La nueva cinta de Sofia Coppola, Priscilla, narra la historia de amor entre la joven Priscilla Beaulieu y el ícono del rock Elvis Presley. Ambientada principalmente en la mítica mansión de Graceland, en Memphis, la película adopta el punto de vista de Priscilla para retratar esta relación que tan a menudo ha sido contada desde la perspectiva del cantante.

La actriz Cailee Spaeny encarna magistralmente a Priscilla en las diferentes etapas de su vida, desde los 14 años cuando conoce a Elvis en una base militar de Alemania, hasta los 27 cuando finalmente decide abandonar el tempestuoso matrimonio con el cantante. Spaeny transmite perfectamente la ingenuidad, ilusión y posterior desconsuelo de una joven atrapada en una relación desigual con una de las estrellas más grandes de la música.

El actor Jacob Elordi también realiza una convincente interpretación de Elvis Presley, capturando su carisma pero también sus inseguridades y comportamientos abusivos derivados de sus adicciones y delirios de grandeza. La química entre ambos actores logra transmitir la intensidad de este vínculo, tan apasionado como insano.

La directora Sofia Coppola mantiene su estilo intimista para retratar la sofocante vida de Priscilla en la burbuja dorada de Graceland. Alternando escenas oníricas con otras de mayor crudeza emotiva, la cineasta plantea interesantes reflexiones sobre la fama, el amor obsesivo y las dinámicas de poder en la pareja.

Donde la película pierde fuelle es en el tramo central, ya con la pareja instalada en Graceland. El guion se pierde en intercambios intrascendentes que no llegan a trasmitir la opresiva atmósfera que debió soportar Priscilla en ese entorno. Similarmente, el retrato psicológico de Elvis peca de cierta unidimensionalidad, obviando matices sobre su compleja personalidad. Las interminables e insustanciales conversaciones entre Elvis y Priscilla en la intimidad del dormitorio no logran sostener el interés ni dar profundidad a la relación.

Por otro lado, la caracterización de Elvis como un bufonesco adicto resulta también bastante plana, sin matices. Igual de decepcionante es la falta de análisis sobre el proceso de preparación y marketing que construyó su imagen pública.Si hay un aspecto positivo que salvar es la convincente interpretación de Cailee Spaeny en el rol de Priscilla. La actriz transmite muy bien la ingenuidad y aislamiento de la joven protagonista.

Asimismo, la puesta en escena de Sofia Coppola conserva su distintivo estilo onírico y etéreo, aunque peca de cierta languidez narrativa. Quizás un montaje más vivo habría dotado de mayor ritmo a la cinta.

En conclusión, Priscilla ofrece momentos inspirados y reflexiones interesantes sobre las dinámicas de poder en la relación sentimental de una estrella de rock con una mujer mucho más joven. Si bien alterna aciertos con algunas secuencias más tediosas, la convincente interpretación de Cailee Spaeny como Priscilla y el estilo evocador de Sofia Coppola logran que la cinta resulte por momentos conmovedora.