El amor y el desamor operan con una lógica implacable, una que no atiende reservas pagadas ni compromisos adquiridos. Los planes se desploman con la misma facilidad con la que fueron concebidos, y en esa fractura emerge lo inesperado. 'Luna de Miel con Mamá', la nueva serie de Nicolas Cuche estrenada en Netflix, parte de una premisa donde lo absurdo se confunde con lo cotidiano: un hombre abandonado en el altar, una luna de miel ya pagada y una madre que, sin planearlo, se convierte en la compañera de un viaje concebido para el romance.
Desde su arranque, la serie deja claro que no busca matices ni dobles lecturas. Todo está dispuesto para explotar la comedia de situaciones, con equívocos deliberados y un humor que fluctúa entre lo cálido y lo burdo. En el centro de esta historia está Lucas, interpretado por Julien Frison, quien encarna con solvencia el desconcierto de un hombre atrapado en una situación que lo supera. Frente a él, Michèle Laroque compone a Lily, una madre que oscila entre el carisma y la intromisión, generando un vínculo que, aunque funcional, nunca termina de trascender la superficie.
La química entre ambos protagonistas es efectiva en los momentos de mayor ligereza, pero se tambalea cuando el relato intenta inyectar emotividad a la relación materno-filial. La serie coquetea con la posibilidad de ahondar en los conflictos de fondo, en las dependencias que atan a Lucas a una figura materna omnipresente y en las cicatrices de una mujer que se redescubre fuera del rol de madre. Sin embargo, el guion opta por lo inmediato y deja estos elementos en un segundo plano, prefiriendo el gag rápido antes que la profundidad de los personajes.
La puesta en escena se ajusta a los cánones de la comedia ligera, con una fotografía que explota los paisajes paradisiacos y una dirección funcional que no arriesga. Nicolas Cuche mantiene un ritmo ágil, aunque por momentos el desarrollo se siente mecánico, como si la narración estuviera más preocupada por encadenar situaciones que por darles coherencia interna. Esto se refleja en algunos secundarios desaprovechados, como los personajes de Rossy de Palma y Kad Merad, quienes aportan color pero carecen de una función real en el relato.
El humor, pieza clave en una historia que depende de la complicidad del espectador, se sostiene de manera irregular. Hay escenas que logran su cometido con eficacia, pero otras caen en lo predecible, repitiendo fórmulas que no siempre encuentran el equilibrio entre lo cómico y lo entrañable. La serie juega con la incomodidad de la premisa, pero nunca la explora del todo, limitándose a sugerir sin llegar a incomodar ni desafiar los códigos establecidos de la comedia convencional.
'Luna de Miel con Mamá' se mueve en un terreno seguro, ofreciendo un entretenimiento ligero sin mayores pretensiones. Se deja ver con facilidad, pero también se olvida con rapidez. A pesar de algunos destellos de carisma en su reparto, la serie se conforma con seguir una estructura familiar sin desviarse demasiado del camino trazado. Lo que pudo haber sido una exploración más incisiva de las relaciones familiares y el duelo amoroso se diluye en una sucesión de enredos que, si bien consiguen arrancar algunas sonrisas, nunca terminan de trascender el molde habitual de la comedia ligera.
Luna de Miel con Mamá ya está disponible en Netflix.