Cine y series

Tiempo compartido

Olivier Assayas

2024



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Los momentos de pausa obligada en la vida, aquellos en los que el mundo parece haberse detenido y la rutina diaria queda suspendida, suelen ser reflejo de introspección. ‘Tiempo compartido’, dirigida por Olivier Assayas, navega en este terreno ambiguo del confinamiento pandémico, planteando preguntas sobre cómo coexistimos con nuestras memorias, los espacios que habitamos y las relaciones que definimos. ¿Qué ocurre cuando volvemos al hogar de la infancia, no como refugio de las tempestades externas, sino como un escenario que nos enfrenta con el tiempo, la soledad y las sombras del pasado? En esta obra, Assayas no solo revisita su propia biografía; también disecciona con sutileza los rincones más ocultos del aislamiento, donde lo cotidiano adquiere un carácter casi filosófico.

La película sigue a Paul, un director de cine interpretado por Vincent Macaigne, y a su hermano Etienne (Micha Lescot), un crítico musical, quienes se ven confinados junto a sus parejas, Morgane y Carole, en la casa familiar durante los primeros meses de la pandemia de COVID-19. En este microcosmos rural, las dinámicas familiares se despliegan con una mezcla de tensiones y complicidades, envueltas en un ambiente de contemplación marcado por la naturaleza circundante y las reliquias de generaciones pasadas. La casa, más que un escenario, se convierte en un personaje que alberga recuerdos, disputas y reconciliaciones, mientras los personajes se ven obligados a redescubrirse en la rutina impuesta por el aislamiento.

Assayas articula su narrativa entre conversaciones aparentemente triviales y momentos de quietud que revelan capas más profundas de los personajes. Las obsesiones de Paul con la limpieza y su ansiedad constante contrastan con la actitud más relajada de Etienne, quien se refugia en la monotonía de cocinar crepes. Este contraste sirve como un espejo de las distintas formas en que las personas procesan la incertidumbre. Las mujeres, sin embargo, aunque dotadas de cierta presencia carismática, quedan relegadas a un segundo plano en una dinámica claramente dominada por las luchas fraternales.

‘Tiempo compartido’ no es una narrativa sobre el COVID-19 en sí, sino sobre la experiencia humana durante el confinamiento: los silencios, los gestos repetitivos, las nostalgias. En una de las escenas más evocadoras, Paul se sienta bajo un árbol durante una sesión de terapia virtual, un momento que encapsula la alienación y el anhelo de conexión en un tiempo marcado por el aislamiento físico y emocional. La película capta con agudeza esa extraña elasticidad del tiempo durante el encierro: la sensación de que los días se alargaban interminablemente, mientras los eventos significativos parecían congelados.

La dirección de fotografía de Eric Gautier contribuye a esta atmósfera de liminalidad. La cámara oscila entre tomas estáticas que retratan la inmovilidad de la casa y planos más dinámicos que reflejan las interacciones humanas. Este contraste visual subraya el vaivén emocional de los personajes, atrapados entre la nostalgia y el presente.

Assayas construye su relato con claros tintes autobiográficos, transformando su experiencia personal en una reflexión universal sobre el tiempo, la memoria y el arte. A través de Paul, el director no solo se expone, sino que también parodia sus propias inseguridades, desde las conversaciones intelectuales hasta las referencias culturales que, lejos de conectar con todos los espectadores, revelan un sesgo elitista. La película se siente tanto un diario íntimo como un ensayo cinematográfico, donde la autoficción se entrelaza con una mirada crítica hacia la clase privilegiada que pudo experimentar la pandemia como un respiro más que como un desafío.

Aunque algunos podrían argumentar que ‘Tiempo compartido’ carece de un conflicto central o un desarrollo dramático contundente, su fuerza reside en los detalles: las conversaciones casuales, las miradas furtivas y los espacios llenos de historia. La película no intenta ofrecer respuestas ni grandes revelaciones; más bien, actúa como un espejo de la cotidianidad, invitando al espectador a reflexionar sobre sus propias experiencias de aislamiento y las relaciones que definieron ese tiempo.

La obra de Assayas se establece como una cápsula del tiempo, un retrato de un momento que, aunque reciente, ya parece lejano. Más que una película sobre la pandemia, ‘Tiempo compartido’ es una meditación sobre el lugar que ocupamos en el mundo y las conexiones que forjamos en tiempos de incertidumbre.

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