El sonido intermitente de una sirena se entrelaza con los ecos cotidianos de Long Beach. ¿Qué sucede cuando la vida de una comunidad se mira a través de lentes distorsionados por cámaras de vigilancia? En ‘On Call’, Tim Walsh y Elliot Wolf no ofrecen respuestas fáciles; más bien, nos invitan a sumergirnos en la fragilidad y fortaleza de quienes patrullan las calles en una serie que rebosa un compromiso incómodo con la verdad.
Esta no es solo una serie sobre policías; es un caleidoscopio de momentos capturados con la crudeza del metraje encontrado. Las cámaras corporales y de salpicadero se convierten en personajes secundarios, registrando no solo lo que ocurre, sino cómo ocurre. A través de estas lentes, la serie nos coloca, como observadores, en una posición tan incómoda como fascinante. Long Beach, con su mezcla de encanto y dureza, es el escenario perfecto: una ciudad que respira vida y conflicto a partes iguales.
‘On Call’ evita la grandilocuencia narrativa para centrarse en los detalles más mundanos de la vida policial. La oficial Traci Harmon (Troian Bellisario), veterana en la fuerza, y su compañero novato Alex Diaz (Brandon Larracuente) no son héroes al uso. Sus interacciones están marcadas por un realismo que bordea lo clínico, mostrando los desafíos de servir a una comunidad mientras enfrentan sus propias cargas personales. La serie consigue que el espectador se pregunte no solo qué significa proteger y servir, sino a qué precio.
La elección de un formato de 30 minutos por episodio es tanto una ventaja como un desafío. Por un lado, permite una narrativa ágil y concisa que refleja la naturaleza impredecible de las patrullas. Por otro, deja una sensación de superficialidad en los conflictos planteados. Aunque el ritmo de los episodios es vertiginoso, falta profundidad en la exploración de los dilemas éticos que enfrenta la policía. El diseño de la serie parece más preocupado por transmitir una sensación de inmediatez que por ahondar en los personajes.
El uso de tecnología contemporánea, como grabaciones de celulares y cámaras corporales, añade autenticidad visual, pero también subraya la desconexión entre los personajes y el espectador. Estas imágenes, aunque impactantes, rara vez ofrecen una perspectiva más allá de la obvia. En lugar de profundizar en los pensamientos de los oficiales, la narrativa se limita a lo que está en pantalla, dejando huecos que podrían haber enriquecido la trama.
A pesar de sus limitaciones, ‘On Call’ acierta en retratar la banalidad del heroísmo cotidiano. Los personajes, aunque limitados por sus guiones, logran transmitir algo esencial: la tensión constante entre el deber profesional y las emociones humanas. Harmon y Diaz representan dos extremos de la experiencia policial: la sabiduría curtida frente al idealismo de un recién llegado.
La ciudad de Long Beach emerge como un personaje en sí mismo. Sus calles, llenas de historias no contadas, sirven como reflejo de los temas más amplios que aborda la serie: la moralidad, la justicia y las complejidades del servicio público. En cada esquina, Long Beach plantea una pregunta tácita: ¿cómo juzgamos a quienes tienen el poder de decidir sobre la vida y la muerte?
Sin embargo, esta misma riqueza visual y temática puede sentirse desaprovechada. A medida que los episodios se suceden, se pierde la oportunidad de explorar más a fondo los conflictos internos de los protagonistas. Los guionistas parecen optar por un enfoque más funcional que emocional, lo que deja una sensación de que ‘On Call’ podría haber sido mucho más.
En su intento por equilibrar el drama y la realidad, la serie ofrece momentos de gran impacto, pero también cae en repeticiones. El formato episódico, con casos independientes, limita la capacidad de generar una conexión emocional duradera con el espectador. A pesar de esto, la relación entre Harmon y Diaz consigue sostener la narrativa, proporcionando destellos de humanidad en un entorno dominado por la tensión y el caos.
‘On Call’ es un espejo fragmentado de las tensiones que atraviesan nuestra sociedad. Desde su enfoque visual innovador hasta su retrato honesto, la serie plantea cuestiones relevantes sin caer en el sensacionalismo. Aunque no redefine el género, ofrece una mirada valiosa y, a ratos, inquietante al mundo de quienes eligen proteger y servir.
