Cine y series

Envidiosa - Temporada 2

Gabriel Medina

2025



Por -

Unos labios que se tuercen en una mueca, un suspiro entrecortado, un ademán que se repite como si la costumbre lo transformara en necesidad. La envidia es un gesto disfrazado, una expresión que se escurre entre el deseo y la frustración. En 'Envidiosa', la serie creada por Carolina Aguirre, ese sentimiento se instala como eje rector de una historia que, en su segunda temporada, sigue girando en torno a una protagonista que no sabe lo que quiere, pero está convencida de que debería tenerlo.

Victoria Mori (Griselda Siciliani) es el tipo de personaje que existe en un perpetuo estado de carencia. Cada escena es una confirmación de que la felicidad se encuentra en lo que aún no tiene: una relación, un matrimonio, una validación externa que nunca es suficiente. La comedia encuentra su motor en esa búsqueda insistente y en las contradicciones de una mujer que actúa con una convicción desbordada, a pesar de que sus propios deseos parecen volátiles y contradictorios.

La segunda temporada refuerza este ciclo de autodestrucción disfrazado de crecimiento personal. La terapia es una excusa, una suerte de accesorio narrativo que otorga la ilusión de que Vicky está aprendiendo algo sobre sí misma, cuando en realidad todo se reduce a una nueva variación del mismo comportamiento: errar, pedir disculpas y volver a errar. La interpretación de Siciliani sostiene el descalabro emocional del personaje con un timing cómico envidiable, convirtiendo lo insoportable en algo extrañamente hipnótico.

El elenco acompaña con eficacia, aunque sus personajes orbitan alrededor de Vicky sin demasiado margen de desarrollo propio. Esteban Lamothe dota a Matías de una calma inquebrantable que contrasta con el torbellino de Vicky, pero su interés en ella resulta casi incomprensible, salvo que se asuma como una relación construida sobre una especie de codependencia disfrazada de ternura. Violeta Urtizberea y Pilar Gamboa aportan dinamismo en el rol de amigas que funcionan como contrapeso, aunque la serie se resiste a darles un protagonismo que trascienda su función de testigos de la crisis perpetua de la protagonista.

La puesta en escena mantiene una estética prolija y reconocible dentro de los códigos de la ficción argentina contemporánea. La banda sonora, de tonos amables, busca matizar el caos emocional del relato con una capa de ironía casi imperceptible. La dirección se apoya en recursos propios de la televisión clásica: repeticiones de conflictos con ligeras variaciones, inserciones de personajes secundarios para generar situaciones fugaces de tensión y alivio, y un ritmo que prioriza la acumulación de peripecias por sobre la progresión dramática real.

El guion, con la firma de Aguirre, sigue explotando su habilidad para captar ciertos matices del universo femenino desde una perspectiva que oscila entre la parodia y la observación minuciosa de lo cotidiano. Sin embargo, en su insistencia por sostener el absurdo de la protagonista, la serie corre el riesgo de repetir sus propios mecanismos hasta desgastarlos. El personaje de Vicky se vuelve una caricatura de sí mismo, atrapado en una estructura narrativa que lo obliga a recaer una y otra vez en los mismos errores sin que se vislumbre un cambio sustancial.

'Envidiosa' se presenta como una comedia que juega con los límites del patetismo y la exageración, pero su capacidad de sostener esa premisa sin agotarla dependerá de cómo logre evolucionar más allá de su reiteración temática. Por ahora, la segunda temporada confirma que el carisma de Siciliani sigue siendo el principal sostén de la serie, aunque su personaje parezca cada vez más anclado en una espiral de errores reciclados que, a estas alturas, parecen más una inercia que una decisión creativa.

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