La búsqueda de la identidad, ese pilar fundamental que define nuestras vidas, se convierte en una travesía cargada de desafíos cuando los sistemas sociales, familiares y legales se alzan en oposición. En ‘Woman Of’, dirigida por Małgorzata Szumowska y Michal Englert, se nos presenta una cruda reflexión sobre los obstáculos que enfrenta una persona cuando la autenticidad interior choca con las expectativas y restricciones externas. A través de la vida de Aniela, una mujer trans en una Polonia que cambia con el tiempo pero sigue aferrada a sus estructuras más conservadoras, la película ofrece una ventana a la realidad de quienes, como Aniela, luchan por existir en un entorno que niega su esencia. En un mundo donde la política y la identidad están inextricablemente unidas, la película invita a reflexionar sobre el coste personal y emocional de vivir fuera de las normas impuestas.
‘Woman Of’ traza la vida de Aniela desde los años 80 hasta el presente, mientras Polonia transita por momentos clave de su historia, como la caída del comunismo y el surgimiento de una nueva era política. Sin embargo, mientras el país parece avanzar, los derechos y el reconocimiento de las personas LGBTQ+ permanecen relegados. A través de este marco histórico, Szumowska y Englert construyen una narrativa que no solo es íntima, sino también profundamente crítica con la sociedad que rodea a la protagonista. La resistencia de Aniela a ser encasillada en un rol que no le pertenece refleja la tensión entre la individualidad y las rígidas expectativas sociales. La película se convierte, así, en un estudio sobre la supervivencia y la lucha diaria por reclamar un espacio en un mundo que parece no estar preparado para aceptar la diversidad.
Aniela es interpretada por dos actores, Mateusz Wieclawek en su juventud como Andrzej, y más adelante por Małgorzata Hajewska-Krzysztofik, cuya caracterización destaca por su sutileza y fuerza. Desde el principio, la identidad de Andrzej se percibe como algo inestable, con señales tempranas como el rechazo a cumplir con las normas tradicionales de género. Estos momentos iniciales, marcados por pequeñas revelaciones, se entrelazan con los cambios políticos y sociales de Polonia, lo que convierte la experiencia de Aniela en un símbolo más amplio de la lucha por la libertad individual frente a un régimen represivo. El meticuloso trabajo de ambos actores logra transmitir con profundidad el dolor y la valentía de una persona que se enfrenta a un mundo que se niega a reconocer su existencia.
Uno de los aspectos más notables de la película es su capacidad para abordar las complejidades de las relaciones interpersonales, especialmente el matrimonio de Aniela con Iza, interpretada por Joanna Kulig. A lo largo de los años, la relación se transforma de una conexión amorosa y física a una tensión constante entre el amor y el rechazo. La película muestra de manera contundente cómo la transición de Aniela no solo afecta a su relación con su propio cuerpo, sino también a su papel dentro de su familia, cuestionando constantemente los límites del amor y la aceptación. El personaje de Iza, que pasa de ser una esposa cómplice a una figura que lucha por entender y aceptar la nueva realidad, refleja las dificultades emocionales que acompañan el proceso de transición, no solo para la persona trans, sino también para quienes están a su alrededor.
El filme no rehuye mostrar los múltiples obstáculos legales, médicos y sociales que Aniela enfrenta en su camino hacia la autoaceptación. Las escenas en las que Aniela se enfrenta a los jueces, doctores y funcionarios que cuestionan su identidad resaltan la deshumanización sistemática que experimentan las personas trans en sociedades que no han reconocido plenamente sus derechos. La lucha de Aniela contra un sistema que insiste en borrarla de la existencia se presenta de manera descarnada, exponiendo las barreras burocráticas y el sufrimiento emocional que conlleva el simple deseo de ser reconocida tal como es.
Sin embargo, entre tanta adversidad, la película también encuentra momentos de belleza y esperanza. La relación de Aniela con sus hijos y algunos amigos cercanos que aceptan su identidad de manera incondicional ofrece un respiro emocional, un recordatorio de que, aunque la lucha sea ardua, siempre hay espacio para la comprensión y el apoyo. Estas escenas, delicadamente filmadas, equilibran el tono sombrío de la película, permitiendo al espectador experimentar las pequeñas victorias que hacen que la lucha diaria valga la pena.
'Woman Of' logra evitar el sensacionalismo y la tragedia exagerada, presentando en su lugar un retrato sincero y humano de lo que significa vivir una vida auténtica en un contexto que constantemente te niega esa posibilidad. Aunque la película no evade los momentos de sufrimiento, tampoco se centra exclusivamente en ellos. Los directores optan por un enfoque más matizado, que permite ver a Aniela no solo como una víctima, sino como una persona completa, con momentos de alegría, amor y, sobre todo, una profunda determinación.
En el ámbito técnico, el trabajo de cámara de Michał Englert es especialmente destacado. A través de su lente, la película captura tanto la dureza del mundo exterior como la delicadeza de los momentos más íntimos de la protagonista. La cinematografía, con su uso de luces suaves y encuadres cuidadosamente seleccionados, crea una atmósfera que acompaña perfectamente el tono introspectivo del filme. Cada plano parece estar impregnado de significado, reflejando tanto el viaje personal de Aniela como las luchas internas y externas que enfrenta.
En definitiva, ‘Woman Of’ es un testimonio visual de una vida vivida en conflicto con las normas sociales, pero también de una resistencia que se niega a ser silenciada. La película no busca ofrecer respuestas fáciles ni soluciones definitivas a los desafíos que presenta, sino más bien abrir un espacio para la reflexión y el diálogo sobre la complejidad de la identidad de género en un contexto que no está preparado para aceptarla plenamente. A través de su narrativa pausada y su enfoque en los detalles más humanos, la película nos recuerda que, en última instancia, la lucha por la identidad es una lucha por el reconocimiento y el derecho a existir en un mundo que sigue imponiendo fronteras.
