La nueva serie de misterio 'Sugar' para Apple TV+ llega de la mano del creador Mark Protosevich, conocido por trabajos como 'I Am Legend' y el remake de 'Oldboy'. Protagonizada por Colin Farrell, esta producción rinde homenaje al cine negro clásico al tiempo que intenta renovar el género.
En el papel principal encontramos a John Sugar, un peculiar investigador privado que se gana la vida localizando a personas desaparecidas. Desde el primer episodio, Farrell cautiva con su interpretación de este detective sui géneris, refinado y elegante pero también enigmático. Con su melena engominada, trajes de Savile Row y un descapotable de época, Sugar encarna el arquetipo del duro con clase.
Pero hay más en él que sus modales impecables y su garbo vintage. Sugar aborrece la violencia, adora el cine clásico y posee un don especial para las lenguas, hablando con fluidez idiomas tan dispares como árabe, francés o japonés. Además, su metabolismo acelerado le impide embriagarse por más que beba. Protosevich va sembrando pistas sobre su pasado y sus curiosas particularidades, convirtiendo a Sugar en un rompecabezas andante.
La trama arranca cuando el legendario productor de Hollywood Jonathan Siegel (un muy bien elegido James Cromwell) contrata a Sugar. Su nieta Olivia, una joven con antecedentes de adicción, ha vuelto a desaparecer. Aunque su padre Bernie (Dennis Boutsikaris) y su hermanastro David (Nate Corddry) no parecen preocuparse, Siegel teme que esta vez sea diferente. Así, Sugar se lanza a una investigación que le llevará a desentrañar los turbios secretos de esta disfuncional familia del star system.
En su periplo, el detective entrevistará a personajes como la antigua estrella del rock Melanie (Amy Ryan), examujer de Bernie. Habrá persecuciones, líos con gángsters y momentos de peligro, pero también cabida para el humor y la reflexión existencial. Porque bajo esa fachada fedora inmaculada, Sugar esconde sus propios demonios relacionados con el pasado secuestro de su hermana.
Si algo define a 'Sugar' es su amor por el cine negro de antaño. Las escenas vienen salpicadas de insertos de clásicos como 'Gilda', 'La jungla de cristal' o 'El sueño eterno', con los que la serie dialoga abiertamente. En un guiño cinéfilo, el propio Sugar suele recrearse en esta remembranza fílmica y filosofar sobre el séptimo arte. Por si fuera poco, la fotografía en blanco y negro de las primeras secuencias y la partitura jazzística de la banda sonora ahondan en esta estética romántica tan característica del noir.
No obstante, este ejercicio de estilo e intertextualidad no siempre funciona. Por momentos, la profusión de referencias y citas visuales resulta abrumadora y termina distrayendo de la trama principal. Es casi como si la serie estuviese demasiado absorta en su propio discurso cinéfilo, perdiendo un poco de vista el misterio que se supone debe conducirla.
En ese sentido, cabe apuntar que la investigación de Sugar sobre la desaparición de Olivia no alcanza la complejidad ni el suspenso que cabría esperar. El caso sirve más bien como pretexto para ahondar en los entresijos de los Siegel y la personalidad enigmática del protagonista. No es hasta avanzada la temporada cuando 'Sugar' decide jugársela con un giro argumental mayúsculo que cambia por completo las reglas del juego.
Aquí es donde la serie de Protosevich cobra verdadero interés, planteando una subversión del género detectivesco que, o bien fascina, o bien decepciona. Sea como fuere, ese arriesgado viraje obliga a replantearse todo lo visto hasta entonces y abre un sinfín de interrogantes de cara a una hipotética segunda temporada.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.