La vida se filtra por las ranuras de una puerta cerrada. Un sonido de tuberías, un golpe seco de la cisterna, el eco de voces que resuenan desde el otro lado de la pared. Hay quienes encuentran su paz en el pliegue de una esquina, en el rincón de una librería polvorienta o entre las líneas de un cuaderno a medio escribir. Para Antonia, protagonista de ‘Un baño propio’, la paz se encuentra en el único espacio donde el mundo se detiene: el cuarto de baño. No hay otro lugar en la casa donde una mujer pueda marcar un límite tan claro con una sola palabra: "ocupado".
Lucía Casañ ha construido una película que no se resiste a la extravagancia, pero tampoco la busca con ahín. ‘Un baño propio’ se mueve entre lo surreal y lo mundano, en un equilibrio inestable donde la cotidianeidad se descompone en fragmentos de absurdo controlado. La historia de Antonia, interpretada por una magnética Nuria González, es la de una mujer que ha asumido las reglas del juego doméstico hasta que decide torcerlas. Su universo gira en torno a los baños, los propios y los ajenos, espacios donde no se le exige que sea esposa, madre ni ama de casa, sino solo un cuerpo presente con pensamientos propios. Casañ entiende que la emancipación puede partir de la reivindicación de un espacio concreto, y lo exprime hasta sus últimas consecuencias.
La película transita entre lo cómico y lo amargo con una fluidez que rara vez pierde su cadencia. Antonia no busca redención ni venganza, solo quiere un lugar donde escribir sin interrupciones. El guion, escrito por la propia directora, juega con esta premisa hasta llevarla a extremos insospechados, pero sin caer en lo grotesco. Hay un humor seco, casi imperceptible, que se cuela en los silencios, en la disposición de los objetos, en la forma en que los personajes entran y salen del encuadre como si fueran piezas de un mecanismo que ya no responde a la lógica habitual.
Casañ evita cualquier comparación con la gran tradición del cine feminista o con la comedia negra al uso. En su lugar, opta por un lenguaje visual que toma prestado de la estética del realismo mágico sin perder su anclaje en lo cotidiano. La dirección de arte es una pieza clave: los baños de la película son lugares con identidad propia, mundos en miniatura donde el color, la luz y los objetos cuentan su propia historia. La fotografía de Borja V. Salom trabaja en este mismo sentido, combinando encuadres cerrados que enfatizan la sensación de encierro con momentos de apertura que dotan a la historia de un extraño lirismo.
Uno de los mayores aciertos de ‘Un baño propio’ es cómo trata la relación entre la protagonista y los personajes que orbitan en su entorno. La dinámica con su marido, interpretado por Carles Sanjaime, es un reflejo de décadas de rutina y concesiones silenciosas. Su interacción con Bob, el poeta de los retretes, encarnado por Antonio Martínez, introduce un elemento de caos necesario para romper la estructura de la historia. Y luego está el pez Fernando, una presencia tan absurda como simbólica, que encarna esa pulsación de libertad que Antonia persigue sin saberlo del todo.
Si la película tropieza en algún punto, es cuando su juego simbólico amenaza con devorar la narración. Hay instantes en los que las imágenes parecen querer decir más de lo que el propio relato puede sostener, pero incluso en esos momentos la dirección de Casañ logra mantener la coherencia del conjunto. La estructura se sostiene porque nunca se abandona la perspectiva de Antonia, cuyo mundo interior es lo suficientemente rico como para absorber los desvaríos más extremos sin perder su esencia.
‘Un baño propio’ es una película que desafía la idea de lo privado y lo público desde un ángulo insólitamente lúdico. Su propuesta es tan específica como universal: un espacio personal, un lugar inviolable donde el tiempo se detiene y donde nadie puede irrumpir sin permiso. En ese sentido, lo que Casañ pone sobre la mesa es mucho más que un juego de absurdos o una fábula doméstica. Es un recordatorio de que la libertad, por modesta que parezca, siempre comienza con una puerta cerrada.
