Cine y series

Esperando la noche

Céline Rouzet

2023



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La adolescencia, ese periodo donde los impulsos y las emociones estallan con una violencia que nadie parece comprender del todo, es el eje que subyace en ‘Esperando la noche’. Céline Rouzet nos arrastra a un mundo que no necesita criaturas míticas para ser inquietante. La película, ambientada en los años noventa, revela un universo donde los suburbios franceses se convierten en el telón de fondo de una tensión perpetua entre la necesidad de encajar y la imposibilidad de hacerlo. Pero ¿qué sucede cuando esa diferencia no es solo una sensación abstracta, sino una realidad visceral y peligrosa? En esta narración, el vampirismo se utiliza como una metáfora inquietante para explorar lo que significa ser diferente en una sociedad que adora la uniformidad.

La historia sigue a Philémon, un adolescente que, junto con su familia, lucha por ocultar una verdad imposible de ignorar: él necesita sangre para sobrevivir. En un mundo tan real como asfixiante, Rouzet crea un relato que, más que terrorífico, resulta profundamente humano. Las dinámicas familiares y la búsqueda de aceptación se convierten en un espejo deformante de una sociedad obsesionada con la normalidad.

Rouzet demuestra un agudo sentido estético al sumergirnos en un ambiente que alterna entre lo mundano y lo inquietante. La dirección fotográfica de Maxence Lemonnier emplea tonos apagados y contrastes delicados para reflejar la dualidad de los personajes y su entorno, ofreciendo un contraste constante entre la luminosidad superficial del día y la ominosa oscuridad de la noche. Este equilibrio otorga al filme una identidad visual que acompaña perfectamente su narrativa, alejándola de los clichés del género.

Sin embargo, la película evita por completo los sustos convencionales del cine de vampiros y opta por un enfoque profundamente introspectivo. El relato fluye con una calma deliberada, adentrándose en los matices emocionales de sus personajes. La madre, interpretada con maestría por Élodie Bouchez, y su desesperación por alimentar a Philémon robando sangre, encarnan un sacrificio silencioso que marca el tono de la cinta.

El mayor logro de la obra es cómo utiliza el vampirismo para reflexionar sobre los dolores de crecimiento y el aislamiento adolescente. Philémon, interpretado de manera sobresaliente por Mathias Legoût-Hammond, no es solo un vampiro: es un adolescente. El deseo de encajar, de amar y de ser amado chocan con su naturaleza ineludible, creando una espiral de angustia que culmina en momentos de gran intensidad emocional. Su atracción hacia Camila, una vecina aparentemente fuera de su alcance, no solo es romántica, sino que también simboliza la brecha insalvable entre lo que desea ser y lo que debe ser.

La película no se conforma con quedarse en la superficie de este dilema. Rouzet, con un guion coescrito junto a William Martin, explora los ecos más oscuros de la adolescencia: el anhelo de pertenencia, la vergüenza del cuerpo y el miedo al rechazo. La sangre, aquí, no solo representa la supervivencia, sino también el deseo y la transgresión.

A pesar de sus virtudes, ‘Esperando la noche’ no está libre de imperfecciones. La narrativa, aunque cuidadosamente construida, a veces se tambalea bajo el peso de sus propias ambiciones. El ritmo pausado que caracteriza a la primera mitad del filme pierde fuerza hacia el clímax, donde los conflictos se resuelven de manera algo convencional y predecible. Esto puede dejar al espectador con la sensación de que ciertas preguntas importantes no se abordan del todo.

Además, aunque la relación entre Philémon y Camila es central, el desarrollo de su personaje resulta algo superficial. Esto desluce un poco el impacto emocional de las decisiones finales del protagonista, que, si bien cargadas de simbolismo, carecen de una conexión más profunda con el espectador.

Más allá de su trama, la película encuentra su verdadero corazón en los temas que aborda. El rechazo a la diferencia, la presión del conformismo y la fragilidad de las relaciones humanas son explorados con sensibilidad y profundidad. La figura del vampiro, lejos de ser un monstruo, se convierte en un símbolo de la incomprensión y el aislamiento.

‘Esperando la noche’ no es una película de vampiros, sino un drama sobre lo que significa ser humano en un mundo que parece diseñado para excluir a quienes no se ajustan a sus moldes. Con esta ópera prima, Rouzet demuestra un notable talento para capturar la esencia de los conflictos internos, ofreciendo una mirada honesta y conmovedora a los desafíos de la adolescencia.

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