Cine y series

On Falling

Laura Carreira

2024



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Entre naves industriales y estaciones grises, Laura Carreira construye en ‘On Falling’ un retrato de vidas que avanzan entre contratos temporales, desplazamientos constantes y un horizonte siempre incierto. La directora escocesa de origen portugués opta por una aproximación silenciosa, casi invisible, para mostrar personajes cuyas rutinas laborales y afectivas se confunden en espacios impersonales. Lejos de convertir el documental en manifiesto político, Carreira prefiere que la cámara observe y registre, como si cada plano prolongado permitiera respirar a quienes desfilan ante él.

La película sigue a trabajadores que encadenan turnos en almacenes y fábricas de las afueras, lugares donde la productividad marca el ritmo y apenas deja hueco para otra cosa. Carreira evita darles voz a través de entrevistas convencionales. En su lugar, el espectador comparte trayectos en autobús, pausas rápidas para comer, conversaciones telefónicas que atraviesan fronteras geográficas y emocionales. Esa mirada lateral revela cómo la provisionalidad laboral impregna la vida entera, borrando límites entre jornada y tiempo libre, entre territorio propio y ajeno.

Resulta significativo que la directora insista en planos de puertas automáticas, pasillos interminables y cintas transportadoras. Más que elementos decorativos, funcionan como metáforas visuales de un sistema donde todo circula sin detenerse: mercancías, trabajadores, afectos. La cámara apenas interviene; simplemente acompaña, dejando que el zumbido de máquinas y el murmullo de voces compongan la banda sonora de este ecosistema laboral.

El componente político emerge precisamente de esa acumulación de escenas. No aparecen discursos explícitos ni expertos analizando el mercado de trabajo. Basta con mostrar a personas que encadenan contratos, comparten habitaciones en barrios periféricos y viven con la sensación de que cualquier plan puede desmoronarse en cualquier momento. Carreira confía en que la repetición de gestos, espacios y conversaciones dibuje por sí sola el mapa de una precariedad extendida por toda Europa.

Visualmente, la directora apuesta por una sobriedad casi documentalista. La iluminación artificial de los almacenes contrasta con los exteriores lluviosos o anocheceres en estaciones solitarias. No hay música que busque intensificar emociones; solo ruidos de motores, pasos, conversaciones lejanas. Esa elección evita cualquier romanticismo sobre la vida obrera y mantiene al espectador dentro de un presente marcado por la monotonía.

Uno de los logros del filme reside en su tratamiento del tiempo. Las secuencias prolongadas reproducen la sensación de jornadas que parecen repetirse sin fin: empaquetar, cargar, esperar. De repente, un corte lleva a un desplazamiento nocturno o a un momento de descanso en una cocina compartida. Ese ir y venir sin grandes acontecimientos refleja la inercia de unas vidas donde todo cambia y nada cambia al mismo tiempo.

Pese a la frialdad de algunos escenarios, la película deja espacio para instantes de contacto humano: compañeros que comparten comida, risas que interrumpen la rutina, llamadas a familiares lejanos. Carreira introduce estas escenas con discreción, evitando convertirlas en alivios sentimentales. Más bien funcionan como recordatorio de que incluso en entornos diseñados para la productividad persisten vínculos que escapan al control de la empresa.

El ritmo pausado puede exigir paciencia a quien espere una narrativa tradicional. Sin embargo, esa cadencia parece coherente con el propósito del filme: mostrar la precariedad no como crisis puntual, sino como estado prolongado en el tiempo. Al avanzar sin clímax ni desenlace tranquilizador, la película sugiere que la vida seguirá igual cuando lleguen los créditos finales.

El título ‘On Falling’ alude tanto a la inestabilidad laboral como a la sensación personal de caída que atraviesa a muchos personajes. Contratos que terminan, hogares provisionales, cuerpos agotados: todo apunta a un derrumbe que nunca llega del todo, porque siempre hay que seguir trabajando, buscando otro empleo, cambiando de ciudad. La cámara observa ese movimiento continuo sin dramatismos, como si entendiera que la verdadera tensión está en la repetición y no en el estallido.

El desenlace mantiene esa coherencia. Un último plano muestra la salida de un turno nocturno, luces que se apagan, pasos que se alejan bajo la lluvia. Ninguna voz resume lo visto, ningún texto final ofrece explicaciones. Carreira deja que la imagen hable por sí misma, fiel a la distancia contenida que recorre toda la película.

‘On Falling’ confirma a Laura Carreira como una cineasta interesada en los márgenes laborales y afectivos de la Europa contemporánea. Su estilo rehúye sentimentalismos y prefiere observar con paciencia, dejando que los espectadores saquen sus propias conclusiones. El resultado es una película que retrata la precariedad con precisión y sin artificios, atento a los pequeños gestos que revelan cómo se vive cuando todo parece provisional.

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