Cine y series

Emilia Pérez

Jacques Audiard

2024



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La identidad es una construcción frágil y persistente. ¿Qué sucede cuando la lucha por la supervivencia exige destruirla para poder reconstruirla? ‘Emilia Pérez’ plantea esta pregunta desde una perspectiva casi operística, donde cada nota y cada paso de baile parecen una súplica por un destino distinto. En un mundo donde la realidad a menudo se impone con crueldad, el director Jacques Audiard transforma un drama criminal en un espectáculo que combina violencia, redención y deseo en una partitura visual que desafía las convenciones del cine contemporáneo.

¿Puede el cambio ser una forma de expiación? Para Manitas del Monte, un capo del narcotráfico decidido a escapar de su vida y convertirse en Emilia Pérez, la metamorfosis no es solo una necesidad física, sino una búsqueda espiritual. Audiard aborda esta dualidad con audacia, creando una película que alterna entre el musical clásico y el thriller criminal, desdibujando cualquier límite entre la realidad y la fantasía. La transformación de Manitas es también la del filme mismo: un caleidoscopio de géneros, desde la denuncia social hasta el melodrama más visceral.

Karla Sofía Gascón, interpretando a ambos lados de este personaje bifronte, lleva sobre sus hombros el peso de una historia que nunca permite al espectador descansar. Su actuación es tan feroz como vulnerable, evitando cualquier atisbo de caricatura. En cada mirada, en cada movimiento, se percibe la tensión entre lo que se ha sido y lo que se quiere ser.

Zoe Saldaña, como la abogada Rita, encarna a una mujer atrapada entre sus principios y la brutal realidad del sistema judicial corrupto que la rodea. A lo largo del filme, Rita se convierte en un símbolo de resistencia, enfrentándose no solo a la ley, sino también a sus propios límites morales. Selena Gomez, como Jessi, aporta una presencia inquietante, desdibujando las líneas entre víctima y sobreviviente.

El aspecto musical es tan crucial como arriesgado. Canciones que van desde pop pegajoso hasta coros intensos describen procedimientos quirúrgicos y confesiones emocionales, otorgando a la narrativa una dimensión lírica y, a veces, grotesca. Las coreografías inspiradas en Busby Berkeley parecen construidas para resaltar la teatralidad inherente a esta historia imposible. La música se convierte en un arma para desentrañar emociones que las palabras no pueden expresar.

Sin embargo, ‘Emilia Pérez’ no es inmune a sus propios excesos. En ocasiones, la sobrecarga de tonos y géneros roza lo caótico. Las transiciones abruptas pueden desconcertar, y algunos momentos musicales parecen más una provocación que una necesidad narrativa. Pero es precisamente esa falta de contención lo que otorga a la película su singularidad.

‘Emilia Pérez’ es un desafío constante, una obra que obliga a su audiencia a enfrentar temas incómodos a través de un prisma estético desbordante. No busca agradar ni reconciliar, sino hacer preguntas imposibles de ignorar. Al final, lo que queda es una exploración compleja de la identidad, el perdón y la redención, envuelta en una explosión de imágenes, sonidos y emociones que se niegan a ser olvidados.

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