Cine y series

Cashman

Lee Chang-Min

2025



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‘Cashman’, serie dirigida por Lee Chang-min y disponible en Netflix, propone un retrato directo y sin adornos de la sociedad surcoreana actual, centrado en la tensión entre la moral y el dinero. La historia se apoya en un concepto que parte de la vida cotidiana: un funcionario corriente descubre que ha heredado un poder extraordinario, aunque con una trampa que lo convierte en una carga. Cada uso de su fuerza consume el efectivo que lleva encima, de modo que cada acción generosa implica un coste económico real. Este punto de partida, aparentemente absurdo, refleja con precisión la sensación de vivir en un entorno donde cualquier impulso solidario parece penalizado. Desde el primer capítulo, la serie sitúa al espectador frente a un dilema reconocible, el de elegir entre la estabilidad personal y la implicación con los demás, sin recurrir a sentimentalismos ni metáforas confusas.

El protagonista, Kang Sang-ung, interpretado por Lee Jun-ho, encarna la figura del ciudadano que intenta mantener un equilibrio constante entre la prudencia y el deseo de actuar con justicia. Su pareja, Kim Min-suk, contable racional y práctica, refuerza ese contraste al representar la mentalidad que antepone la seguridad al idealismo. El guion muestra con detalle cómo el dinero invade cada decisión, incluso las más íntimas, y convierte la relación entre ambos en una negociación continua entre afecto y cálculo. Este retrato de pareja tiene un peso decisivo, ya que convierte una historia de superhéroes en una observación sobre las prioridades de una clase media atrapada entre la ambición y el miedo al fracaso. A través de su rutina, la serie retrata una sociedad que convierte el ahorro en virtud y el sacrificio en un lujo inalcanzable.

A partir del segundo bloque de episodios, ‘Cashman’ amplía su universo con personajes que introducen variaciones del mismo conflicto. Uno obtiene su poder bebiendo alcohol, otro solo cuando come sin medida. Esta diversidad genera un retrato colectivo de dependencias, en el que los poderes se relacionan con hábitos comunes y casi compulsivos. El humor surge de esa conexión entre lo extraordinario y lo banal, mientras el espectador percibe la crítica hacia una sociedad en la que la energía vital depende del consumo. Lee Chang-min construye un tono irregular, alternando escenas de comedia con momentos de tensión moral, lo que puede generar cierta sensación de desconcierto. Sin embargo, esa mezcla resulta coherente con el mensaje: los héroes contemporáneos están condicionados por las mismas presiones que cualquier ciudadano, y su voluntad de ayudar se mide en cifras, no en ideales.

La dirección opta por una puesta en escena sobria y eficaz. Los escenarios urbanos, con oficinas grises, apartamentos minúsculos y calles impersonales, muestran una vida reglamentada por la economía. Los efectos digitales sirven a la narración, sin protagonismo ni ostentación. Las escenas de acción se resuelven con un ritmo contenido, donde la incertidumbre pesa más que la espectacularidad. El resultado es una representación verosímil del día a día interrumpido por lo imposible. La cámara encierra a los personajes en espacios cerrados, enfatizando la presión del entorno laboral, familiar y financiero. En ciertos momentos, esta elección recuerda el enfoque de Park Chan-wook en ‘Thirst’, donde el elemento sobrenatural se utiliza para desnudar la lógica social, no para escapar de ella.

El tema central de ‘Cashman’ se desarrolla alrededor de la idea de que cada acto solidario tiene un precio material. El protagonista, forzado a gastar para ayudar, encarna la frustración de quien comprende que la generosidad se ha convertido en un privilegio. La serie expone esa contradicción con un tono seco, sin dramatizar los sacrificios, pero mostrando su desgaste cotidiano. La trama convierte el heroísmo en una forma de pérdida constante, y ese planteamiento funciona como crítica social directa. Min-suk, en su papel de contable, representa la sensatez y la desconfianza hacia cualquier impulso altruista, un retrato de la mentalidad que prioriza la supervivencia económica sobre la entrega personal. Esta confrontación ideológica entre ambos sostiene la mayor parte de los episodios y ofrece una visión nítida de cómo la ética se adapta a los límites del mercado.

El relato introduce más adelante un antagonista, Jo Nathan, interpretado por Lee Chae-min, que encarna la corrupción del ideal heroico. Este personaje, carismático y manipulador, utiliza sus habilidades para beneficiarse del mismo sistema que dice despreciar. Su enfrentamiento con Kang Sang-ung funciona como reflejo de dos formas de entender el poder: una, impulsada por la necesidad de ayudar; otra, por el deseo de controlar. El guion se dispersa en algunos pasajes al intentar equilibrar ambos discursos, pero mantiene una línea clara sobre el coste moral de cada elección. Las subtramas, aunque irregulares, amplían el sentido de la historia y la transforman en una observación sobre la fragilidad de los valores en un entorno dominado por la rentabilidad.

Las interpretaciones sostienen el proyecto con consistencia. Lee Jun-ho aporta una naturalidad constante, mostrando con precisión la tensión entre el impulso de actuar y el miedo a perderlo todo. Su trabajo transmite una mezcla de cansancio y dignidad que encaja perfectamente con el tono de la serie. Kim Hye-jun, en el papel de Min-suk, mantiene un equilibrio entre la frialdad y el afecto, representando con claridad a una generación acostumbrada a convertir el amor en cálculo. Lee Chae-min dota a su personaje de una energía inquieta que evita el cliché y refuerza el conflicto entre la ética y la ambición. La dirección de actores apuesta por la contención, evitando gesticulaciones exageradas o sentimentalismos innecesarios, lo que contribuye a que la narración mantenga una coherencia sólida.

‘Cashman’ se presenta como una sátira del heroísmo contemporáneo, una historia que coloca a sus personajes frente al dilema de actuar bien cuando cada esfuerzo implica una pérdida tangible. La serie plantea de forma directa que la bondad en tiempos de crisis económica se vuelve una carga, y lo hace con un tono que combina ironía, pragmatismo y crítica social. Lejos de buscar el espectáculo, Lee Chang-min ofrece una mirada concreta sobre la precariedad moral de una sociedad que convierte la ayuda en gasto y la solidaridad en un riesgo financiero. El resultado es un relato claro, contundente y coherente, que utiliza el lenguaje de los superhéroes para hablar de la realidad más corriente.

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