Cine y series

Emmanuelle

Audrey Diwan

2024



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La última propuesta de Audrey Diwan, ‘Emmanuelle’, no solo revisita un icono del cine erótico, sino que lo reformula en un escenario contemporáneo marcado por el desencanto. Esta versión del mítico personaje es menos una oda al deseo y más una exploración de las restricciones que el capitalismo y la modernidad imponen sobre la sexualidad. En un mundo donde todo parece estar al alcance, el placer parece haberse vuelto más inaccesible que nunca.

En ‘Emmanuelle’, Diwan sitúa a su protagonista en el corazón del lujo, pero lejos de que este entorno sea fuente de satisfacción, se convierte en una prisión emocional. El placer, antes asociado al exceso y la transgresión, se revela como una experiencia esquiva, casi inalcanzable. En esta película, el sexo ya no es el vehículo de liberación que se esperaba; en cambio, se transforma en una sucesión de encuentros vacíos y desapasionados que reflejan las tensiones internas de una sociedad obsesionada con la perfección y el consumo.

La historia de ‘Emmanuelle’ ha estado históricamente ligada a la mirada masculina, un relato construido desde una óptica patriarcal que objetivaba a la mujer como mero receptáculo del deseo. Diwan toma este legado y lo somete a una revisión crítica, creando un relato en el que la protagonista, interpretada por Noémie Merlant, busca desesperadamente redescubrir su capacidad de sentir. Sin embargo, en lugar de encontrarse a sí misma a través del placer, Emmanuelle se enfrenta a la frustración constante de un entorno que promete todo pero entrega poco.

En lugar de ser la figura pasiva que se entregaba al placer en la versión original, esta nueva Emmanuelle es una mujer empoderada en su trabajo y en su vida sexual, pero esa libertad no se traduce en plenitud. La película la muestra como una supervisora de calidad en un hotel de lujo en Hong Kong, rodeada de todos los signos del éxito moderno: poder económico, libertad de movimiento y un acceso ilimitado a experiencias sensuales. Sin embargo, esta aparente liberación no hace más que recalcar su soledad y el vacío existencial que impregna su vida.

El ambiente en el que se desarrolla la película, un hotel de cinco estrellas, refuerza la sensación de artificialidad que envuelve a la protagonista. En este espacio aséptico, diseñado para satisfacer los caprichos de los clientes más exigentes, el sexo se convierte en una transacción mecánica y desapegada. Las escenas de sexo, que en la versión original tenían una carga erótica evidente, aquí están desprovistas de emoción. La cámara de Diwan, en lugar de buscar el deseo, captura la distancia y la desconexión que define la experiencia de Emmanuelle.

Este vacío se acentúa cuando la protagonista entabla una relación con Kei, un misterioso huésped del hotel que parece ser el único hombre capaz de resistirse a sus encantos. Este rechazo, lejos de frustrarla, la obsesiona, ya que es la primera vez que se enfrenta a una barrera emocional que no puede superar con su habitual seducción. Esta dinámica de atracción y repulsión se convierte en el motor de la narrativa, llevando a la protagonista a cuestionar sus propios deseos y su capacidad para conectar con los demás.

En un contexto post-MeToo, la película de Diwan aborda de manera frontal la cuestión del consentimiento y el poder en las relaciones sexuales. Emmanuelle es una mujer que aparentemente tiene el control sobre su vida y sus deseos, pero este control se revela como una ilusión. A medida que la película avanza, la protagonista se da cuenta de que su capacidad para experimentar placer ha sido condicionada por las expectativas de una sociedad que mercantiliza incluso las experiencias más íntimas.

La relación entre Emmanuelle y Margo, la gerente del hotel, añade otra capa de complejidad al relato. Margo, interpretada por Naomi Watts, es una figura de autoridad que se enfrenta a la amenaza de perder su posición debido a las decisiones de la protagonista. Este conflicto entre dos mujeres de éxito refleja las tensiones del mundo laboral, donde la competencia y la falta de solidaridad refuerzan las estructuras patriarcales. Diwan sugiere que, incluso en un entorno de aparente libertad, las mujeres siguen estando atrapadas por las expectativas y los roles que la sociedad les impone.

‘Emmanuelle’ no es una película fácil de ver, no porque sus escenas sean especialmente provocativas, sino porque muestra de manera implacable la insatisfacción de una generación que ha sido criada con la promesa de que todo es posible. Diwan retrata a una mujer que, a pesar de haber alcanzado el éxito y la libertad, se siente más atrapada que nunca. Su búsqueda de placer es, en realidad, una búsqueda de sentido en un mundo que parece haber perdido el suyo.

La directora juega con el simbolismo del espacio que rodea a la protagonista. El hotel, un lugar de tránsito donde nadie parece estar realmente presente, es una metáfora de la vida moderna, donde las conexiones son superficiales y el placer se reduce a una serie de transacciones vacías. Incluso las escenas de sexo, que deberían ser el clímax emocional de la película, se sienten distantes y desprovistas de sensualidad, subrayando la incapacidad de la protagonista para experimentar una verdadera conexión.

Audrey Diwan ha creado con ‘Emmanuelle’ una película que, más que centrarse en el deseo, se convierte en una reflexión sobre la falta de satisfacción en la sociedad contemporánea. A través de su protagonista, la directora explora las tensiones entre el poder, el placer y la libertad en un mundo en el que todo parece estar al alcance, pero nada satisface. La frialdad con la que Diwan aborda las escenas eróticas no es casual, sino una declaración de intenciones: el deseo, en la era moderna, se ha convertido en un producto más, y en ese proceso ha perdido su capacidad de conmover.

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