Cine y series

La historia de mi familia

Filippo Gravino

2025



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El vacío no siempre es un final, a veces es el inicio de una historia. En ‘La historia de mi familia’, Filippo Gravino sitúa la ausencia como un punto de partida, la fisura que reconfigura todo lo que parecía estable. La muerte de Fausto, interpretado por Eduardo Scarpetta, es el epicentro de un relato que se articula en torno a lo que queda cuando alguien se va: una familia reconstruida sobre la urgencia, una red de afectos que se recompone a la sombra de lo que no se dijo a tiempo.

La serie no pretende explorar la enfermedad como eje central, aunque la fragilidad del cuerpo es el detonante de cada decisión. Gravino y Elisa Dondi estructuran la narración en seis episodios donde Fausto transita entre el presente de su muerte anunciada y un pasado reconstruido en retazos. En ese juego de tiempos, la voz de Fausto resuena incluso después de su partida, manteniendo la tensión entre lo que fue y lo que sigue siendo a través de mensajes de voz destinados a aquellos que dejó atrás.

La trama se despliega en torno a quienes quedan: Lucia (Vanessa Scalera), la madre de Fausto, marcada por una maternidad a destiempo; Valerio (Massimiliano Caiazzo), un hermano que carga con la sombra de lo que no alcanzó a ser; y los amigos María (Cristiana Dell’Anna) y Demetrio (Antonio Gargiulo), cuya lealtad se convierte en un ancla ante lo inevitable. Son estos personajes quienes deben transformar su duelo en un vínculo renovado con los hijos de Fausto, en un intento de convertir la pérdida en sostén. Sin embargo, la serie deja claro que la familia que surge de la necesidad no siempre encuentra una cohesión real.

A pesar del peso emocional de la premisa, la serie evita caer en un sentimentalismo evidente. Su tratamiento del duelo se construye con momentos que alternan la contención y la emotividad sin subrayados innecesarios. No obstante, hay puntos en los que el guion se inclina por resoluciones funcionales más que por una verdadera exploración de los personajes secundarios. La escritura les confiere un rol dependiente del recuerdo de Fausto, más que una identidad propia. Salvo en el caso de Lucia, los demás integrantes de esta familia improvisada son esbozados con mayor economía, quedando como figuras orbitantes alrededor de la ausencia central.

La puesta en escena mantiene un equilibrio entre lo cotidiano y la melancolía. La dirección de Claudio Cupellini se aleja de grandes artificios y opta por una estética contenida que subraya el peso de lo doméstico. Las calles de Roma y sus espacios cerrados se convierten en escenarios de intimidad y desencuentro, donde la cercanía física no siempre implica una conexión emocional real.

Uno de los puntos menos logrados es la introducción del personaje de Sarah (Gaia Weiss), la madre de los hijos de Fausto. Su presencia en la historia parece responder más a la necesidad de un contrapunto dramático que a un desarrollo orgánico dentro del relato. Los diálogos en inglés, de construcción demasiado sencilla, sumados a una caracterización unidimensional, debilitan su peso dentro del conjunto.

En su tramo final, ‘La historia de mi familia’ encuentra un mayor sentido de cohesión. La serie se mueve entre la reconstrucción del pasado y el intento de proyectar un futuro que no puede ser el esperado. La última imagen que deja no es de cierre, sino de continuidad: el duelo no finaliza, se transforma. Gravino plantea un retrato de la familia como un vínculo siempre en construcción, donde el recuerdo es tanto un refugio como una deuda pendiente.

'La historia de mi familia' estará disponible el róximo 19 de enero en Netflix.

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