La nueva película de Patricia Font "El Maestro Que Prometió El Mar", estrenada en la Seminci y en el Festival Cine Por Mujeres Madrid, narra la historia real de Antoni Benaiges, un innovador maestro republicano que fue fusilado al inicio de la Guerra Civil Española, truncando así su prometedora carrera docente. La cinta se desenvuelve en dos líneas temporales: la España rural de 1935, donde conocemos la inspiradora labor educativa de Benaiges, y el presente, en 2010, donde su bisnieta busca desenterrar sus restos y esclarecer su destino, enterrado durante décadas en el olvido de una fosa común.
En la línea temporal del pasado, ambientada en los convulsos meses previos al estallido de la Guerra Civil, el actor Enric Auquer compone con extrema sensibilidad el personaje de Antoni Benaiges, un joven maestro catalán destinado a una pequeña escuela en el pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba. Allí este idealista educador implantó un innovador método de enseñanza llamado Freinet, consistente en que los propios alumnos confeccionaran sus materiales de aprendizaje mediante una imprenta, fomentando así su creatividad y autonomía. Auquer transmite con su mirada emocionada y sus vibrantes diálogos la pasión de Benaiges por inspirar a sus alumnos, en abierto choque con la rígida visión del cura y las familias del pueblo.
Más allá de narrar el trágico final que sufrió Benaiges, fusilado al inicio de la contienda por sus ideas progresistas, el film se centra en retratar sus meses de labor en la escuela, donde despertó la curiosidad innata de los niños sobre el gran mundo exterior que se extendía más allá de su pequeña aldea. La película evoca con acierto el ambiente de cambio social y cultural que se respiraba en la época previa a la guerra, con maestros como Benaiges abriendo nuevos horizontes pedagógicos acordes a los ideales republicanos.
En contraste, la línea temporal del presente muestra a la bisnieta de uno de aquellos alumnos, Ariadna, tratando infructuosamente de encontrar los restos de su tatarabuelo en una fosa común recién exhumada en Burgos. Si bien esta parte está menos lograda en términos de cohesión narrativa y de caracterización psicológica del personaje, sí consigue transmitir las frustraciones y obstáculos que conlleva la búsqueda de los miles de represaliados del franquismo aún enterrados anónimamente.
A través de Ariadna, la película nos acerca al agotador trabajo de los equipos de exhumación y a la deuda histórica de recuperar la memoria y la dignidad de quienes yacen en fosas comunes. Sus preguntas sin respuesta son las de toda una sociedad que aún sigue excavando en busca de su pasado sepultado.
En definitiva, El Maestro Que Prometió El Mar cumple dignamente su propósito de recuperar del olvido la historia de Antoni Benaiges y, con ella, la de tantos maestros y republicanos represaliados tras la guerra. La emotiva escena final, con el simbólico abrazo entre Ariadna y el anciano alumno de Benaiges, sintetiza ese puente entre pasado y presente, esa transmisión de memoria familiar y colectiva que la película busca encomiablemente activar.
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