Cine y series

Who By Fire

Philippe Lesage

2024



Por -

El cine de Lesage funciona lejos de un espejo nítido o de una alegoría pesada; se siente como un pozo de agua turbia donde, al mirar, cada rostro se distorsiona, cada intención se vuelve ambigua, cada deseo aparece contaminado. En ‘Who By Fire’, el conflicto estalla poco a poco por las grietas del pasado compartido, las envidias larvadas, los deseos no dichos. Lo que empieza como una reunión entre viejos conocidos, Albert, el guionista exitoso, y Blake, el cineasta documental retirado en su paraíso salvaje, pronto se convierte en un campo minado de recriminaciones y juegos de poder.

Blake, encarnación del macho carismático, domina la escena con la naturalidad de quien habita su territorio. Su chalet representa más que un refugio físico: se convierte en un escenario donde orquesta, moldea, seduce y empuja a quienes lo rodean. Albert, con su prestigio a cuestas, carga un rastro de inseguridades, una torpeza que se amplifica bajo la mirada afilada de su anfitrión. Lesage capta este pulso desigual con planos largos que rehúyen el montaje explicativo: el espectador recibe señales sutiles, permanece en el plano, absorbe los detalles, deja que el tiempo haga su trabajo.

El grupo se completa con los adolescentes, Aliocha y Jeff, quienes funcionan como piezas activas de este tablero emocional. Jeff destaca por su confusión entre admiración y celos, entre deseo genuino y hambre de conquista. Aliocha, mientras tanto, navega entre la curiosidad y la resistencia, entre la búsqueda de su propio espacio y la presión masculina que la rodea, ya sea en forma del mejor amigo, del hermano o del propio Blake.

La fuerza del film surge al evitar reducir a sus personajes a simples víctimas o verdugos. Cada figura aparece atravesada por contradicciones, por gestos que revelan y esconden al mismo tiempo. En las secuencias de cena, donde la conversación gira lentamente hacia el reproche y el desdén, Lesage convierte la palabra en un arma sutil: los planos fijos se transforman en cuchillas invisibles, el tono de voz desplaza lo que las palabras callan. En esos espacios, la película captura lo que el ruido exterior jamás alcanza: la forma en que la violencia social y afectiva se desliza dentro de las paredes de lo cotidiano.

La naturaleza, omnipresente, sirve como algo más que telón de fondo. Las cacerías, los paseos por el bosque, las escenas en los rápidos, funcionan como extensiones simbólicas de los choques humanos. Cada salida al exterior intensifica lo que ya hierve adentro. Hay algo casi ritual en la manera en que los personajes se enfrentan, como si repitieran un ciclo que los devora una y otra vez. La figura del mentor, tan deseada como decepcionante, recorre toda la historia: Blake representa tanto poder, prestigio, magnetismo.

La adolescencia se presenta menos como un tiempo idílico y más como una etapa marcada por el roce permanente con las fallas de los adultos. Jeff y Aliocha buscan encontrar sentido en medio de un entorno que ofrece más frustraciones que ejemplos. La relación entre ellos se construye desde la confusión, el deseo torpe, el empuje por marcar un lugar. Lesage evita romantizar juventud o madurez: en su mundo, todos arrastran grietas, todos ensayan sin garantías.

Formalmente, ‘Who By Fire’ rehúye las soluciones rápidas. Su duración extendida se percibe como una apuesta por dejar que las situaciones respiren. Los silencios cargan, tensionan, anticipan. La música, intercalada de manera estratégica, aporta una capa adicional que dirige poco la emoción y más bien la envuelve, la deja vibrar. El trabajo con el espacio, con la madera, el vidrio, el aire exterior que apenas entra, amplifica la sensación de encierro emocional.

Las actuaciones, precisas sin caer en lo teatral, refuerzan esta dirección. Arieh Worthalter, como Blake, desliza su magnetismo sin caricaturas. Paul Ahmarani, como Albert, dibuja a un hombre atrapado entre la nostalgia y la derrota. Los adolescentes, con Noah Parker como Jeff y Aurélia Arandi-Longpré como Aliocha, sostienen sus papeles sin recurrir a gestos sobreactuados.

‘Who By Fire’ se presenta lejos de cualquier estudio moralizante. El interés se centra en el dibujo fino de los mecanismos, las pequeñas derrotas, las victorias pírricas. Cada gesto cuenta, cada silencio carga con su propio peso. En la espesura del bosque, entre los gritos de los animales y los chasquidos de las ramas, los humanos se enfrentan a algo que pocos logran nombrar, aunque termine por definirlos.

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