Cine y series

El juego más peligroso

Rajesh M. Selva

2025



Por -

Desde Chennai emerge una propuesta televisiva que mira hacia la industria del videojuego con un tono áspero y un trasfondo inquietante. ‘El juego más peligroso’, dirigida por Rajesh M. Selva, se adentra en un escenario poco habitual para el thriller en lengua tamil: el universo profesional de los diseñadores digitales y las tensiones sociales que conviven dentro de él. La elección de este contexto no es fortuita, pues permite unir la vertiente tecnológica con la herencia cultural de un país en el que el peso de los roles de género continúa siendo determinante.

El relato se articula en torno a Kavya Rajaram, interpretada por Shraddha Srinath, desarrolladora con prestigio en ascenso que logra reconocimiento por un proyecto en el que combina innovación técnica con discurso feminista. Su carrera se consolida en un sector dominado por hombres, algo que convierte cada avance en un desafío frente a colegas, periodistas y usuarios acostumbrados a situarla en un lugar secundario. La serie la coloca desde el inicio en el centro de un huracán mediático, laboral y personal, y a partir de ahí despliega un mecanismo narrativo que mezcla investigación criminal con denuncia social.

Rajesh M. Selva dirige los siete episodios con un pulso que alterna tensión inmediata y construcción atmosférica. Le interesa menos la espectacularidad que la persistencia de un malestar que se filtra en la vida cotidiana de su protagonista. Cada escena que muestra una conversación laboral teñida de paternalismo, cada entrevista en la que se le recuerda su vínculo con su marido antes que sus logros, apunta hacia un retrato que revela cómo los avances profesionales de las mujeres siguen enfrentando resistencias enraizadas. El guion, coescrito con Deepthi Govindarajan y Karthik Bala, mantiene esa mirada al mismo tiempo que introduce giros propios del thriller.

La trama comienza con un premio que coloca a Kavya en el centro de la atención pública. Ese éxito precipita un ataque que la deja inconsciente en la orilla de una playa y abre la puerta a un relato de acoso digital, violencia física y sospechas en múltiples direcciones. La estructura utiliza saltos temporales para desvelar cómo las burlas en foros se transforman en amenazas y, finalmente, en agresión planificada. La elección de situar el punto de partida en la imagen de la protagonista desvalida en un espacio abierto y nocturno refuerza la sensación de vulnerabilidad y alerta.

La dimensión política de la serie aparece en varias capas. Por un lado, se plantea cómo el anonimato de internet facilita el hostigamiento colectivo contra mujeres visibles en sectores de prestigio. Por otro, se expone el papel de los medios, dispuestos a enmarcar los logros de una diseñadora en función de su relación sentimental. También se perciben alusiones a la precariedad del sistema policial y a la presión de las empresas tecnológicas, más preocupadas por proteger su marca que por la seguridad de quienes trabajan en ellas. La figura del jefe de Kavya encarna esa mentalidad empresarial que privilegia la reputación corporativa por encima de cualquier otra consideración.

Dentro de este panorama, varios personajes secundarios aportan capas adicionales. Anoop, esposo de la protagonista y también creador de videojuegos, encarna el dilema del compañero que, aun mostrando afecto, se ve atravesado por la rivalidad laboral y la incomodidad frente a la autonomía femenina. La inspectora Banumathi, interpretada por Chandini Tamilarasan, simboliza las trabas que enfrentan incluso las profesionales de la seguridad pública, obligadas a demostrar su valía en un entorno que las relega. La sobrina de Kavya, Tara, introduce un hilo argumental sobre adolescentes atrapadas en trampas digitales que terminan desbordando la esfera privada.

El interés del proyecto reside en cómo entrelaza todos estos frentes dentro de un mismo tejido narrativo. La amenaza contra la protagonista no surge de una fuente aislada, sino de un conjunto de presiones que se acumulan en diferentes espacios: la familia, la empresa, las redes sociales, la vida nocturna urbana. El espectador asiste a un mosaico de violencias cotidianas que, sumadas, construyen un clima de persecución constante. La ficción no se limita a reproducir tópicos de género, pues sitúa los hechos dentro de un ecosistema contemporáneo marcado por la conexión permanente y la mercantilización de la vida digital.

Estéticamente, la serie apuesta por un tono sombrío, con iluminación que tiende a los contrastes marcados y una puesta en escena que aprovecha oficinas, bares y playas como lugares de tensión. Los diálogos alternan inglés y tamil, reflejando la convivencia lingüística propia de la clase media urbana, y subrayan la dualidad entre lo global y lo local en la industria tecnológica india. Esta mezcla da pie a discusiones de pareja donde se cruzan aspiraciones de modernidad con tradiciones que todavía pesan.

El ritmo narrativo se apoya en los cliffhangers de final de episodio, un recurso frecuente en el thriller televisivo. En ocasiones, esos giros se perciben forzados, más cercanos al deseo de mantener al público enganchado que a la lógica interna del relato. Sin embargo, funcionan como catalizadores que impiden que la trama pierda tracción. El efecto acumulativo de estas sorpresas, acompañado de una duración relativamente ajustada, permite mantener la atención incluso cuando los personajes se mueven por sendas previsibles.

Shraddha Srinath sostiene la serie con una interpretación que combina firmeza exterior y agitación interna. Logra transmitir la determinación de una mujer que se niega a ser reducida a acompañante y, al mismo tiempo, la fragilidad que se abre paso cuando la violencia alcanza su cuerpo y su intimidad. Santhosh Prathap ofrece un contrapeso más apagado, representando a un hombre dividido entre la admiración por su pareja y la incomodidad que le provoca su éxito. Entre los secundarios, destaca Syama Harini como Anne, asistente que se convierte en voz de conciencia y figura de apoyo.

‘El juego más peligroso’ se presenta como un producto que mezcla entretenimiento y denuncia social. Su mayor logro radica en visibilizar la persistencia del machismo en un sector considerado vanguardia económica, y en señalar cómo la cultura digital amplifica los mecanismos de hostigamiento tradicionales. La serie consigue convertir el gaming en metáfora de una lucha más amplia, donde cada nivel superado abre paso a un desafío mayor y donde la partida nunca se juega en solitario.

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