas que rigen la vida militar se presentan como un espejo de una sociedad que teme la diferencia mientras la necesita para definirse. La narrativa evita los extremos: ni celebra la rigidez marcial ni la condena abiertamente. Prefiere observar las grietas que se abren cuando los individuos tratan de conciliar su identidad con las exigencias de un sistema que premia la homogeneidad.

El legado de Norman Lear atraviesa el proyecto con discreción. El veterano productor, célebre por incorporar temas sociales en la comedia televisiva, dejó en ‘Reclutas’ una huella que se percibe en el equilibrio entre lo cómico y lo reflexivo. La serie mantiene un tono accesible, sin renunciar a la crítica implícita. En su retrato de los marines, Parker se aparta de la propaganda habitual y también de la denuncia airada, optando por mostrar un ecosistema donde la camaradería convive con la represión y donde la disciplina se confunde con el miedo. Esa elección convierte a ‘Reclutas’ en una obra que invita a mirar más allá del uniforme, hacia las tensiones que atraviesan cualquier institución que exige lealtad total.

Vera Farmiga aporta a Barbara un aire entre la comicidad y la melancolía, componiendo un personaje que encarna el desorden moral del entorno civil. Su interpretación equilibra el dramatismo del cuartel con un retrato doméstico marcado por la ausencia afectiva. Entre madre e hijo se establece una distancia que ninguna carta ni llamada consigue acortar. Esa fisura familiar resuena con la estructura misma del relato, que alterna la vida dentro y fuera del cuartel para mostrar que el aprendizaje de Cameron trasciende el uniforme. La serie sugiere que la educación sentimental puede adquirirse en los lugares menos esperados, incluso en un campo de instrucción donde cada error se paga con castigo.

En su conjunto, ‘Reclutas’ propone una mirada contenida sobre la identidad, la obediencia y el compañerismo. La cámara de Peter Hoar, responsable del primer episodio, construye un tono uniforme que se mantiene estable a lo largo de la temporada, con un estilo que prioriza el orden visual sobre el dramatismo. El guion reparte la atención entre los distintos personajes sin perder el foco sobre Cameron, que funciona como hilo conductor entre los conflictos colectivos y los dilemas individuales. Las escenas compartidas con el sargento Sullivan, interpretado por Max Parker, introducen una capa adicional de ambigüedad: el veterano ve en el joven un reflejo de sí mismo y lo prepara para una batalla distinta, aquella que se libra contra el silencio impuesto por las reglas.

En definitiva, la serie se construye sobre una tensión permanente entre lo que se debe mostrar y lo que se oculta. Andy Parker logra articular una narración que combina la disciplina del relato militar con una sensibilidad que rehúye el sentimentalismo. ‘Reclutas’ se inscribe así en una tradición televisiva que utiliza el marco institucional para examinar los mecanismos de la identidad y el poder. Su mirada, serena y calculada, propone una aproximación distinta al universo castrense, donde el aprendizaje depende del esfuerzo por mantenerse fiel a aquello que define a cada individuo.

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