La nueva película del actor y director alemán Fabian Stumm, Bones and Names, es una exploración meditativa sobre las relaciones, el amor, la lujuria, la muerte y el proceso creativo. Stumm escribió, dirigió y coprotagoniza su ópera prima como director, junto a un elenco talentoso.
La trama gira en torno a Boris (Stumm) y Jonathan (Knut Berger), una pareja gay que lleva ocho años junta pero cuya relación parece haber llegado a un punto muerto. Boris es un actor que acaba de ser elegido para el papel protagónico en el nuevo drama de una excéntrica directora francesa, Jeanne (Marie-Lou Sellem). A medida que los ensayos se prolongan, Boris empieza a desarrollar sentimientos románticos complejos al sumergirse demasiado en el personaje, mezclando realidad y ficción. Mientras tanto, Jonathan, un escritor, trata de reconciliarse con sus miedos a la pérdida y la muerte abordándolos directamente en la novela en la que está trabajando.
Aunque llevan mucho tiempo juntos, su relación comienza a resquebrajarse cuando ambos luchan para lidiar con la distancia emocional que han impuesto sus respectivas carreras creativas. A través de este periplo de búsqueda de cercanía, confianza y comprensión, la traviesa sobrina de Jonathan, Josie (Alma Meyer-Prescott), parece espiarlos mientras ella misma empieza a probar los límites de las reglas de la vida.
Stumm demuestra ser tan dotado como director y guionista como lo es como actor, ubicando la cámara firmemente en la mayoría de las tomas para que cuando finalmente hace un cameo, este se realiza con un poderoso propósito. Nunca siente la necesidad de dar de comer con cuchara a la audiencia, sino que nos permite desentrañar capa por capa la complejidad de estos personajes fascinantes.
Los resultados son electrizantes. Aunque la película trata temas profundos como el cuestionamiento filosófico y la yuxtaposición de conceptos, Stumm logra mantenerla liviana y entretenida mediante la creación de situaciones aparentemente absurdas y salpicando pausas oportunas entre diálogos simples pero ingeniosos para dejar que penetre la sátira.
Si bien en ciertos puntos esto hace que la cinta se sienta lenta y con secuencias desordenadas o dispersas, de todos modos generó risas sinceras y continuas por parte de la audiencia. Según Stumm, el proceso de escritura fue casi como una terapia, y podría decir lo mismo sobre la experiencia visual. En contraste con los fondos fríos y distantes, la película termina con una nota eufórica que te deja una sonrisa en la cara, si es que ya no la tenías desde la primera escena.
El enfoque de Stumm para abordar una relación homosexual es refrescante ya que no se centra en el trauma o en retratarla como algo extraordinario, sino que le da una anhelada naturalidad, sin que esto sea el punto focal o la fuente de ningún conflicto. Más bien, los problemas que enfrenta esta pareja son universales para cualquier relación de largo plazo.
La banda sonora de la cinta también juega un rol importante. Sturm utiliza música clásica para estructurar las distintas episodios que conforman este mosaico argumental sobre varias líneas narrativas entrelazadas. La precisión visual y una musicalización acorde se combinan para conformar un filme cautivador que eleva el humor y la atmósfera de la historia.
Bones and Names es una exploración juguetona de la condición humana, deliciosamente presentada con una fenomenal actuación, un maravilloso guion y una impecable fotografía. La película ya está disponible en Filmin directamente tras no haber sido estrenada en las salas de nuestro país.
Sin dudas, el futuro de Stumm como cineasta luce tan prometedor como su talento actual como actor, sutilmente sintonizado con las sensibilidades y flaquezas humanas. No cabe más que recomendar sumergirse de lleno en este magnífico debut que interroga profundamente sobre las relaciones y la cercanía interpersonal a la vez que entretiene con su ligereza.
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