Cine y series

A pesar de ti

Josh Boone

2025



Por -

La mirada de Josh Boone en ‘A pesar de ti’ se detiene en los vínculos familiares que se resquebrajan cuando la verdad aparece con una crudeza que transforma lo cotidiano en un terreno de culpa, lealtad y deseo. El director se aproxima al relato de Colleen Hoover con una puesta en escena que evita los excesos de artificio y se apoya en la química entre Allison Williams y McKenna Grace para sostener la relación entre madre e hija como núcleo emocional de un retrato sobre la herencia afectiva. Boone, que ya había explorado el melodrama adolescente en otros títulos, opta por un ritmo sostenido que combina recuerdos, tragedias y anhelos sin subrayados. Desde el comienzo, la ambientación en una localidad americana de dimensiones reducidas encierra a los personajes en un entorno de aparente serenidad, donde cada gesto amable oculta una historia compartida marcada por la omisión. La cámara privilegia la intimidad sobre el espectáculo, construyendo un contexto temporal doble —la juventud de los adultos y la adolescencia de sus hijos— que se entrelaza a través de la música y las repeticiones de destino.

La narración se articula en torno a Morgan, una mujer que intenta ordenar su vida tras una pérdida repentina y a la vez comprender el comportamiento de su hija Clara, cuya rebeldía combina ternura y desconcierto. La tragedia inicial sirve de detonante para mostrar la fragilidad de los vínculos familiares, donde cada personaje intenta sostener su propio relato frente al peso del silencio. Boone no busca dramatizar el duelo a través del llanto, sino revelar cómo la convivencia se convierte en un escenario donde la mentira se disfraza de protección. Morgan representa la madurez que teme a la verdad, mientras Clara encarna la curiosidad que impulsa a desenterrar secretos. Entre ambas, el vínculo materno adopta la forma de un espejo que devuelve reflejos contradictorios: amor y resentimiento, compasión y distancia. La relación entre ambas avanza por impulsos, entre escenas de enfrentamiento y reconciliación, donde el montaje enfatiza las pausas antes que las explosiones.

La película introduce un segundo eje centrado en Jonah, antiguo amigo de la familia y confidente involuntario de los recuerdos de Morgan. Su presencia funciona como catalizador del pasado, un recordatorio de la vida anterior al desastre. Boone lo utiliza como figura de contención, más que como motor de conflicto, para evidenciar cómo los adultos se mueven entre la nostalgia y la culpa. La dirección evita el sentimentalismo y se apoya en la sobriedad de los diálogos, lo que permite que los silencios adquieran peso narrativo. Los adolescentes, por su parte, aparecen retratados con una mezcla de ingenuidad y lucidez; Clara y Miller simbolizan el relevo generacional, ese punto donde los errores paternos se repiten bajo nuevas formas. Sus encuentros, marcados por la torpeza y la ilusión, contrastan con las renuncias de los mayores, estableciendo un paralelismo entre el deseo de escapar y la imposibilidad de hacerlo.

Las implicaciones morales del filme se articulan a partir de la infidelidad y sus consecuencias, que actúan como espejo de una sociedad acostumbrada a eludir la incomodidad mediante la apariencia. El relato no se detiene en el escándalo, sino en la manera en que cada personaje gestiona el conocimiento de la traición. Boone aborda el tema desde la discreción, evitando el juicio explícito. En lugar de convertir la culpa en castigo, la transforma en una fuerza que obliga a redefinir la identidad. Morgan, al enfrentarse al engaño, se reencuentra con la adolescente que fue; Clara, al descubrirlo, comprende que la madurez consiste en aceptar la contradicción. El director vincula este proceso con una lectura política sutil: la dificultad de comunicarse en una sociedad que prioriza la corrección sobre la sinceridad. En ese sentido, ‘A pesar de ti’ funciona como un retrato de la incomunicación contemporánea, donde la tecnología, los secretos y la memoria se entrecruzan para construir un espacio emocional saturado de omisiones.

Desde un punto de vista social, la película subraya el contraste entre generaciones. Los padres aparecen atrapados por decisiones tomadas en la juventud, mientras los hijos observan el mundo con una mezcla de escepticismo y deseo de cambio. Boone convierte ese enfrentamiento en un diálogo visual: los interiores iluminados por tonos cálidos frente a los espacios abiertos donde Clara busca aire y distancia. La dirección de fotografía resalta la monotonía del entorno suburbano, creando una sensación de encierro que se extiende al plano moral. El relato expone cómo la estabilidad aparente de la clase media americana se sostiene sobre una acumulación de silencios. La pérdida de uno de sus miembros descompone ese equilibrio, revelando un orden familiar basado en la conveniencia y la costumbre. Este enfoque convierte la historia en una crítica contenida a las estructuras afectivas tradicionales y a su incapacidad para evolucionar.

La puesta en escena mantiene una coherencia constante entre forma y contenido. Boone recurre a encuadres cerrados para acentuar la sensación de asfixia emocional y utiliza la música como transición entre etapas temporales. La selección de canciones funciona como comentario sobre la distancia entre pasado y presente, una distancia que define la nostalgia de los personajes adultos. Los temas de The Killers o Stereophonics no se emplean para idealizar la juventud, sino para subrayar el desencanto que acompaña su recuerdo. La dirección de actores se apoya en la contención: Williams aporta serenidad y rigidez, Grace combina impulsividad con vulnerabilidad, y Dave Franco refuerza el tono de resignación que envuelve a los adultos. La naturalidad con la que los intérpretes transitan entre culpa y ternura otorga al filme una coherencia emocional que se sostiene incluso cuando la trama recurre a giros previsibles.

A medida que el relato avanza, la estructura se consolida como un mosaico de duelos interrelacionados. Boone utiliza los enfrentamientos entre madre e hija para indagar en la herencia afectiva: aquello que se transmite sin querer y que determina la manera de amar y de sufrir. Las conversaciones entre ambas condensan la tensión entre proteger y revelar, entre educar y comprender. Cada escena funciona como un fragmento de aprendizaje donde la ficción sentimental se mezcla con la crónica familiar. El ritmo pausado, lejos de diluir el interés, permite observar los matices del vínculo, la forma en que el cariño convive con la irritación cotidiana. La cámara se convierte en testigo paciente de esos intercambios, evitando el dramatismo y apostando por la observación.

El desenlace no persigue la redención ni el castigo. La historia se cierra con la sensación de que los personajes han aprendido a convivir con sus errores sin necesidad de justificarlos. Boone plantea así una reflexión sobre la memoria y la repetición: cada generación intenta liberarse del pasado, pero termina dialogando con él. En ese gesto radica la serenidad final del filme, que encuentra sentido en la aceptación de las contradicciones. ‘A pesar de ti’ se define por su capacidad para mostrar cómo el amor familiar, lejos de ser refugio, se convierte en terreno de aprendizaje. La película traslada al espectador a un espacio emocional reconocible, donde las pérdidas impulsan la reconstrucción y la rutina se convierte en escenario de transformación.

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