La identidad humana, cuando se somete a la censura, se convierte en un campo de batalla. En ese espacio donde el amor y el rechazo se cruzan, surge ‘Lilies Not For Me’, una película que nos arrastra al oscuro rincón de la historia que muchos preferirían olvidar. En un mundo donde los sentimientos se catalogaban como enfermedades y la libertad se encajonaba en normas de hierro, ¿qué lugar queda para quienes osan amar fuera de lo permitido?
Will Seefried no nos invita a contemplar una narración serena de una época pasada; nos lanza, más bien, a un terreno áspero y perturbador. Ambientada en la Inglaterra de los años 20, la película construye un universo donde los colores cálidos del campo contrastan cruelmente con las sombras de la represión y los horrores de la "cura" médica. Cada decisión estética parece una metáfora de las dualidades que atraviesan la vida de sus personajes: belleza contra dolor, esperanza contra resignación.
La historia sigue a Owen James (Fionn O'Shea), un joven novelista confinado en un hospital psiquiátrico que le promete "sanar" de su homosexualidad. Entre sesiones impuestas de citas con su enfermera Dorothy (Erin Kellyman), Owen revive en su memoria un verano pasado junto a Philip (Robert Aramayo), un amigo de la infancia que, entre dudas y remordimientos, se convierte en una figura clave en su despertar emocional y en su tortura psicológica. La narración, fragmentada entre el pasado y el presente, refleja con inquietante precisión la naturaleza cíclica de la represión y el auto-rechazo.
Los personajes de Seefried no son meras víctimas; son espejos fracturados de un sistema que asfixia. Philip encarna el tormento interno de quien desea con la misma intensidad con la que rechaza, mientras que Owen simboliza una frágil resistencia, una llama que se niega a extinguirse a pesar del viento cruel. En contraste, Dorothy aporta un matiz inesperado al convertirse en un canal de comprensión en un entorno destinado a aniquilar la empatía. Sus interacciones no solo relatan una época, sino que también resuenan con las luchas internas contemporáneas: el choque entre lo que el mundo exige y lo que uno verdaderamente es.
Visualmente, la película despliega una paleta de contrastes que subraya sus temas principales. Las escenas en el campo, con su estética casi onírica, parecen un oasis de libertad, mientras que el hospital se presenta como un lugar frío y opresivo, un espacio donde los sueños se desmoronan. La fotografía de Cory Fraiman-Lott y el diseño de producción de Birrie Le Roux colaboran para crear una atmósfera que captura tanto la belleza efímera del amor como la brutalidad de su represión.
El clímax de la película se despliega en un territorio visceralmente incómodo. Philip, atrapado en una espiral de autonegación, recurre a un procedimiento médico inspirado en hechos históricos reales: un trasplante testicular que promete "curar" la homosexualidad. La representación de esta intervención, aunque no explícita, es lo suficientemente impactante como para obligar al espectador a confrontar las atrocidades de un pasado que todavía proyecta sus sombras.
El guion de Seefried, sin embargo, no se conforma con ilustrar el sufrimiento. Hay momentos en los que el arte, como refugio, se filtra en la narrativa, ofreciendo a Owen una forma de resistencia. La película no solo indaga en las cicatrices que deja la represión, sino que también celebra el poder transformador de la autoexpresión, una idea que resuena con urgencia en un mundo donde las identidades aún luchan por ser reconocidas.
A pesar de sus aciertos, ‘Lilies Not For Me’ no está exenta de defectos. Las transiciones entre pasado y presente, aunque temáticamente poderosas, a veces se sienten abruptas, dejando al espectador desorientado. Además, ciertas relaciones, como la de Owen con Charles (Louis Hofmann), aunque cargadas de simbolismo, carecen de la profundidad necesaria para igualar el impacto emocional de las escenas con Philip.
En su conjunto, la película es un testimonio contundente de las atrocidades de la represión histórica y un llamado a la introspección sobre cómo seguimos perpetuando ciertos prejuicios. Will Seefried, en su debut como director de largometraje, ha entregado una obra que no busca consolar, sino incomodar. ‘Lilies Not For Me’ nos obliga a mirar hacia atrás, no con nostalgia, sino con una mezcla de horror y determinación de no repetir los errores del pasado.
La película ha sido proyectada en la más reciente edición de LesGaiCinemad