Cine y series

La colina de los perros

Piotr Domalewski

2025



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El regreso al origen a menudo es menos un viaje físico que un enfrentamiento con las sombras del tiempo. ¿Qué ocurre cuando ese retorno es a un lugar que, más que refugio, se convierte en prisión? ‘La colina de los perros’, dirigida por Piotr Domalewski, traslada estas cuestiones a la atmósfera sofocante de Zybork, un pueblo que se resiste a enterrar sus secretos tanto como a sus muertos. Este espacio ficticio, y sin embargo universal, encierra las tensiones de la pertenencia, la corrupción del poder y la fragilidad de las relaciones humanas.

En la quietud de Zybork, los días parecen transcurrir en calma, pero esta apariencia se desmorona al contacto con los retornados, aquellos que, como Mikołaj Głowacki, se ven obligados a desandar el camino de su huida. La serie no se limita a relatar un conflicto familiar; disecciona la persistencia del pasado en la construcción del presente.

La historia de Mikołaj, interpretado con intensidad contenida por Mateusz Kościukiewicz, es el núcleo alrededor del cual giran las dinámicas de esta pequeña comunidad. Su llegada junto a su esposa, Justyna (Jaśmina Polak), una periodista de naturaleza combativa, destapa el caos latente. El guion, coescrito por Jakub Żulczyk y Domalewski, entrelaza las intrigas de corrupción municipal con las fracturas emocionales de una familia, ofreciendo una narrativa densa que exige la atención activa del espectador.

El personaje de Tomasz Głowacki, interpretado por Robert Więckiewicz, encapsula las contradicciones de una figura paternal aparentemente noble pero no exenta de complejidades morales. Su lucha contra los intereses económicos que amenazan el pueblo se enfrenta a sus propias omisiones del pasado. El conflicto no se presenta solo en términos de buenos contra malos, sino como un mosaico de ambiciones personales y colectivas que se entrechocan en una lucha desigual.

Visualmente, la dirección de fotografía de Piotr Uznański contribuye a la atmósfera opresiva del relato. Las calles de Zybork, casi vacías y cargadas de sombras, son tan protagonistas como los personajes. La música, compuesta por Daniel Bloom y Jakub Ziołek, enfatiza la tensión sin distraer del drama central, construyendo un ambiente que oscila entre la inquietud y la desesperanza.

Si bien la serie logra momentos de gran intensidad emocional, también arrastra ciertas dificultades narrativas, especialmente en la gestión de subtramas. El uso de flashbacks es eficaz para conectar los puntos entre el pasado y el presente, pero en ocasiones ralentiza el ritmo, sacrificando la fluidez en aras de la exposición.

‘La colina de los perros’ no se contenta con ofrecer respuestas fáciles ni con resolver sus conflictos de manera redentora. Más bien, su fuerza reside en plantear preguntas incómodas sobre el precio de la verdad y los límites de la justicia. En el microcosmos de Zybork, Domalewski refleja problemas que trascienden fronteras: la corrupción, la violencia latente y la fragilidad de los lazos humanos.

Esta serie encuentra su valor en su capacidad para mantener al espectador en un estado constante de reflexión. La resolución de los misterios es menos importante que la exploración de cómo estos moldean las vidas de quienes los enfrentan. ‘La colina de los perros’ es, en ese sentido, menos un thriller y más un espejo oscuro de nuestras propias comunidades.

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