Cine y series

Luces, cámara, ¡amor! - Primera Temporada

Oh Choong-hwan

2025



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El brillo del celuloide a menudo oculta las grietas por donde se filtra la realidad. La fascinación por el cine, con su promesa de inmortalidad y su capacidad de suspender el tiempo, convive con el desgaste de quienes lo construyen. 'Luces, cámara, ¡amor!' no sólo se asoma a la tensión entre lo que se sueña y lo que se vive, sino que la expone con una crudeza que rara vez se admite en el propio medio. Su relato trasciende la anécdota amorosa para desplegar una mirada sobre las heridas que deja la industria cinematográfica en quienes la habitan.

Las luces se encienden sobre Kim Mu-bee, una directora que reniega del cine a pesar de haber crecido en sus sombras. Su nombre, un juego fonético con la palabra "movie", la condenó a un vínculo ineludible con la gran pantalla. En el extremo opuesto está Ko Gyeom, un crítico de cine que vive cada fotograma como una revelación. El encuentro entre ambos no responde a los códigos del romance fácil, sino que se inscribe en una confrontación que desarma sus certezas. El cine, que para uno es refugio y para la otra es un yugo, se convierte en el campo de batalla de una relación que nunca se entrega del todo a la comodidad de la ficción.

Lo que Oh Choong-hwan despliega aquí no es un relato lineal ni una sucesión de peripecias sentimentales. La estructura fragmentada, con idas y venidas en el tiempo, impone un ritmo que desafía la paciencia del espectador, pero que resulta coherente con el desconcierto de sus protagonistas. La narrativa evita la resolución inmediata, permitiendo que los silencios y los desencuentros ocupen el centro del relato.

En su retrato de la industria, la serie se aleja de la romantización habitual para exponer su desgaste. Los rodajes son un espacio hostil, donde la pasión por contar historias se enfrenta a la precariedad y al cinismo. No es casualidad que el personaje de Mu-bee, marcado por la pérdida de su padre en un set de filmación, entienda el cine como una deuda y no como una vocación. La serie no se detiene en la nostalgia del séptimo arte, sino que explora las contradicciones de quienes lo crean.

Las interpretaciones sostienen el peso de la propuesta. Park Bo-young dota a Mu-bee de una rigidez que poco a poco se resquebraja sin perder su consistencia. Choi Woo-shik, en el papel de Gyeom, aporta una ligereza engañosa, revelando una vulnerabilidad que va emergiendo a medida que avanza la historia. Sus interacciones esquivan los convencionalismos del género, generando una tensión que no se resuelve en fórmulas predecibles.

La primera temporada de 'Luces, cámara, ¡amor!' ya está disponible en Netflix

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