La historia se repite, dicen, primero como tragedia y luego como farsa. En el caso de '1992', la nueva película de Ariel Vromen, la tragedia de los disturbios de Los Ángeles en 1992 sirve como telón de fondo para un drama criminal que aspira a ser más de lo que finalmente logra. La película intenta entrelazar las tensiones raciales y sociales de aquel momento histórico con una trama de atraco, creando un tapiz narrativo que, aunque ambicioso, a menudo se deshilacha bajo el peso de sus propias aspiraciones.
El filme sigue a dos familias cuyas vidas se entrecruzan fatídicamente durante la noche del veredicto del caso Rodney King. Por un lado, Mercer Bey, interpretado por Tyrese Gibson, es un ex convicto que lucha por mantenerse en el buen camino mientras intenta criar a su hijo adolescente, Antoine. Por el otro, la familia Bigby, liderada por el implacable Lowell (Ray Liotta en su última actuación), planea un audaz robo aprovechando el caos de los disturbios.
Vromen y su coguionista Sascha Penn se esfuerzan por tejer estas narrativas paralelas en un tapiz que refleje las complejidades de la raza, la clase y la paternidad en América. Sin embargo, la película a menudo tropieza en su intento de equilibrar el comentario social con la acción del género criminal. Las escenas que abordan directamente las tensiones raciales, como un tenso encuentro con la policía, resuenan con una autenticidad incómoda. No obstante, estos momentos parecen injertados en una trama de atraco que, aunque competente, carece de la innovación necesaria para destacar en un género saturado.
La actuación de Gibson como Mercer ancla la película con una gravedad silenciosa. Su interpretación de un hombre luchando contra su pasado y por el futuro de su hijo ofrece algunos de los momentos más conmovedores del filme. Christopher Ammanuel, como Antoine, complementa bien a Gibson, capturando la ira y la vulnerabilidad de un joven atrapado entre dos mundos.
En el lado criminal, Liotta demuestra por qué fue uno de los actores más respetados de su generación. Su Lowell es un villano de múltiples capas, cuya brutalidad apenas oculta una desesperación más profunda. Scott Eastwood, como su hijo Riggin, hace lo que puede con un papel que a menudo parece subdesarrollado.
La dirección de Vromen es más efectiva en los momentos íntimos que en las secuencias de acción más grandes. La película brilla cuando se enfoca en las interacciones entre padres e hijos, capturando la tensión y el afecto que coexisten en estas relaciones complicadas. Sin embargo, las escenas que intentan retratar el alcance más amplio de los disturbios a menudo se sienten artificiales, limitadas por restricciones presupuestarias evidentes.
Visualmente, '1992' adopta una estética desaturada y sombría que, aunque apropiada para el tono de la historia, a veces hace que la acción sea difícil de seguir. La decisión de filmar gran parte de la película en la oscuridad puede haber sido temáticamente resonante, pero a menudo resulta en una experiencia visualmente frustrante para el espectador.
El guión lucha por encontrar un equilibrio entre sus ambiciones temáticas y las demandas de un thriller de atracos. Mientras que las conversaciones entre Mercer y Antoine sobre la injusticia racial y la resistencia comunitaria ofrecen momentos de profundidad genuina, la trama del robo a menudo se siente formulaica. La yuxtaposición entre el saqueo durante los disturbios y el robo planificado de los Bigby pretende ser provocativa, pero la película nunca profundiza realmente en las implicaciones de esta comparación.
A medida que la noche avanza y las dos tramas convergen, '1992' gana impulso, culminando en un enfrentamiento tenso que pone a prueba las lealtades familiares y los códigos morales personales. Sin embargo, incluso en su clímax, la película parece reticente a sumergirse completamente en las aguas más profundas que ha estado bordeando.
'1992' es una película que aspira a la grandeza pero se queda corta en varios aspectos cruciales. Su intento de fusionar el drama social con el thriller de género es admirable, pero la ejecución a menudo carece de la sutileza necesaria para hacer justicia a ambos elementos. El resultado es una película que, aunque ocasionalmente poderosa, se siente como una oportunidad perdida para decir algo verdaderamente significativo sobre un momento crucial en la historia de Estados Unidos.
En última instancia, '1992' es un recordatorio de que incluso las historias más importantes pueden verse disminuidas por una narración inconsistente. Al igual que los personajes atrapados en el caos de aquella noche fatídica, la película lucha por encontrar su camino a través de la oscuridad, ofreciendo destellos de luz pero nunca iluminando completamente el panorama que intenta retratar.
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