‘La franquicia’, la serie creada por Jon Brown y estrenada en HBO Max, presenta un retrato satírico de los conflictos detrás de las grandes producciones cinematográficas, explorando los excesos de la maquinaria del cine de superhéroes. Ambientada en el rodaje de una película ficticia titulada ‘Tecto: Eye of the Storm’, esta primera temporada ofrece un análisis mordaz de los egos, tensiones y absurdos que rigen una industria más enfocada en los beneficios económicos que en la calidad artística.
El relato comienza en los entresijos de una producción cinematográfica caótica y descontrolada, un escenario que, de alguna forma, refleja el estado actual de la cultura popular dominada por el cine de superhéroes. Mientras que para algunos estas películas representan el pináculo del entretenimiento contemporáneo, para otros, su prevalencia masiva simboliza el agotamiento de la creatividad dentro de la industria. A través de personajes atrapados en un sistema que parece avanzar por inercia, la serie nos obliga a cuestionar el sentido de estas producciones en un panorama donde el espectáculo predomina sobre el contenido.
Uno de los puntos fuertes de la serie es su capacidad para construir personajes que, lejos de ser simplemente clichés de una comedia ligera, son seres frustrados, moldeados por las exigencias del negocio. El protagonista, Daniel, interpretado por Himesh Patel, es el primer asistente de dirección, un hombre atrapado entre la ambición de su jefe, Eric, y las demandas intransigentes de los ejecutivos de estudio. Su figura es crucial para entender el caos que supone rodar una película de este tipo, con constantes interferencias y demandas absurdas que ponen en riesgo cualquier intento de creatividad. Daniel encarna la lucha silenciosa de quienes intentan preservar una mínima integridad artística en medio de un circo donde cada decisión parece estar motivada por el miedo al fracaso.
Por otro lado, personajes como Dag, la tercera asistente de dirección, interpretada por Lolly Adefope, aportan una perspectiva fresca y crítica del mundo que habitan. A veces observadora desconcertada, a veces participante activa, Dag es un espejo de la confusión que gobierna los rodajes de este tipo. Su ambivalencia entre el deseo de ascender en la industria y el desprecio por las películas de superhéroes refleja las contradicciones que muchos dentro del sistema enfrentan.
El tono de la serie, claramente influenciado por el estilo satírico de ‘Veep’ y ‘The Thick of It’, dos de las colaboraciones anteriores de Armando Iannucci, no rehúye la crítica despiadada. La ridiculez de los altos cargos de los estudios de cine, personificada en Pat, el ejecutivo interpretado por Darren Goldstein, es retratada con un humor que roza lo absurdo. Las decisiones arbitrarias, como la inclusión de personajes femeninos para calmar a las masas, pero sin una verdadera intención de representar a las mujeres, dejan al descubierto la superficialidad con la que se manejan temas importantes en este tipo de producciones.
Sin embargo, aunque el humor es incisivo, a veces la serie se queda en la repetición de estos gags, lo que puede generar una sensación de agotamiento. El rodaje de ‘Tecto’ parece avanzar en círculos, reflejando tal vez la propia frustración que sienten los creativos al enfrentarse a las mismas decisiones una y otra vez, pero sin aportar un desarrollo narrativo significativo. El cansancio que genera el ciclo interminable de decisiones erróneas y egos enfrentados es, sin duda, uno de los puntos que la serie maneja con mayor efectividad, aunque también puede jugar en su contra al volverse predecible en algunos momentos.
A medida que avanza la temporada, queda claro que 'La franquicia' no se limita a ser una parodia del cine de superhéroes, sino que aborda cuestiones más profundas sobre el estado actual del cine comercial. La serie pone de manifiesto el agotamiento que sienten tanto los creadores como los consumidores ante un modelo que parece estar más centrado en la rentabilidad que en la calidad del contenido. Los intentos de innovar o aportar algo nuevo a estas producciones suelen ser frustrados por las necesidades de mantener contentos a los inversores, a la crítica y al público, todo a la vez, un equilibrio casi imposible de lograr.
El personaje de Eric, el director, es un claro ejemplo de este conflicto. Su obsesión por infundir subtextos de crítica social en su película, en este caso sobre el fracking, choca de manera cómica y trágica con la imposibilidad de hacerlo dentro de un proyecto diseñado para ser una máquina de hacer dinero. La serie deja claro que, en este entorno, cualquier atisbo de originalidad o profundidad está condenado a ser devorado por las demandas comerciales.
En el contexto de un panorama audiovisual dominado por las franquicias, 'La franquicia' se convierte en un espejo de las contradicciones que rigen esta era. La serie no ofrece una solución a los problemas que plantea, pero sí los expone con crudeza. La fatiga que muchos sienten hacia el género de superhéroes no solo afecta al público, sino también a los propios creadores, quienes se ven atrapados en una maquinaria que no deja espacio para la experimentación o la creación genuina.
El show subraya cómo el exceso de control por parte de los estudios, combinado con la presión constante de las redes sociales y el escrutinio de los fanáticos, ha convertido al cine de gran presupuesto en una especie de espectáculo vacío, donde lo que se valora es la capacidad de generar expectación más que el resultado final. Esta crítica se hace especialmente visible en los momentos en los que los personajes se ven forzados a incluir cameos o elementos que no tienen sentido narrativo, pero que responden a la lógica del marketing.
Al final, 'La franquicia' nos deja con una sensación agridulce sobre el futuro del cine comercial. La serie no solo se ríe de los defectos del sistema, sino que también nos invita a reflexionar sobre lo que perdemos cuando el arte queda relegado a un segundo plano. El caos que se muestra en el set de ‘Tecto’ es, en última instancia, una representación del caos más grande que define la producción de blockbusters en la actualidad, donde el valor artístico y la integridad son sacrificados en el altar de la taquilla.
En conclusión, esta primera temporada de 'La franquicia' es una sátira afilada y, aunque no exenta de repeticiones, plantea preguntas necesarias sobre el rumbo que ha tomado la industria del cine. La serie de Jon Brown se convierte así en una oportunidad para mirar detrás de la cortina y entender los sacrificios que implica trabajar en una de las máquinas más grandes del entretenimiento contemporáneo.