Cine y series

Las Vidas de Sing Sing

Greg Kwedar

2024



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La vida, en sus rincones más oscuros, a menudo encuentra maneras de manifestarse con una fuerza que desborda cualquier contención. ¿Puede el arte, incluso en los lugares más inhóspitos, iluminar lo que el tiempo y las circunstancias han oscurecido? Esta es la pregunta que ‘Las Vidas de Sing Sing’, dirigida por Greg Kwedar, deja suspendida en el aire, no tanto buscando una respuesta, sino invitándonos a sentirla.

La película traslada al espectador a los pasillos de una prisión de máxima seguridad donde el programa de Rehabilitación a Través de las Artes (RTA, por sus siglas en inglés) florece como un oasis en medio de la aridez emocional. Este programa permite a los internos expresarse y conectarse a través del teatro, generando un espacio donde los errores del pasado no definen el presente. La pregunta no es qué tan lejos puede llevar el teatro a estos hombres, sino cuánto les devuelve de lo que alguna vez fueron.

En el centro de la narración se encuentra Divine G, interpretado por Colman Domingo, un personaje cuya dualidad entre la aspiración y la resignación sostiene el peso emocional del filme. A través de su interacción con Divine Eye, encarnado por Clarence Maclin, la historia explora cómo las rivalidades y las amistades pueden converger en un espacio tan reducido y cargado de tensiones. Kwedar no idealiza ni demoniza a sus personajes, sino que los presenta como seres humanos completos, cargados de contradicciones y complejidades.

La obra teatral dentro de la película, un mosaico disparatado que mezcla a Hamlet con piratas y gladiadores, es tanto un medio de expresión como un reflejo de las aspiraciones fragmentadas de sus creadores. Este espectáculo absurdo se convierte en un símbolo de libertad: la creatividad no solo como escape de las rejas, sino como un recordatorio de que la humanidad persiste incluso bajo las circunstancias más duras.

Domingo entrega una interpretación magistral que oscila entre la autoridad y la vulnerabilidad. Su capacidad para transmitir la lucha interna de Divine G—un hombre atrapado entre la desesperación y la esperanza—es el alma de la película. Pero es en las escenas coral, donde los actores no profesionales, exalumnos del programa RTA, aportan autenticidad y una energía visceral, que la obra alcanza sus momentos más potentes.

El director de fotografía, Patrick Scola, captura con sutileza la dicotomía entre el entorno carcelario y el espacio creativo que emerge en el programa. La frialdad metálica de las celdas contrasta con la calidez de los ensayos, subrayando visualmente el poder transformador del arte. Por su parte, la banda sonora de Bryce Dessner, con sus arreglos de piano y cuerdas, acompaña de manera precisa cada momento de introspección y catarsis.

Sin embargo, no todo fluye con la misma efectividad. Hay momentos en los que el ritmo decae, especialmente en las subtramas que exploran las dificultades del sistema penitenciario. Aunque estas escenas enriquecen la narrativa general, a veces amenazan con diluir el impacto emocional acumulado en los ensayos y representaciones teatrales.

‘Las Vidas de Sing Sing’ también plantea preguntas fundamentales sobre la rehabilitación y el lugar del arte dentro de un sistema que rara vez permite segundas oportunidades. La película no busca respuestas fáciles ni adopta una postura moralista, sino que ofrece un retrato honesto de lo que significa ser humano en un lugar diseñado para despojar a las personas de su humanidad.

La relación entre Divine G y Divine Eye es el eje que da cohesión al relato. Lo que comienza como una lucha por el reconocimiento dentro del grupo teatral evoluciona hacia un vínculo de mutuo aprendizaje y aceptación. Este desarrollo, lejos de ser predecible, está tejido con un cuidado que evita caer en el sentimentalismo. Kwedar demuestra una maestría al dirigir estas interacciones, equilibrando la tensión dramática con momentos de verdadera camaradería.

En su esencia, ‘Las Vidas de Sing Sing’ es un testimonio de cómo el arte puede reconstruir lo que el sistema ha roto. Cada escena resuena con la autenticidad de quienes han vivido estas experiencias, y el compromiso del equipo creativo por respetar y amplificar estas voces se siente en cada fotograma. Es una obra que invita al espectador a reflexionar no solo sobre los individuos retratados, sino también sobre el potencial colectivo del arte para generar cambio.

Aunque puede no ser una película perfecta, es innegable que ‘Las Vidas de Sing Sing’ logra capturar algo fundamental sobre la condición humana. En sus momentos más altos, la película trasciende su género y contexto, ofreciendo una experiencia que persiste mucho después de que las luces del cine se apagan.

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