Cine y series

El 47

Marcel Barrena

2014



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En el complejo tapiz de la historia urbana, existen hilos que, aunque aparentemente insignificantes, sostienen la trama entera. 'El 47' nos invita a examinar uno de estos hilos, desentrañando la narrativa de cómo las ciudades crecen y se transforman, no por decreto oficial, sino por la persistencia y el coraje de sus habitantes más marginados. Esta película nos sumerge en un período crucial de la historia española, cuando la inmigración interna y la lucha por la dignidad configuraron el rostro de las grandes urbes.

Marcel Barrena, director y coguionista junto a Alberto Marini, nos traslada a la Barcelona de 1978, un escenario de contrastes donde la promesa de prosperidad coexiste con la cruda realidad de la precariedad. En el centro de esta historia se encuentra Manolo Vital, interpretado por Eduard Fernández, un inmigrante extremeño convertido en conductor de autobús, cuya vida se entrelaza con el destino del barrio de Torre Baró.

La narrativa se construye alrededor de un acto de rebeldía civil: el secuestro simbólico de un autobús de la línea 47 por parte de Vital. Este evento, basado en hechos reales, sirve como catalizador para explorar temas más amplios de justicia social, resistencia comunitaria y la lenta marcha del progreso urbano. Barrena utiliza este incidente como lente para examinar las luchas cotidianas de una comunidad marginalizada, desde la falta de servicios básicos hasta la indiferencia burocrática.

La película no se limita a retratar un momento histórico, sino que traza un arco temporal que abarca desde la llegada de los primeros inmigrantes en los años 50 hasta las transformaciones de finales de los 70. Este enfoque permite al espectador comprender la magnitud de los cambios y los sacrificios realizados por una generación de españoles que, literalmente, construyeron sus hogares con sus propias manos.

Eduard Fernández ofrece una interpretación matizada de Vital, capturando tanto la determinación inquebrantable como la vulnerabilidad de un hombre atrapado entre su deber hacia su familia y su compromiso con su comunidad. Su acento extremeño, aunque ocasionalmente inconsistente, añade autenticidad al personaje. Clara Segura, como la esposa de Vital, aporta una presencia sólida, representando la fuerza silenciosa que sostiene tanto al hogar como al movimiento vecinal.

La dirección de Barrena es meticulosa en su recreación de la época, utilizando imágenes de archivo para anclar la ficción en la realidad histórica. Esta atención al detalle se extiende a la fotografía de Isaac Vila, que captura la austeridad de Torre Baró sin caer en el miserabilismo, y al diseño de producción, que transforma convincentemente la Barcelona contemporánea en su versión de hace medio siglo.

'El 47' no se contenta con ser un mero ejercicio de nostalgia. A través de la inclusión de personajes como un joven Pasqual Maragall, interpretado por Carlos Cuevas, la película establece un diálogo entre el activismo de base y la política institucional, sugiriendo que las verdaderas transformaciones sociales requieren de la sinergia entre ambos mundos.

La narrativa, si bien efectiva en su propósito, a veces cae en la redundancia al enfatizar las penurias de sus personajes. El primer acto, en particular, se extiende más de lo necesario en establecer el contexto socioeconómico, retrasando la introducción del conflicto central. No obstante, una vez que la trama se centra en la acción reivindicativa de Vital, la película adquiere un ritmo más dinámico.

Es en la exploración de las dinámicas comunitarias donde 'El 47' brilla con mayor intensidad. La película retrata con sensibilidad las tensiones internas del barrio, las pequeñas victorias que mantienen viva la esperanza y los momentos de desesperación que amenazan con deshacer el tejido social. El guion de Barrena y Marini evita caer en simplificaciones maniqueas, presentando tanto a los vecinos como a las autoridades con sus complejidades y contradicciones.

La banda sonora de Arnau Bataller complementa sutilmente la narrativa visual, evocando la atmósfera de la época sin caer en el exceso nostálgico. Por su parte, el montaje logra un equilibrio efectivo entre las escenas de acción colectiva y los momentos más íntimos, permitiendo que el espectador conecte emocionalmente con los personajes sin perder de vista el contexto más amplio.

'El 47' se posiciona como una reflexión necesaria sobre la construcción de la ciudadanía y el papel del activismo en la configuración del espacio urbano. En un momento en que las ciudades enfrentan nuevos desafíos de desigualdad y exclusión, la película nos recuerda que el progreso social no es una concesión desde arriba, sino el resultado de la lucha persistente desde abajo.

La cinta no está exenta de cierto didactismo en su mensaje, pero logra compensarlo con la autenticidad de sus personajes y la relevancia de su temática. En última instancia, 'El 47' trasciende su contexto histórico específico para plantear preguntas universales sobre la naturaleza de la comunidad, la resistencia y el cambio social.

En conclusión, 'El 47' se presenta como un recordatorio oportuno de las luchas que han moldeado nuestras ciudades y sociedades. A través de la historia de Manolo Vital y los vecinos de Torre Baró, Barrena nos invita a reflexionar sobre el legado de aquellos que, desde los márgenes, han impulsado el progreso colectivo. Si bien la película puede pecar ocasionalmente de reiterativa en su mensaje, su honestidad narrativa y su compromiso con la memoria histórica la convierten en una contribución valiosa al cine social español contemporáneo.

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