Cine y series

Jone, a veces

Sara Fantova

2025



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Bilbao vibra cada agosto con una intensidad difícil de explicar fuera de sus límites. Dentro de ese marco, Sara Fantova sitúa su primer largometraje, ‘Jone, a veces’, en un verano que se convierte en un umbral vital para su protagonista. La directora, formada en la ESCAC pero ligada a su ciudad natal, se sirve de las fiestas de la Aste Nagusia para encuadrar una historia que combina lo íntimo y lo colectivo, lo festivo y lo doloroso, sin apoyarse en artificios grandilocuentes.

El relato se centra en Jone, una joven de veinte años interpretada por Olaia Aguayo, que descubre el amor mientras la enfermedad de su padre transforma la vida familiar. Ese contraste entre la euforia de las txosnas y la fragilidad del hogar estructura un filme que no se refugia en el sentimentalismo fácil, sino que prefiere observar con paciencia la manera en que los vínculos se reorganizan. Fantova escribe el guion junto a Nuria Martín y Núria Dunjó, y las tres diseñan una narrativa que se apoya en escenas breves, en la que cada paso de la protagonista suma una capa a su tránsito hacia la madurez.

El padre, encarnado por Josean Bengoetxea, atraviesa un proceso degenerativo que modifica de raíz su papel dentro de la familia. Esa transformación obliga a Jone a asumir responsabilidades en un momento en que, por edad, lo habitual sería explorar horizontes abiertos. La película subraya ese choque entre libertad juvenil y cuidado familiar sin forzar situaciones ni cargar las escenas de dramatismo exagerado. Todo se plantea desde una observación cercana, atenta a los detalles más cotidianos: una mirada sostenida, un silencio incómodo, una charla entre hermanas que se convierte en refugio.

La Semana Grande bilbaína ocupa un lugar central en la puesta en escena. Lejos de ser un mero telón de fondo, se convierte en catalizador de cambios. Fantova logra capturar la vibración de las calles y la intensidad del ambiente con un pulso naturalista que sitúa al espectador en medio de las multitudes sin perder el foco en los personajes. Esa convivencia entre el bullicio popular y el drama doméstico marca una tensión que recorre toda la película.

Olaia Aguayo sostiene el centro del relato con una actuación que transmite vulnerabilidad y energía en igual medida. Su interpretación se percibe orgánica, fruto de un trabajo que, según ha contado la directora, se apoyó en la improvisación y en la construcción de escenas a partir de vivencias reales. Junto a ella, Elorri Arrizabalaga aporta frescura en el papel de la hermana pequeña, mientras que Bengoetxea ofrece un retrato contenido de un padre que intenta mantener la dignidad pese a la enfermedad.

El montaje de Oriol Milan aporta ritmo a un filme de apenas 80 minutos, que alterna la narración directa con la voz en off de unos diarios. Estos textos funcionan como anclaje íntimo, casi confesional, que acompaña el itinerario de Jone y refuerza la sensación de estar asistiendo a un tránsito vital más que a una trama cerrada. La fotografía de Andreu Ortoll se despliega entre la luminosidad de las fiestas y los interiores más sombríos, subrayando la dualidad que articula la película.

La obra de Fantova participa de una corriente reciente del cine vasco que ha encontrado en los relatos familiares y en la identidad local un espacio fértil. Pero ‘Jone, a veces’ se distancia de otras propuestas al integrar con tanta decisión la fiesta popular en la estructura narrativa. Esa elección, arriesgada y poco habitual en el cine español, dota a la película de una textura reconocible: la vitalidad de un acontecimiento colectivo que convive con la intimidad más frágil.

Dentro de este marco, el romance de Jone con otra joven introduce un contrapunto luminoso. Fantova lo filma con sencillez, sin sobrecargar de dramatismo ni idealización. La relación funciona como un respiro, pero también como recordatorio de que la alegría siempre se percibe bajo la sombra de lo efímero. De esa manera, el filme evita refugiarse en lo idílico y se mantiene fiel a la complejidad del momento que retrata.

El trabajo de dirección busca la naturalidad por encima del artificio. Largas tomas acompañan a los personajes en su día a día, permitiendo que la cámara se convierta en observadora más que en protagonista. Este estilo, que algunos han calificado de cercano al documental, se percibe en la manera de captar gestos, silencios y detalles mínimos que sostienen la verosimilitud del relato.

En el ámbito de la industria, la película supone un ejemplo de cómo el programa Ópera Prima de la ESCAC y productoras como Amania Films o Escándalo Films impulsan voces emergentes. Fantova aprovecha esa oportunidad para poner en pantalla una historia personal que a la vez resuena en un público amplio, al tratar temas universales como el cuidado, la pérdida de referentes y la construcción de la identidad adulta.

‘Jone, a veces’ se presentó en el Festival de Málaga con buena acogida y recibió una mención especial a la dirección. Posteriormente ha recorrido otros certámenes, consolidando a Fantova como una de las cineastas jóvenes a seguir dentro del panorama español. Su debut confirma una voluntad de trabajar desde la cercanía y la observación paciente, confiando en que las pequeñas escenas revelen más que cualquier discurso elaborado.

La película funciona como retrato generacional en tanto que refleja cómo los veinte años pueden convertirse en un territorio inestable, marcado por la contradicción entre deseos propios y responsabilidades familiares. Al situar esa tensión en el contexto bilbaíno y enmarcarlo en la Aste Nagusia, Fantova consigue que el relato trascienda lo particular y se convierta en imagen de una transición vital compartida por muchas personas.

Este debut, con sus aciertos y limitaciones, muestra a una directora con una mirada clara sobre lo que quiere contar y la manera de hacerlo. ‘Jone, a veces’ no pretende deslumbrar con grandes giros ni imágenes impactantes, pero sí consigue dejar una huella duradera gracias a su capacidad para articular lo íntimo y lo colectivo, lo festivo y lo doloroso, en un mismo verano.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.

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