La nueva película de Davy Chou, Retorno a Seúl, es una exploración profunda y conmovedora sobre la identidad, la adopción y la búsqueda de las propias raíces. La protagonista es Frédér ique, apodada Freddie, una mujer francesa de 25 años adoptada de bebé en Corea del Sur. Cuando decide viajar espontáneamente a Seúl, se encuentra inmersa en un viaje de autodescubrimiento sobre su pasado y su verdadera identidad.
Al principio, Freddie parece una turista más en Seúl, hablando en un inglés entrecortado y mostrándose ajena a las costumbres coreanas. Su look occidental y su actitud insolente contrastan con el entorno. Sin embargo, conocer a Tena, la recepcionista del hostal coreano donde se hospeda, será el inicio de un regreso a sus orígenes. Tena le sugiere buscar a sus padres biológicos, lo que la lleva a la agencia de adopción Hammond y al reencuentro con un padre arrepentido.
Aunque en un inicio Freddie se muestra reacia a involucrarse con su familia biológica, el director nos muestra su vulnerabilidad interior a través de una penetrante exploración psicológica. Freddie es una espíritu libre, impulsiva e inescrutable, pero también sensible y solitaria. Su búsqueda existencial refleja temas universales como la crianza, el legado familiar, la naturaleza frente a la crianza y el significado del hogar.
Además, la cinta aborda la compleja identidad de Freddie, suspendida entre dos culturas. Ella luce coreana pero se siente francesa, y sus interacciones con los nuevos amigos coreanos evidencian esa extraña sensación de pertenecer y no pertenecer. Incluso el director Chou, franco-camboyano, aporta su propia mirada híbrida a través de este retrato íntimo y multifacético.
La narrativa se desarrolla durante ocho años, mostrando a una Freddie cambiante en cada retorno a Corea. Pasamos de ver a una veinteañera turista a una ejecutiva internacional de armas y luego a una trotamundos solitaria. Este recurso refleja la fluidez de la identidad, que se reconstruye una y otra vez. Asimismo, el estilo casi documental del filme transmite un sentimiento de espontaneidad, como si Freddie improvisara su propia partitura vital a cada momento.
Sin duda, la magistral interpretación de la debutante Park Ji-min es una de las grandes fortalezas de la cinta. Park logra transmitir una amplia gama de emociones sutiles a través de su expresivo rostro y mirada elocuente. Nos permite conectar con la esencia de Freddie, una mujer que busca llenar un vacío interior, más allá de apariencias y máscaras.
Otros actores también brindan actuaciones memorables, como el veterano Oh Kwang-rok en el papel del padre biológico, quien expresa con maestría la melancolía y la culpa de un hombre marcado por decisiones del pasado. Igualmente convincente es Guka Han como la amiga y traductora Tena, cuya calidez contrasta con la aspereza de Freddie.
En definitiva, Retorno a Seúl es una mirada sensible y poética sobre la búsqueda de identidad y el eterno retorno a los orígenes. A través de Freddie, una mujer impredecible y magnética, el director Davy Chou nos invita a reflexionar sobre la complejidad de encajar entre dos culturas, sobre las raíces que nos definen y los lazos que intentamos reconciliar. La fluidez de la narración, los matices psicológicos y la fotografía evocadora de Corea hacen de esta una película redonda, que perdurará en la memoria del espectador.
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