'La Máquina', dirigida por Gabriel Ripstein, se presenta como un relato de lucha en más de un sentido. Ambientada en el universo del boxeo, la serie trasciende lo que podría haber sido una simple historia de regreso deportivo para abordar las complejidades del ego, la corrupción y las relaciones humanas. Lo que inicia como una confrontación física entre el pugilista Esteban "La Máquina" Osuna y su carrera en declive, rápidamente se convierte en una reflexión sobre el desgaste emocional, las decisiones de vida y el precio de la supervivencia en un mundo cruel. En el fondo, la serie nos enfrenta con un retrato brutal de las sombras que acechan tanto dentro como fuera del ring, exponiendo cómo los sistemas que aparentan ser de mérito son, en realidad, dominios de fuerzas oscuras que manipulan las vidas de aquellos que luchan en ellos.
En la actualidad, donde el deporte se vende como un símbolo de superación personal y excelencia, 'La Máquina' se atreve a mostrar la fragilidad de estos valores. Aquí, el deporte no es una vía de escape sino una trampa, una maquinaria implacable que, más allá de moldear campeones, destruye cuerpos y almas. Lo que 'La Máquina' plantea es una meditación sombría sobre el poder destructivo de las instituciones y las estructuras sociales, temas que resuenan en un mundo cada vez más marcado por la inequidad y la corrupción.
Esteban, interpretado por Gael García Bernal, se presenta como un boxeador en el ocaso de su carrera. La serie lo muestra como un hombre atrapado en su propio cuerpo desgastado, una representación de la obsesión y el autoengaño. A través de su personaje, la historia toca aspectos tan complejos como la adicción, la autodestrucción y la soledad. El boxeo, lejos de ser un deporte glorificado, se convierte en un verdugo silencioso que ha erosionado su mente y cuerpo, llevándolo al borde de la desaparición física y psicológica.
El personaje de Andy, encarnado por Diego Luna, añade una capa adicional de complejidad a la trama. Andy no solo es el mánager de Esteban, sino su sombra omnipresente, una figura que, en su intento de sacar a su amigo del abismo, lo empuja más profundamente hacia él. Con su caracterización extravagante, marcada por una evidente adicción a las cirugías plásticas y una personalidad narcisista, Andy es una figura tragicómica. Su afán por la fama y el poder, simbolizados por el control que ejerce sobre la carrera de Esteban, contrasta con su evidente vulnerabilidad emocional. Esta dualidad lo convierte en el verdadero motor del caos que envuelve a ambos personajes, pues su ambición desmesurada los arrastra a un mundo corrupto y peligroso.
Las interacciones entre estos dos personajes principales son lo que da vida a la serie, marcadas por una química que mezcla complicidad y resentimiento. Tanto Bernal como Luna logran capturar la tensión latente en una relación donde el cariño y la traición coexisten en una línea peligrosa. Esta relación, que en momentos parece ser una representación del amor fraternal, es también un retrato de cómo los sueños compartidos pueden transformarse en trampas que sofocan lentamente a quienes los persiguen.
La verdadera amenaza en 'La Máquina' no es el rival en el ring, sino las fuerzas invisibles que operan tras bastidores, un tema que se desarrolla a lo largo de la serie. Estas fuerzas, simbolizadas por una organización misteriosa, manipulan los resultados de los combates y utilizan a Esteban y Andy como peones en un juego más grande. La serie deja claro que el deporte profesional es simplemente otro escenario donde el poder y la corrupción dictan las reglas, una idea que se refleja en las decisiones desesperadas que Andy toma para proteger a Esteban y a sí mismo.
La trama se entrelaza con elementos de conspiración, lo que añade una tensión constante. La manipulación de los resultados deportivos, el control sobre los cuerpos de los atletas y las amenazas de violencia física transforman lo que podría haber sido un simple relato deportivo en un thriller psicológico cargado de paranoia. En este sentido, 'La Máquina' ofrece una crítica a las instituciones que, bajo la apariencia de legalidad, se sustentan en la explotación y el engaño.
Por otro lado, la presencia de Irasema, la exesposa de Esteban, interpretada por Eiza González, introduce una subtrama que subraya aún más la oscuridad que rodea al boxeo. Como periodista, Irasema busca destapar las irregularidades del deporte, pero su papel dentro de la narrativa es limitado, lo que puede resultar decepcionante. Si bien su personaje aporta un contrapunto moral a la corrupción que envuelve a Esteban y Andy, su desarrollo parece más una herramienta para realzar el drama personal de los protagonistas masculinos que una figura autónoma con peso propio.
Gabriel Ripstein dota a 'La Máquina' de un estilo visual impactante, utilizando tomas largas y una iluminación que alterna entre lo hiperrealista y lo onírico. Los momentos de alucinación de Esteban, marcados por las secuelas de los años de golpes, son particularmente notables. Estos episodios no solo reflejan el estado mental frágil del protagonista, sino que logran transmitir la sensación de que el tiempo y la realidad se desmoronan a su alrededor.
Sin embargo, no todo en 'La Máquina' es impecable. El ritmo narrativo de la serie sufre en ocasiones de cierta fragmentación, con episodios que parecen desconectados entre sí o subtramas que se introducen solo para ser abandonadas. La relación entre Esteban y una joven bailarina, por ejemplo, queda incompleta y no aporta significativamente al desarrollo de la trama principal. A pesar de estos altibajos, la serie logra mantener el interés del espectador gracias a su capacidad para mezclar géneros y su ambición narrativa.
'La Máquina' es una obra que no se contenta con ser un simple drama deportivo. Al contrario, se adentra en terrenos más complejos, abordando temas de corrupción, decadencia física y moral, y la lucha interna de sus personajes. Con actuaciones sólidas y una dirección visualmente atractiva, la serie destaca como un relato oscuro sobre la condición humana y el precio de la ambición, aunque su ejecución narrativa a veces pueda sentirse desigual.