Cine y series

Leanne

Susan McMartin

2025



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Las ficciones que giran en torno al hogar, sus rutinas y los pequeños conflictos que se derivan de la vida compartida, han contado con una larga tradición televisiva. En este panorama, Susan McMartin se adentra en un territorio que conoce bien, cediendo el protagonismo a una figura que hasta ahora se había movido en los márgenes del humor en directo. Leanne Morgan, monologuista popular en plataformas digitales, se convierte en el eje de ‘Leanne’, una serie que no aspira a deslumbrar, sino a desplegar una fórmula ya asentada con algunos matices personales.

La colaboración entre McMartin y Chuck Lorre apunta hacia un terreno reconocible: situaciones que se desarrollan en escenarios domésticos, ritmo de diálogo basado en réplicas rápidas y un elenco construido alrededor de un personaje central que canaliza los temas principales del relato. Morgan se presenta aquí como una figura que intenta reconstruir una rutina tras un cambio vital que no se enuncia de forma explícita, pero que condiciona su vínculo con los demás personajes. Su interpretación no desborda en matices, pero consigue mantener una línea constante, apoyada en una expresividad contenida que no satura la narrativa.

La trama se vertebra alrededor de relaciones entre generaciones, espacios compartidos donde emergen tensiones suaves, situaciones cotidianas ligeramente forzadas para propiciar gags y cierta tendencia a la moralización tenue que atraviesa muchos productos similares. No hay elementos disonantes ni grandes giros, solo una sucesión de momentos que buscan sostenerse en un ritmo cómodo. En ese sentido, el diseño de guion apuesta por lo funcional, sin arriesgar en estructuras ni desvíos narrativos.

A nivel formal, la serie utiliza recursos clásicos: planos medios que encuadran bien el diálogo coral, ambientación basada en interiores cálidos, iluminación que evita sombras y una banda sonora discreta que apenas interviene. Este enfoque refuerza el tono general de la serie, que pretende integrarse en la parrilla de forma estable sin llamar demasiado la atención. Es un tipo de propuesta que se orienta más a la repetición que a la sorpresa.

Entre los personajes secundarios, Kristen Johnston destaca como figura de contraste, aportando un registro más brusco que sirve para generar ciertos quiebres cómicos dentro de la previsibilidad general. El resto del reparto cumple sin desajustes, funcionando como ecos o apoyos del personaje central, sin arcos propios que sobresalgan. Esto convierte la narración en una especie de monólogo ampliado donde las réplicas están al servicio del ritmo marcado por Morgan.

El contexto de producción también condiciona los márgenes de la serie. Encajada en un catálogo como el de Netflix, ‘Leanne’ encuentra su lugar sin alterar el paisaje general. El trabajo de McMartin parece más enfocado en ofrecer continuidad a un modelo que en experimentar con sus posibilidades. Se percibe cierta intención de conectar con un tipo de espectador que busca familiaridad por encima de cualquier novedad.

En lo político, la serie se mantiene al margen de lecturas explícitas. Se percibe una inclinación conservadora en sus dinámicas familiares, que tienden a reafirmar roles sin demasiada revisión. No hay referencias directas al entorno social contemporáneo, ni guiños que actualicen las situaciones hacia los conflictos de hoy. Todo ocurre en un mundo ligeramente amortiguado, donde el conflicto siempre se resuelve en un tono conciliador.

‘Leanne’ no intenta destacarse en el panorama de la ficción actual, y quizá ahí radique parte de su funcionalidad. En un momento donde muchas producciones buscan una etiqueta que las diferencie, esta serie se alinea con una tradición televisiva que prioriza la continuidad frente al impacto. McMartin entiende ese equilibrio y lo aplica sin excesos, evitando desvíos que podrían comprometer la estabilidad del conjunto.

El resultado final ofrece una serie sencilla, que se deja ver sin esfuerzo y que cumple con los requisitos básicos de una comedia tradicional. No se perciben grandes desequilibrios, pero tampoco hallazgos notables. Lo que propone se mantiene en unos márgenes conocidos, dirigidos a un tipo de público que prefiere lo familiar a lo provocador. Dentro de ese marco, ‘Leanne’ encuentra su sitio.

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