En un mundo donde la verdad se fragmenta en matices ambiguos y la identidad se construye a través del rechazo y la aceptación, ‘Wicked Parte Uno’ nos sumerge en un relato donde la moralidad no es blanca ni negra, sino un caleidoscopio de contradicciones. ¿Qué ocurre cuando lo que consideramos malvado es simplemente una perspectiva distorsionada por el miedo y la ignorancia? La película se despliega como un interrogante sobre la naturaleza de la justicia y el poder, poniendo en jaque nuestras certezas más arraigadas.
En este universo de opulencia visual, Elphaba, una figura marcada desde su nacimiento por un estigma ineludible —su piel verde—, encarna a todos aquellos que han sido reducidos a caricaturas por su diferencia. Su lucha no es solo contra la tiranía, sino contra el propio mito que la define. Jon M. Chu, con una dirección ambiciosa, presenta un mundo de fantasía que desborda artificio y espectáculo, pero que a su vez alberga un núcleo profundamente humano. La historia de Elphaba es también la historia de la marginación, el prejuicio y la resistencia.
Elphaba (Cynthia Erivo) y Glinda (Ariana Grande) se enfrentan no solo entre sí, sino contra el destino que les ha sido impuesto. Erivo, magnética y vulnerable, eleva su personaje más allá de lo que la narrativa permite, dotándolo de una furia y dignidad que resultan esenciales. Grande, por su parte, encuentra en la superficialidad de Glinda un terreno fértil para la sátira y la autocrítica, evitando caer en clichés.
La puesta en escena combina elementos de teatro musical y un despliegue cinematográfico grandioso que, aunque excesivo por momentos, consigue capturar la inmensidad de un universo donde la crueldad y la esperanza se enfrentan sin tregua. Los escenarios deslumbran y la dirección artística muestra una minuciosidad digna de reconocimiento, aunque el abuso del CGI ocasionalmente desdibuja la autenticidad buscada.
Sin embargo, el filme tambalea cuando se inclina hacia el didactismo moral, subrayando con insistencia lo que el guion podría haber insinuado con mayor sutileza. La subtrama de los animales parlantes y la represión que sufren es un eco distorsionado de nuestra realidad, eficaz pero carente de frescura.
En cuanto a los números musicales, destaca especialmente “Defying Gravity,” interpretado con una fuerza avasalladora por Erivo, quien transforma una canción icónica en un grito de libertad innegociable. No obstante, algunas coreografías carecen de espontaneidad, atrapadas en una coreografía que se siente predefinida hasta la última nota.
El mayor logro de ‘Wicked Parte Uno’ reside en la complejidad con la que aborda el mito fundacional que todos conocemos. ¿Qué significa ser bueno en un mundo que define lo correcto según sus propios intereses? Jon M. Chu no ofrece respuestas fáciles, pero nos invita a repensar los límites de lo moralmente aceptable, dejando entrever que quizás todos somos producto de nuestras circunstancias, para bien o para mal.