Con su segunda película, la directora vasca Jaione Camborda irrumpe con fuerza en el panorama cinematográfico español llevándose la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, un hito histórico al ser la primera mujer en conseguir este prestigioso galardón.
O Corno sumerge al espectador en la España rural de 1971 a través de los ojos de María, una partera que en la clandestinidad también practica abortos, desafiando las duras restricciones de la época sobre el cuerpo femenino.
Tras un impactante prólogo en el que asistimos a un parto en toda su crudeza, sin edulcorantes, Camborda nos introduce en la dura vida de la aldea, filmada con realismo descarnado, sin idealizaciones bucólicas. Vemos a sus habitantes fundidos con la áspera tierra que pisan, las mujeres encorsetadas en sus roles tradicionales de esposas, madres, hijas, carentes de agencia sobre sus propias vidas.
Cuando tras una tragedia María debe huir, su viaje se convierte en un lúcido retrato de la situación de opresión que sufría la mujer bajo el franquismo, condenada a una maternidad obligatoria que le era impuesta como un deber natural, privada de los más básicos derechos sobre su propio cuerpo.
En su periplo, María se encuentra con otras mujeres solidarias que, como ella, se rebelan contra el orden establecido ayudando a otras en apuros, tejiendo redes sororas que son un soplo de esperanza en medio de la noche. La directora se demora en estos encuentros, dotándolos de una belleza especial.
Visualmente impecable gracias a la maestría del director de fotografía Rui Poças, la película posee momentos de gran lirismo, con la naturaleza como telón de fondo, como contrapunto a la dureza de las situaciones que retrata. El mar bravío, la espesura del bosque, parecen proteger a estas mujeres condenadas a transitar por las sombras, perseguidas por unas estructuras sociales que las discriminan y minimizan.
Si bien es cierto que en su tramo final el ritmo se vuelve más contemplativo, Camborda ha construido un personaje tan enigmático en María que no necesitamos averiguar sus motivaciones más profundas para comprender su dolor y acompañarla solidariamente en su travesía, que es también la de tantas mujeres anónimas en la historia.
Con O Corno, Jaione Camborda hace historia al convertirse en la primera mujer gallega en ganar la Concha de Oro en San Sebastián, poniendo de manifiesto la necesidad de dar más visibilidad a las directoras españolas, tradicionalmente postergadas en un mundo cinematográfico copado por nombres masculinos.
Rodada con mimo y una narrativa pausada pero de gran calado, supone una mirada profunda y sin concesiones a la situación de la mujer, que sigue luchando contra el lastre de siglos de desigualdad e incomprensión.
En definitiva, esta sólida segunda película confirma el talento de Camborda y augura el surgimiento de una nueva e interesante voz en el panorama nacional, que sin duda tiene mucho que aportar con su sensibilidad y su compromiso con los temas sociales. Un cine honesto y necesario, que nos hace reflexionar al tiempo que nos emociona.
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