En el intrincado tapiz de la vida matrimonial, los hilos del pasado a menudo permanecen ocultos, entretejidos con sigilo en la trama del presente. Sin embargo, cuando estos hilos son expuestos abruptamente a la luz, pueden desencadenar una serie de reacciones que ponen a prueba la solidez de los lazos más longevos. Es precisamente en este delicado terreno donde Ivan Calbérac sitúa su más reciente propuesta cinematográfica, 'Niégalo siempre'.
La película nos presenta a François Marsault, un general retirado interpretado por André Dussollier, cuya existencia transcurre con la precisión y el orden propios de su formación militar. Su matrimonio de medio siglo con Annie, encarnada por Sabine Azéma, parece ser el epítome de la estabilidad y el afecto duradero. Sin embargo, este aparente idilio se ve sacudido cuando François descubre, por casualidad, unas cartas que revelan una infidelidad de Annie ocurrida cuatro décadas atrás.
Este hallazgo desencadena en François una tormenta emocional que Calbérac utiliza como catalizador para explorar temas universales como la confianza, el perdón y la naturaleza cambiante del amor a lo largo del tiempo. La reacción inicial del protagonista, que oscila entre la incredulidad y la ira, sirve como punto de partida para un viaje tanto físico como emocional que lo llevará a cuestionar no solo su relación, sino también su propia identidad.
El guion de Calbérac navega hábilmente entre el drama y la comedia, aprovechando el contraste entre la rigidez del personaje de François y la situación cada vez más absurda en la que se encuentra. La decisión del general de buscar venganza contra Boris, el antiguo amante de su esposa, interpretado por Thierry Lhermitte, genera una serie de situaciones que oscilan entre lo cómico y lo patético, reflejando la futilidad de intentar corregir el pasado.
La actuación de Dussollier es notable en su capacidad para transmitir la complejidad emocional de François. Su interpretación logra que el espectador simpatice con un personaje que, en manos menos hábiles, podría haber resultado simplemente antipático o ridículo. Azéma, por su parte, aporta matices a Annie que van más allá del cliché de la esposa infiel, presentando a una mujer que ha llevado consigo el peso de su secreto durante décadas.
La química entre Dussollier y Azéma, forjada a lo largo de numerosas colaboraciones previas, es palpable y aporta credibilidad a la relación de larga duración que representan. Sus interacciones están cargadas de historia compartida, lo que hace que los momentos de tensión y reconciliación resulten aún más impactantes.
Calbérac aprovecha la premisa para explorar no solo la dinámica de pareja, sino también las relaciones intergeneracionales. Los hijos del matrimonio Marsault, cada uno con su propia personalidad y visión del mundo, sirven como contrapunto a las actitudes más tradicionales de sus padres. Esta diversidad generacional añade profundidad al relato y permite al director abordar temas como el cambio social y la evolución de las normas familiares.
Visualmente, la película opta por un estilo clásico que se ajusta al tono de la narración. Los espacios domésticos, cuidadosamente diseñados, reflejan la vida ordenada de François y Annie, mientras que los escenarios exteriores durante la búsqueda de Boris aportan un contraste visual que subraya el desorden emocional del protagonista.
La banda sonora, aunque discreta, cumple su función de acompañar los altibajos emocionales de la trama sin caer en el melodrama. Calbérac demuestra mesura en su uso de la música, permitiendo que sean las actuaciones y los diálogos los que lleven el peso emocional de la historia.
A medida que la narrativa avanza, 'Niégalo siempre' plantea interrogantes sobre la naturaleza del amor y la fidelidad en el contexto del matrimonio a largo plazo. ¿Es posible superar una traición ocurrida hace tanto tiempo? ¿Cómo afecta el paso del tiempo a nuestra percepción de los errores pasados? Estas preguntas resuenan a lo largo de la película, invitando al espectador a reflexionar sobre sus propias experiencias y valores.
El ritmo de la película es irregular en ocasiones, con momentos de intensa emoción intercalados con secuencias que podrían haberse beneficiado de un montaje más ajustado. Sin embargo, esta irregularidad refleja en cierta medida la naturaleza caótica del viaje emocional de François, lo que podría interpretarse como una decisión deliberada del director.
El desenlace de la película, aunque previsible en algunos aspectos, ofrece una resolución que evita caer en simplificaciones excesivas. Calbérac opta por un final que, si bien busca cierta reconciliación, no ignora la complejidad de las emociones y relaciones humanas.
'Niégalo siempre' se presenta como una exploración madura de las complejidades del amor y el matrimonio a largo plazo. Aunque no revoluciona el género de la comedia dramática, ofrece una mirada reflexiva sobre temas universales que resonarán con un público adulto. La película se sostiene en gran medida gracias a las sólidas interpretaciones de su elenco principal y la habilidad de Calbérac para equilibrar el humor con momentos de genuina emoción.
En última instancia, 'Niégalo siempre' nos recuerda que el amor, incluso después de décadas, sigue siendo un terreno complejo y a menudo impredecible. La película sugiere que la verdadera prueba de una relación no es la ausencia de errores o secretos, sino la capacidad de enfrentarlos y, potencialmente, superarlos juntos. Aunque no alcanza las alturas del gran cine, ofrece una experiencia cinematográfica agradable y reflexiva para aquellos dispuestos a examinar las complejidades del amor duradero.

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