El proyecto ‘Homo Argentum’ de Mariano Cohn y Gastón Duprat se presenta como una mirada directa y sarcástica sobre la sociedad argentina contemporánea. Los directores vuelven a confiar en Guillermo Francella, que asume dieciséis personajes distintos en un conjunto de relatos breves conectados por un mismo tono irónico. La película, distribuida por Star, combina humor y observación social a través de escenas que retratan la vida urbana, el oportunismo, la arrogancia y la pérdida de valores colectivos. Desde su estructura hasta su planteamiento, los directores recurren a la tradición de la comedia por episodios que popularizaron cineastas italianos como Dino Risi o Mario Monicelli, aunque adaptan esa herencia al ritmo acelerado y al individualismo de la actualidad. 'Homo Argentum' no busca ternura ni reconciliación; su propósito es dejar al descubierto el desinterés por la empatía y el culto a la apariencia que marcan el presente argentino.
Los dieciséis relatos funcionan como un retrato coral de distintas clases y actitudes sociales. Cada uno presenta una situación reconocible: un empresario que pretende lavar su conciencia ayudando a un joven marginal, un sacerdote desbordado por su propia frustración, un político atrapado en su decadencia, un padre incapaz de aceptar la independencia de su hijo adulto o un cineasta que predica valores sociales mientras actúa de forma contraria. En conjunto, forman un retrato sin compasión de un país en el que la hipocresía se convierte en rutina. Francella aparece en todos los papeles como símbolo de esa repetición de conductas. Su actuación se apoya en ligeras variaciones de tono, gestualidad y voz que logran diferenciar cada personaje sin romper la unidad general. El trabajo de cámara de Leonardo Rosende refuerza esta idea mediante planos cerrados y composiciones que encierran a los protagonistas en espacios saturados, como si estuvieran atrapados por su propia falsedad. El diseño de arte de Vera Español utiliza colores intensos y decorados cargados de símbolos para subrayar la presencia constante del consumo, el ego y la competencia.
El guion de Andrés Duprat, junto con los directores, opta por mostrar situaciones breves con desenlaces contundentes. Cada episodio concluye en el momento exacto en que el espectador reconoce la mezquindad o el absurdo de lo que ocurre. Esa estructura confiere al conjunto un ritmo irregular, pero también una energía que impide la monotonía. 'Noche de suerte', con un vigilante de seguridad atrapado en una rutina que se quiebra por un encuentro inesperado, se distingue por su mezcla de deseo y frustración. 'Piso 54' presenta un enfrentamiento en un ascensor entre un empresario acusado de violencia y una mujer que exige rendición de cuentas, escena donde la tensión sustituye a cualquier argumento moral. En 'El niño eterno', un padre vive harto de un hijo adulto que se comporta como un adolescente sin propósito. En 'Un film necesario', la sátira se centra en un director de cine que predica compromiso social mientras encarna la misma vanidad que critica. Cada relato funciona como un espejo de una sociedad donde la apariencia y el poder ocupan el lugar de cualquier principio ético.
La película aborda implicaciones políticas y morales con una mirada sarcástica. Cohn y Duprat retratan una Argentina polarizada, atravesada por el clasismo y la desconfianza. Las referencias a la corrupción, al culto al dinero y al desprecio por la ética pública recorren el conjunto. En ese sentido, 'Homo Argentum' retrata la convivencia entre cinismo y resignación como rasgo característico de una época en la que la ironía sustituye al compromiso. El empleo de un único actor para todos los papeles refuerza esta idea: cada ciudadano refleja la conducta de los demás, como si la sociedad entera se repitiera a sí misma. Esa decisión formal convierte la multiplicidad de personajes en una alegoría sobre la uniformidad de las actitudes. Los directores parecen sostener que el conformismo es el nuevo rostro del éxito y que la degradación moral se ha convertido en un valor social aceptado.
El apartado técnico cumple una función narrativa precisa. La edición de David Gallart organiza los relatos con ritmo cortante, eliminando cualquier transición suave entre ellos. Ese encadenamiento brusco crea la sensación de un catálogo social donde cada historia interrumpe a la anterior sin permitir descanso. La música de Federico y Matías Mercuri introduce una contradicción calculada: melodías ligeras acompañan escenas de egoísmo o crueldad, reforzando la distancia entre apariencia y contenido. El montaje visual de carteles, pantallas y anuncios, ubicados incluso dentro de las escenas, actúa como comentario sobre la saturación publicitaria que domina la vida contemporánea. Cohn y Duprat aprovechan esa sobreexposición para remarcar la confusión entre valor económico y prestigio moral. El producto audiovisual, de este modo, se convierte en una crítica hacia sí mismo.
El humor de 'Homo Argentum' no busca complacencia. Las risas aparecen entre incomodidad y reconocimiento. Los directores exponen comportamientos comunes sin moralizar, dejando que la simple repetición de conductas revele la falta de escrúpulos generalizada. Algunos momentos alcanzan una acidez eficaz, como en 'La novia de papá', donde tres hijos planean quedarse con la herencia antes de que su padre formalice una relación con una mujer mucho más joven, o en 'Un hombre decidido', donde un ciudadano armado cree impartir justicia y acaba mostrando la paranoia colectiva. La película combina sátira y realismo con un equilibrio difícil, y aunque algunos relatos resultan más certeros que otros, el conjunto mantiene coherencia en su tono. El espectador se enfrenta a un espejo incómodo: cada historia parece señalar un comportamiento social que se repite fuera de la pantalla.
Guillermo Francella sostiene la película con una interpretación basada en la precisión. Su manera de hablar, de moverse y de adaptar su presencia al entorno construye una galería de personajes que comparten el mismo aire de autosuficiencia. En 'El auto de mis sueños', el actor crea una mezcla de violencia contenida y camaradería impostada que representa el orgullo masculino llevado al límite. En 'La fiesta de todos', su personaje participa en una celebración deportiva que termina convirtiéndose en un caos de euforia y frustración. Francella logra que cada figura tenga identidad y, al mismo tiempo, refleje un mismo patrón moral. Su trabajo encarna la idea de que la comedia puede ser un medio eficaz para exponer la crueldad social sin necesidad de discursos explícitos.
En conjunto, 'Homo Argentum' se presenta como una radiografía amarga de la sociedad argentina. Cohn y Duprat construyen un mosaico de actitudes que describen un país dividido entre el deseo de éxito y la incapacidad para asumir responsabilidades colectivas. La sátira se apoya en una puesta en escena calculada, una dirección precisa y un actor que concentra toda la atención. El resultado es una película que utiliza la comedia como herramienta de observación, una mirada sobre la vida contemporánea en la que el cinismo se ha vuelto costumbre y la ironía funciona como refugio frente a la mediocridad general. El film de Cohn y Duprat plantea un retrato incómodo, directo y coherente con su propósito: exponer sin disimulo la degradación moral de una sociedad que se ríe de sí misma mientras repite sus defectos.
