Cine y series

Mickey 17

Bong Joon-ho

2024



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En una realidad donde la identidad se mide por su utilidad y el sacrificio se ha convertido en una transacción rutinaria, resulta inevitable preguntarse si la continuidad de la existencia equivale a la supervivencia. La muerte, en este contexto, es una pausa fugaz, una molesta interrupción antes de que la maquinaria social active un nuevo reemplazo. 'Mickey 17', la más reciente propuesta de Bong Joon-ho, juega con este dilema sin romanticismo ni complacencia, ubicando a su protagonista en el epicentro de una rueda de reciclaje humano donde cada versión de sí mismo se vuelve más prescindible que la anterior.

La película, basada en la novela de Edward Ashton, traslada a su protagonista a un mundo donde la individualidad es un lujo y la muerte, un simple trámite administrativo. Mickey Barnes (Robert Pattinson), un hombre sin perspectivas y con una deuda imposible de saldar, escapa de la Tierra para enrolarse en una misión de colonización en el planeta Niflheim. Su papel en la expedición es ser "expendable", un término que en este universo no solo define su función sino su entera razón de ser: cada vez que Mickey muere, es sustituido por una nueva copia de sí mismo, con la memoria intacta pero con una menor consideración por parte de los demás.

A diferencia de otros relatos de ciencia ficción que exploran la inmortalidad como un privilegio, 'Mickey 17' la convierte en una condena. Bong Joon-ho estructura su narración en torno a la tensión entre la repetición y la diferencia: la constante reimpresión del protagonista sugiere una perpetuidad sin significado, una vida reducida a su utilidad inmediata. En cada iteración, el respeto de la tripulación por Mickey disminuye, hasta que sus resurrecciones se vuelven una trivialidad tan automática como la apertura de una puerta. La figura del líder de la misión, Kenneth Marshall (Mark Ruffalo), refuerza este orden de cosas con una autoridad desprovista de empátía y un discurso donde la conquista de un nuevo mundo se justifica a expensas de cualquier resistencia, sea humana o alienígena.

El conflicto real de la película surge cuando el ciclo se ve alterado. Mickey 17 regresa de una expedición sin haber muerto, solo para descubrir que Mickey 18 ya ha sido impreso en su ausencia. Esta situación no es una anomalía menor: el sistema en el que se sostiene la jerarquía de la nave no permite la coexistencia de dos versiones de una misma persona. Lo que sigue es una lucha no solo por la supervivencia física, sino por el derecho a ser reconocido como un individuo.

El director coreano imprime su sello característico en esta fórmula, donde la crítica social se articula a través de un humor corrosivo y una puesta en escena que alterna lo grotesco con lo poético. La relación de Mickey con Nasha (Naomi Ackie), una de las pocas personas que parecen ver algo más allá de su función en la nave, introduce un contrapunto emocional que evita que la película se hunda en la desesperanza absoluta. No obstante, incluso estos momentos de cercanía están marcados por una incertidumbre latente: ¿es posible amar a alguien cuya existencia se ha convertido en una iteración desechable?

La estética de la película refuerza su planteamiento con una dirección de arte que resalta el contraste entre los espacios destinados a la élite de la nave y los habitados por los "expendables". Mientras que los primeros gozan de un diseño suntuoso, en tonos cálidos y texturas sofisticadas, el área de Mickey es un entramado frío y funcional, carente de cualquier señal de comodidad o personalización. La fotografía de Darius Khondji acentúa esta separación mediante una iluminación que varía entre lo espectral y lo opresivo, generando una atmósfera en la que la identidad parece diluirse en la repetición incesante de los mismos patrones.

Robert Pattinson sostiene el peso de la película con una interpretación que equilibra el absurdo con la tragedia. Su Mickey 17 es un personaje atrapado en una paradoja: aunque su vida es teóricamente infinita, cada nueva impresión lo aleja más de cualquier tipo de dignidad. Pattinson logra diferenciar las distintas versiones de su personaje con matices sutiles, permitiendo que cada Mickey tenga una presencia propia sin perder la continuidad de su desconcierto existencial.

'Mickey 17' no es una historia de redención ni una oda a la resistencia, sino un reflejo distorsionado de una realidad en la que la función de una persona puede determinar su valor. En un mundo donde la repetición anula el significado, la película de Bong Joon-ho plantea una cuestión incómoda: ¿cómo se lucha por la identidad cuando se ha convertido en un bien desechable?

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