La aparente neutralidad de un aula vacía puede ser engañosa. Entre sus paredes no solo se encierra el eco de lecciones impartidas, sino también los residuos invisibles de lo que nunca llega a decirse. Un espacio de aprendizaje puede convertirse en un tribunal improvisado, donde el peso de la autoridad y la fragilidad de la palabra ajena conforman un equilibrio precario. En 'La Tutoría', Halfdan Ullmann Tøndel se instala en esa zona de incertidumbre, donde el lenguaje se desmorona y lo que queda es un silencio electrificado por la duda.

La película sitúa a los espectadores en una reunión entre profesores y padres, un territorio que en principio debería representar la comunicación y el consenso, pero que pronto se revela como un campo de batalla donde las jerarquías se desploman y las alianzas se resquebrajan. Armand, un niño de seis años, ha sido acusado de un comportamiento ambiguo con su compañero Jon. No se trata de un incidente mostrado en pantalla, sino de un relato construido a partir de retazos de conversaciones fragmentadas, impresiones contradictorias y el peso de los prejuicios. Nadie está seguro de lo que ha ocurrido realmente, pero la mera posibilidad de un acto inapropiado basta para desencadenar una reacción en cadena.

Elisabeth (Renate Reinsve), madre de Armand y actriz reconocida, se convierte en el eje de la tensión. Su llegada al colegio, marcada por una actitud desafiante y un vestuario que choca con la sobriedad del entorno, establece un contraste inmediato con los demás personajes. Su postura oscila entre la incredulidad y la indignación, pero también revela fisuras: el espectador nunca puede estar del todo seguro de hasta dónde llega su actuación y cuánto de su expresión es genuina. El guion trabaja con sutileza la ambigüedad de los personajes, permitiendo que las tensiones se acumulen sin la necesidad de grandes confrontaciones explosivas.

La dirección de Tøndel mantiene un control absoluto sobre el ritmo y la atmósfera. La cámara se desliza entre los espacios del colegio con una curiosidad casi fantasmagórica, observando desde ángulos inesperados, atrapando gestos fugaces y dejando que el fuera de campo adquiera un peso tan relevante como lo que se muestra en pantalla. La luz natural, que baña los pasillos y aulas desiertas, contribuye a la sensación de frialdad institucional que impregna la historia.

El trabajo del reparto refuerza la sensación de incomodidad. Ellen Dorrit Petersen y Endre Hellestveit, como los padres de Jon, encarnan la incomodidad de quienes quieren mostrarse razonables pero esconden una carga de resentimiento. La directora del colegio (Thea Lambrechts Vaulen), atrapada en su papel de mediadora, parece desmoronarse ante la incapacidad de manejar la situación. En el centro de todo, Reinsve ejecuta una actuación calculada, donde la expresividad de su rostro y su lenguaje corporal se convierten en un enigma.

El tono de 'La Tutoría' fluctúa entre el drama realista y lo onírico. Momentos de extrañeza irrumpen en la narrativa, desestabilizando la percepción del espectador. Desde una carcajada incontrolable que se prolonga hasta lo insoportable hasta un inesperado baile en los pasillos, la película introduce elementos de absurdo que refuerzan la sensación de que los personajes han perdido el control sobre la situación. Estos instantes, lejos de ser caprichosos, refuerzan la exploración del poder de la imagen y el gesto como formas de comunicación cuando las palabras resultan insuficientes.

En su tramo final, la película se inclina aún más hacia lo sensorial, con una secuencia climática que abandona la lógica argumental para sumergirse en una expresión corporal pura. Este riesgo formal, que podría resultar divisivo, es una declaración de principios: 'La Tutoría' no está interesada en ofrecer certezas, sino en plasmar la tensión de un conflicto donde la verdad se diluye entre la percepción y la interpretación.

El debut de Halfdan Ullmann Tøndel es una obra que rehúye la explicación fácil, prefiriendo sumergirse en las ambigüedades del lenguaje, la memoria y la identidad. Con una puesta en escena meticulosa y un uso preciso del tiempo y el espacio, 'La Tutoría' se erige como un retrato inquietante de cómo la sospecha puede erosionar los vínculos más elementales.