Cine y series

Las chicas de la estación

Juana Macías

2024



Por -

¿Qué sucede cuando el refugio se convierte en jaula? La vida de tres adolescentes en un centro de menores parece suspendida en un espacio de tránsito, una estación perpetua entre la infancia robada y una adultez impuesta. Su lucha no es por sueños de grandeza, sino por pequeñas treguas de felicidad, por algo tan banal y trascendental como asistir a un concierto.

‘Las chicas de la estación’, dirigida por Juana Macías, se sumerge en una realidad que el mundo prefiere ignorar. La película se articula sobre una paradoja moral: la búsqueda desesperada de libertad dentro de un entorno que las oprime. Es un grito ahogado contra la indiferencia social, un eco de historias que se pierden entre estadísticas frías.

Los personajes son más que nombres: son sobrevivientes. Jara, Álex y Miranda transitan entre la vulnerabilidad y la fortaleza. Sus vidas se entrelazan en un tejido marcado por el abuso y la ausencia, donde la única constante es su amistad, tan frágil como indispensable. El guion de Macías e Isa Sánchez se despliega como un laberinto de silencios y miradas cargadas de significado, donde la violencia ocurre fuera de campo, pero nunca fuera de mente.

Las actuaciones de Julieta Tobío, Salua Hadra y María Steelman son el núcleo emocional del filme. Sus gestos contienen más verdad que cualquier discurso moralizante. Con rostros que no intentan lucir perfectos ni decorativos, transmiten una autenticidad descarnada que desarma.

Visualmente, el filme opta por un naturalismo austero, complementado por una banda sonora urbana que define el universo de sus protagonistas. Los temas de trap y reguetón no son meros adornos, sino fragmentos del mismo relato, reflejando el deseo de escape y la desesperanza en igual medida.

Sin embargo, la película no es inmune a ciertas limitaciones narrativas. Algunas secuencias parecen apresuradas, como si la necesidad de abarcar todo superase la capacidad de profundizar en cada arista del problema. El metraje, extenso, podría haberse beneficiado de una mayor concentración en el desarrollo interno de sus personajes.

El mensaje, aunque potente, se diluye ocasionalmente en la necesidad de clausuras esperanzadoras. La dureza de la historia choca con momentos de alivio que resultan algo artificiales, como si la cinta se resistiera a hundirse por completo en la desesperanza.

‘Las chicas de la estación’ es un relato incómodo y necesario. Se erige como una denuncia más allá de lo cinematográfico, invitando a la reflexión sin forzar conclusiones predefinidas. El filme deja en el espectador una sensación de desasosiego ineludible, como una cicatriz que no desaparece. Es un recordatorio urgente de que la realidad no se disuelve cuando apartamos la mirada.

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