Cine y series

Incontrolables

Mae Martin

2025



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Un bosque oscuro, un adolescente que corre sin descanso y una voz que resuena con ecos extraños. Así arranca ‘Incontrolables’, la serie creada por Mae Martin para Netflix que combina drama juvenil y suspense en un relato de aislamiento y manipulación. Martin, conocido por haber trabajado en la comedia autobiográfica ‘Feel Good’, da un giro total hacia un género marcado por la tensión psicológica y la construcción de un entorno que atrapa a quienes lo habitan.

La narración sitúa al espectador en los primeros años de la década de 2000. Dos chicas canadienses, Abbie y Leila, llegan a una institución que se presenta como reformadora pero que despliega dinámicas severas disfrazadas de terapia. Al mismo tiempo, Alex, un policía en busca de un nuevo comienzo, se traslada con su pareja Laura, embarazada y con un pasado vinculado al lugar. El contraste entre la aparente normalidad del pueblo y las sombras del internado estructura la historia.

Evelyn, directora del centro, se presenta como figura maternal y confiable ante los vecinos. Sin embargo, la serie introduce desde el inicio señales de alarma: desapariciones, rituales cargados de simbolismo y un control absoluto sobre la comunidad. Toni Collette interpreta a este personaje con una mezcla calculada de cordialidad y amenaza, reforzando la ambigüedad que domina cada capítulo.

Mae Martin, además de creador, interpreta a Alex. Su personaje sirve de bisagra entre la vida cotidiana de la localidad y el descubrimiento de prácticas inquietantes en el internado. La construcción del rol evita el cliché del héroe convencional y muestra a alguien vulnerable que busca proteger a su futura familia mientras se enfrenta a un entorno marcado por secretos.

Las adolescentes Abbie y Leila aportan un ángulo complementario. Su amistad, marcada por complicidad y rebeldía, se convierte en el eje juvenil de la serie. Desde el primer episodio deben afrontar encierros, dinámicas de humillación pública y terapias colectivas que transforman la necesidad de pertenencia en un mecanismo de control. Las interpretaciones de Sydney Topliffe y Alyvia Alyn Lind aportan veracidad a esas escenas, reforzando la tensión entre ingenuidad y resistencia.

Laura, la esposa de Alex, representa la figura de quien regresa al lugar de su adolescencia con recuerdos contradictorios. Haber pasado por la academia en el pasado la convierte en un personaje oscilante entre la nostalgia y la incomodidad. Su vínculo con Evelyn añade una tensión doméstica que refleja cómo las instituciones pueden moldear relaciones personales más allá de sus muros.

El contexto en que surge ‘Incontrolables’ remite a la conocida industria norteamericana de centros para adolescentes conflictivos. La serie conecta con ese trasfondo y lo traslada al terreno de la ficción, alternando episodios de investigación policial con escenas de encierro juvenil y retratos de una comunidad aparentemente inclusiva que legitima la disciplina extrema.

Visualmente, la dirección apuesta por atmósferas densas. Los paisajes boscosos transmiten aislamiento y las escenas dentro del centro recuerdan más a un correccional que a un colegio. El diseño sonoro amplifica ruidos cotidianos hasta volverlos extraños, acentuando la sensación de vigilancia. Estos recursos refuerzan la percepción de encierro y desconcierto.

La serie abre un abanico amplio de temas. Habla de manipulación institucional, de la necesidad de pertenecer a un grupo y de los riesgos de delegar la educación en manos de líderes carismáticos. También plantea cómo determinadas comunidades, incluso las que se presentan como abiertas e inclusivas, pueden aplicar dinámicas de control con gran severidad. En ese sentido, ‘Incontrolables’ se suma a una tradición de relatos sobre pequeñas localidades con secretos que reflejan tensiones sociales universales.

El tono híbrido entre drama juvenil y crítica social envuelta en códigos de thriller marca la propuesta. Esa indefinición puede resultar atractiva para algunos espectadores y desconcertante para otros, pero forma parte del diseño narrativo. La oscilación entre lo siniestro y lo irónico es un rasgo deliberado que busca mantener al espectador en alerta constante.

El reparto ofrece un conjunto equilibrado. Toni Collette imprime fuerza en cada aparición, Mae Martin transmite cercanía y vulnerabilidad y Sarah Gadon aporta un matiz ambiguo esencial para comprender el alcance de la academia. Los jóvenes completan el cuadro con interpretaciones que abarcan desde la rebeldía ingenua hasta la sumisión interiorizada.

‘Incontrolables’ se integra en la línea de ficciones interesadas en mostrar la cara más oscura de las instituciones que se presentan como protectoras de los jóvenes. Su interés radica en cómo conecta la intimidad de los personajes con dinámicas colectivas que evidencian el riesgo de ceder autonomía a figuras de poder. Mae Martin demuestra capacidad para salir de la comedia autobiográfica y lanzarse a un relato coral que, con sus altibajos, logra mantener la atención.

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