Cine y series

El ataque del Cocadrilo

Christopher Ray

2024



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En el vasto pantano de producciones cinematográficas, ocasionalmente emerge una criatura tan monstruosa como el propio antagonista que pretende retratar. 'El ataque del Cocadrilo', dirigida por Christopher Ray, se alza como un espécimen particularmente atroz en el ecosistema del cine actual, amenazando con devorar no solo a sus personajes, sino también la paciencia y el buen gusto de su audiencia.

La premisa de la película, que gira en torno a un caimán gigante adicto a la metanfetamina, es tan absurda que roza lo insultante para la inteligencia del espectador. Lo que podría haber sido una sátira ingeniosa sobre los peligros del abuso de sustancias o una crítica mordaz a la negligencia medioambiental, se convierte en un espectáculo grotesco que falla en todos los niveles imaginables.

El guion, obra de Lauren Pritchard y Joe Roche, es un compendio de clichés mal ejecutados y diálogos que parecen escritos por un algoritmo defectuoso. La trama avanza de manera errática, saltando de una escena a otra sin coherencia ni propósito aparente. Los personajes son tan unidimensionales que podrían ser reemplazados por cartones recortados sin que la audiencia notara la diferencia.

La actuación en 'El ataque del Cocadrilo' es un ejercicio de mediocridad. LaRonn Marzett, en el papel del agente de la DEA Dante, parece estar perpetuamente confundido, como si ni siquiera él pudiera creer la situación en la que se encuentra su personaje. El resto del elenco no se queda atrás en cuanto a interpretaciones poco convincentes, fluctuando entre la sobreactuación y la apatía total.

La dirección de Christopher Ray es un desastre de principio a fin. Las escenas de acción son un caos visual, con una edición tan frenética que resulta imposible seguir lo que está sucediendo en pantalla. Los intentos de crear tensión son risibles, y los momentos supuestamente dramáticos provocan más risas que empatía.

Pero si hay un aspecto en el que 'El ataque del Cocadrilo' alcanza nuevas cotas de incompetencia, es en sus efectos especiales. El caimán protagonista parece sacado de un videojuego de la década de los 90, con movimientos rígidos y una textura que recuerda más a la plastilina que a un ser vivo. Las escenas en las que el reptil interactúa con el entorno o los personajes son tan poco convincentes que destruyen cualquier atisbo de suspensión de la incredulidad.

La cinematografía, aunque ocasionalmente captura la belleza natural de Florida, se ve constantemente saboteada por decisiones técnicas cuestionables. Los planos están mal compuestos, la iluminación es inconsistente, y hay momentos en los que parece que el equipo de producción se olvidó de ajustar el enfoque de la cámara.

El ritmo de la película es otro de sus puntos débiles. Alterna de manera torpe entre secuencias de acción mal ejecutadas y escenas de diálogo tedioso que no aportan nada a la narrativa. Esta estructura errática hace que los 90 minutos de duración se sientan como una eternidad.

Las subtramas introducidas, como la competición de bofetadas o el búnker subterráneo de metanfetamina, son tan innecesarias y mal integradas que parecen sacadas de otra película igualmente mala. Estos elementos no solo no añaden nada a la historia principal, sino que distraen y confunden aún más al espectador.

La banda sonora es otro elemento que contribuye al desastre general. La música oscila entre genérica y completamente fuera de lugar, fallando consistentemente en reforzar el tono de las escenas o en generar cualquier tipo de atmósfera.

Quizás lo más frustrante de 'El ataque del Cocadrilo' es su desperdicio de potencial. La premisa, por muy ridícula que sea, podría haber dado lugar a una comedia de terror autoconsciente y divertida. Sin embargo, la película parece atrapada en un limbo entre querer tomarse en serio y no saber cómo abordar su propio absurdo.

El clímax de la película, que involucra una barcaza llena de fuegos artificiales, es el colofón perfecto para esta sinfonía de incompetencia. Es un espectáculo visual tan mal ejecutado y poco creíble que resume perfectamente todos los fallos de la producción en una sola secuencia.

En conclusión, 'El ataque del Cocadrilo' no es solo una mala película; es un monumento a la incompetencia cinematográfica. Falla en cada aspecto concebible de la producción cinematográfica: guion, actuación, dirección, efectos especiales, edición y narrativa. Es el tipo de película que hace cuestionar cómo llegó siquiera a completarse, y mucho menos a ser distribuida en una plataforma como Amazon Prime Video.

Esta producción es un ejemplo perfecto de cómo no hacer una película, independientemente del género o del presupuesto. Incluso como película "tan mala que es buena", falla estrepitosamente, careciendo del encanto involuntario que hace que algunas malas películas sean disfrutables.

'El ataque del Cocadrilo' no solo es candidata a ser la peor película del año, sino que establece un nuevo estándar de mediocridad cinematográfica. Es una experiencia que solo se puede recomendar a aquellos que disfrutan del masoquismo cinematográfico o a estudiantes de cine que busquen un ejemplo perfecto de cómo no hacer absolutamente nada bien en una producción audiovisual.

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